En el grito de auxilio del mundo ante la inminente crisis alimentaria, resulta paradójico que los más afectados sean quienes se encargan de cultivar la tierra, sobre todo en países pobres como Honduras, el cual desde hace años no mantiene una producción suficiente para el consumo interno, señala el Especial de Prensa Latina Mujeres del Tercer Milenio, en un artículo firmado por Odalys Troya Flores.
En esta nación, el sector agrario ha vivido por décadas en el olvido y, dentro de él, las mujeres son las más vulnerables al vendaval de hambre que anuncia con empeorar.
Más de 350 mil familias campesinas hondureñas, muchas encabezadas por mujeres, viven sin un pedazo de parcela, asegura la Central Nacional de Trabajadores del Campo (CNTC). «De las personas que recibieron título sobre tierras en el proceso de la Ley de Modernización Agrícola entre 1962 y 1991, únicamente el cuatro por ciento fueron mujeres», pese a que para mucha de ellas la tenencia de un terruño es condición indispensable para ejercer su derecho a la alimentación.
En este sentido Samuel González, dirigente de la CNTC denuncia que en este país centroamericano, «las tierras están acaparadas por un grupo de personas poderosas, mientras cientos de agricultores viven en las orillas de las carreteras, hay terratenientes con más de dos mil hectáreas».
Así, sin tierras, con hambre y con pronósticos nada alentadores, este desarraigo obliga a que cada vez sea mayor el número de campesinas hondureñas que emigran hacia la ciudad en busca de un empleo digno.
Cifras oficiales indican que del total de emigrantes del campo, el 54 por ciento son mujeres, de las cuales el 64 por ciento van a las zonas urbanas. Las mujeres rurales se suman a los miles de hondureños que salen del país, fundamentalmente a Estados Unidos, pues muchas no encuentran trabajo ni en la propia agricultura.
En algunas regiones del país, ellas han encontrado entre pocas opciones la artesanía para poder subsistir, dada la carencia de acceso real a los recursos productivos. La mayor cifra de mujeres hondureñas analfabetas vive en el campo, además son también la mayoría de las que mueren durante un embarazo o el parto a causa del limitado acceso a los servicios básicos.
Este panorama convierte a las mujeres de Honduras en uno de los grupos sociales más desprotegidos de este país con 7.5 millones de habitantes, donde la pobreza extrema afecta al 85 por ciento de la población rural.
REFORMA AGRARIA CON MUJERES
Es por ello que centenares de campesinas y campesinos afiliados a diferentes organizaciones reclaman a la administración de Manuel Zelaya la implementación de un verdadero proceso de reforma agraria integral, donde las mujeres estén igualmente incluidas.
Según dirigentes del sector, los esfuerzos de los gobiernos de turno han estado orientados a proteger la agroexportación y han marginado a las mujeres y hombres que producen los alimentos nacionales.
Así, la derogación de la Ley de Modernización Agrícola, la represión, el encarcelamiento y los desalojos violentos contra las y los campesinos, y la solución inmediata a las ocupaciones de tierra que le pertenecen a las y los agricultores hondureños, son puntos clave de sus denuncias.
Expertos en el tema aseguran que la coyuntura propicia a las y los campesinos ocupar su lugar en la agricultura, la única salida a la crisis, la cual pone en jaque la seguridad alimentaria.
En este sentido, el gobierno hondureño anunció un plan que incluye multar y expropiar a quienes tengan las tierras ociosas, cerrar fronteras a la exportación de granos básicos y dirigir fondos a proyectos de riego y compra de semillas y fertilizantes.
El Plan gubernamental mantiene en vilo al sector privado, preocupado porque a criterio de los empresarios el impulso a la agricultura nacional podría ahuyentar la inversión extranjera. De llevarse a cabo la propuesta gubernamental, las campesinas de esta nación podrían reencontrarse con sus orígenes, finaliza el Especial de Prensa Latina Mujeres del Tercer Milenio.
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