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En las luchas de Cananea siempre participan las mujeres

Sergio Tolano Lizárraga es Secretario General de la sección 65 del sindicato minero. Al igual que Rosa Guayante, presidenta del Frente Femenil Cananense, es hijo de minero y ha estado al frente del movimiento de huelga capoteando los embates del Grupo México, junto con sus mil doscientos 86 compañeros. Sobre el movimiento de mujeres, opina que ver a las esposas de los compañeros solidarizándose con el suyo, es importante.

Veo muy positivo ver a la esposa luchar al lado de uno, dice. «Sobre todo porque en los medios locales se insistía en decir que Cananea estaba dividida en opiniones, incluso en los hogares. Cuando las mujeres empiezan a salir a la luz pública respaldándolos, es algo muy positivo para ellos como trabajadores».

Además, han hecho muy buen trabajo, han andado inclusive en Estados Unidos, atienden a algunas universidades de ese país que vienen a conocer la situación, afirma Tolano: «En las luchas en Cananea siempre han participado las mujeres».

Como si fuera un preámbulo a la serie de lo que consideran agresiones del Grupo México, las activistas del Frente Femenil Cananense recuerdan que hace un año se vivió la jornada más violenta en la historia de Cananea y sus alrededores.

Se refieren a la narcojornada que inició en la madrugada, del 16 de mayo del 2007, en un enfrentamiento entre delincuentes organizados y la policía estatal de Sonora. El saldo: 22 muertos.

Pasaron por Cananea rumbo a Arizpe, en el camino dejaron una estela de terror, cuentan.

Las mujeres, ajenas a los hechos, presenciaron con asombro cómo su pueblo se volvió escenario para la muerte. Los operativos en donde se asesinaron a cinco policías y dos civiles presentaron tres quejas de violaciones a los derechos humanos, según informó el presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, CEDH, Jorge Sánez Félix.

Rosa se encontraba en Douglas, frontera con Agua Prieta, cuando recibió una llamada de su hijo advirtiéndole que no regresara, pues había el rumor de que vendría un convoy de sicarios. Cuando regresó, su hija le narró que fue «una cosa espantosa». Sacaron niños de escuelas, la gente estaba muy asustada y no sabía para dónde correr. Muchos conductores de carros chocaron en su huída, recuerda.

Nunca se hubiera imaginado que en esos días vería armas y mucho menos cómo éstas disparaban ráfagas que incluso le quitaron la vida a una persona delante de sus ojos. Y es que la ocupación duró aproximadamente dos semanas, cuenta.

Los jóvenes no podían salir a divertirse por la toma policial de la ciudad. Los retenes y detenciones se convirtieron en cotidianos. El acoso hacia la población civil se hizo normal. Las mujeres fueron víctimas de violencia policiaca, ya que a algunas las manosearon con el pretexto de revisión. También fueron agredidas verbalmente, narra Rosa. «Ellos nomás pasan váscula, sin ningún tipo de respeto muy estúpidos y prepotentes», se indigna.

Por su parte, Dinamichel Ávila, secretaria del Frente Femenil Cananense, cuenta que ella regresaba de la ciudad norteamericana de Tucson con su familia. Recibieron llamadas telefónicas que les advertían de que «estaba muy feo» así que mejor se quedaran allá. Incluso funcionarios estadounidenses les comentaron en la línea de entrada que tenían la opción de quedarse o pasar bajo su propio riesgo.

Ella junto con su esposo siguieron adelante, su hija mayor se encontraba en Cananea, no así sus otros dos hijos y su hermana quienes se quedaron a la espera en la ciudad de Sierra Vista, Arizona.

En el camino encontraban retenes de soldados que no los querían dejar pasar, por lo que tomaron una vereda alterna para poder llegar. Tenían mucho miedo, pero era más el terror de que le pasara algo malo a su hija, dice. Fue una tensión horrible que no se la desea a nadie. Ella siente que ahí empezó «todo» fue la prueba de que las policías no respetan a nadie.

«Era un caos total, mientras el presidente municipal decía por la radio que nos encerráramos en nuestras casas, no se podía andar en los carros porque chocaban entre sí. Nosotros mejor dejamos el carro en la entrada y caminamos hacia la casa», recuerda.

Todos andaban juntos: soldados, policías estatales y municipales al principio en forma pacífica. Pero conforme pasaban los días se les vio la prepotencia, «nos bajaban de los carros y nos acosaban a preguntas insistiendo en que si estábamos seguros de que no traíamos nada», dice.

«Revisaban a niñas y niños, a mujeres y a los hombres los meneaban para otro lado, era una tensión horrible porque nos preguntábamos ¿qué nos irán a hacer? O ¿qué irá a pasar ahora? Ellos se adueñaron de las calles, cerraron el área principal de la ciudad y a todos nos bajaban de los carros. La gente estaba muy molesta porque habían pasado dos semanas y nos habían revisado como doscientas veces, y no habían encontrado nada, ¿para qué entonces seguir revisando?», se pregunta molesta.

En las casas tocaban, a las escuelas llegaban a revisar, que les habían dicho que probablemente ahí habían estado los sicarios. A cualquier hora, incluso en la madrugada andaban los helicópteros, ya no era tanto el miedo de que vinieran a atacarnos, sino que a ellos –los policías– les teníamos miedo, asegura.

LOS CAMBIOS QUE VINIERON

Para Rosa Guayante, lo más impactante que se ha vivido en el último año es sin duda el 11 de enero, día del desalojo de los huelguistas. Ese día estaban asustadas viendo cómo los policías federales y estatales trataban a sus esposos. El despliegue de elementos, armas y artefactos de disuasión, evidenciaban el desequilibrio entre éstos y los obreros de la mina, desarmados, mal alimentados y desprevenidos, pues siempre sostuvieron que su movimiento era legal.

En abril se sabría de lo inadecuado del dispositivo ya que El Tribunal 1 Colegiado en Materia del Trabajo desechó la revisión solicitada por Grupo México, la cual se oponía a la declaración de existencia legal de la huelga en Cananea, Sonora.

Para Dinamichel este tiempo ha sido difícil ya que comenta que al principio del movimiento creían que duraría poco tiempo. Cuando empezó la huelga teníamos dinero de las utilidades, pero conforme pasó el tiempo, dos o tres meses, se hizo cada vez más difícil, la economía se fue para el piso, lamenta. «Vienen los cobros de los servicios, por ejemplo cuando estaba haciendo mucho frío en noviembre y diciembre, nos cortaron el gas, a manera de presión para el sindicato».

Esa fue una de las embestidas de la empresa para estrangular el movimiento, lo cual antecedió a la convocatoria de la empresa minera, a los trabajadores que quisieran entrar a trabajar y con ello cooperar para romper la huelga. Ahí fue donde vieron la situación muy difícil y ese representaba el golpe mortal, por lo que decidieron en definitiva constituirse como organización el 14 de enero.

El otro gran golpe fue el cierre del hospital El Ronquillo el pasado 9 de mayo, situación de la que Dinamichel fue testiga ya que acudió a atenderse de alta presión, cuando le informaron que había órdenes de ya no dar servicio a nadie. El médico que la recibió, le dijo sin embargo que la atendería por fuera.

Otro señor no tuvo igual suerte, ya que acudió con un dolor en su brazo izquierdo y al retirarse por falta de atención, más adelante sufrió un infarto que le quitó la vida, lo cual consideran hubiera sido evitable si el hospital hubiera estado funcionando y de lo cual responsabilizan a Grupo México.

GRUPO MÉXICO

Además de la huelga de Cananea, Grupo México es el patrón responsable del accidente de la mina de Pasta de Conchos en Coahuila, que sepultó y mató a más de sesenta mineros. Pero la compañía, cuenta con otras dos huelgas estalladas: la de Sombrerete en Zacatecas, y la de Taxco en Guerrero. Todos los mineros en huelga son miembros del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana y todos reconocen que es la sección 65 de Cananea, la más fuerte.

A pesar de tener estos problemas en nuestro país, Grupo México tiene intenciones de crecer más en Estados Unidos, como lo comenta Darío Celis Estrada, en su columna especializada Tiempo de Negocios: «Esta semana será clave en el derrotero de Asarco, la empresa minera subsidiaria de Grupo México declarada en bancarrota desde 1999. El próximo jueves 22 de mayo, se reúne en Dallas el consejo independiente para recibir posturas de compra».

Además de Germán Larrea han manifestado interés el grupo Indio Vedanta, el fondo Matlin Patterson, y Citigroup asociado al fondo Harbinger, a la sazón, acreedores ambos con unos bonos por 440 millones de dólares, indica en su publicación del 19 de mayo.

El 2 de abril, el Grupo México pedía a las autoridades del trabajo y de gobierno a través de un desplegado en los medios escritos, su apoyo para que se obligara a los trabajadores a aceptar la supuesta inexistencia de la huelga y pudieran así entrar libremente los nuevos trabajadores contratados, así como los huelguistas que voluntariamente quisieran trabajar.

En respuesta, el 13 de abril se dio a conocer oficialmente que la huelga era legal.

08/SN/CV

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