Inicio En México, las familias sin políticas públicas claras

En México, las familias sin políticas públicas claras

Por Miriam Ruiz

El rechazo del secretario de Gobernación, Santiago Creel, a la idea de que «tener una familia grande era hacer patria», frente a otro grupo político, encabezado por la directora del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), Ana Teresa Aranda, que pugna por regresar a la familia más tradicional, marcan los primeros 30 años de políticas de población en México.

El cuerpo y libertad de las mujeres así como el Estado laico se juegan en esta discusión sobre políticas públicas, políticas cuyo retardo en su aplicación hubiese significado un incremento poblacional de 2.8 millones de personas anuales, en lugar de 1.5 millones para 2004, según datos del Consejo Nacional de Población (Conapo).

El pasado 30 de marzo, en la ceremonia conmemorativa de tres décadas de la Ley General de Población y de la creación del Conapo, Santiago Creel sostuvo «desde hace 30 años, dejamos de creer que tener una familia grande era hacer patria, y que un buen gobierno debería contar con una gran población».

En tanto que Elena Zúñiga, secretaria general de Conapo, mostró que el descenso demográfico fue impulsado por la disminución de la tasa de natalidad, que pasó de 42 a 19 nacimientos por cada mil habitantes entre 1974 y 2003, respectivamente.

En los últimos 20 años, explicó Elena Zúñiga en una entrevista previa, el tiempo dedicado a la crianza y cuidado de los hijos también disminuyó de 25 a 10 años, lo que facilitó la participación de la mujer en otros ámbitos y modificó los roles entre hombres y mujeres, así como las relaciones familiares.

Este cambio de roles y de las estructuras familiares –avaladas por 186 Estados cuando signaron la Plataforma de Acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrrollo (CIPD) en El Cairo, Egipto, en 1994–, provocaron la movilización internacional de fuerzas conservadoras que se dieron cita en la Ciudad de México en el Tercer Congreso Mundial de Familias.

Este congreso –que reunió a personas de 55 países de organizaciones autonombradas conservadoras para impulsar un ideal familiar de hombres y mujer que se unen en matrimonio para procrear hijos–, contó con el apoyo moral del DIF, del secretario del Trabajo, Carlos Abascal, y de representantes del presidente norteamericano George W. Bush.

También tuvo el patrocinio de Petróleos Mexicanos (PEMEX), Grupo Industrial Bimbo, las fundaciones de las televisoras Azteca y Televisa; de Cementos Mexicanos (Cemex), Fundación Gigante, Istmo, Naturalia, editorial El Arca y Rotodiseño y Color así como Banamex, que facilitó las instalaciones del evento.

Cerca de tres mil asistentes –en su mayoría mujeres– están convencidas, como lo planteó el dueño de la panificadora trasnacional Bimbo, Lorenzo Servitje, de que la anticoncepción alejó a las mujeres de su tarea divina: la maternidad.

Y que la salida de las madres al mercado laboral –como dijo el premio Nobel de Economía 1992, el neoliberal Gary Becker– favorece los divorcios que generan, por lo menos, algún desorden emocional en los hijos, cuando no francas enfermedades mentales –como la «curable» homosexualidad, según Peter Sprigg, ponente en una de las mesas.

Los panelistas reafirmaron sus ideas ante las políticas de población, que allí llaman de control poblacional: son un error en el que los gobiernos gastan mucho, y además son parte de un complot estadunidense, como explicó Steven Mosher, que se reivindica como orquestador del millonario recorte al Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP) al entrar Bush.

Finalizado el congreso, representantes de una docena de redes y organizaciones civiles pro familias diversas solicitaron al Congreso mexicano llamar a comparecer a la directora del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), Ana Teresa Aranda, por violentar al Estado laico al apoyar el Tercer Congreso Mundial de las Familias.

Aseguran que si bien las organizaciones religiosas y sus feligreses tienen derecho a reunirse, va contra el Estado laico el apoyo de funcionarios –como el secretario del Trabajo, Carlos Abascal, y al gobernador tabasqueño, Manuel Andrade– a propuestas para hacer políticas públicas con tintes religiosos.

En el marco del 30 aniversario de la Ley de Población, la coordinadora general del Programa de Salud Reproductiva y Sociedad de El Colegio de México, Ivonne Szasz, confió en la laicidad de la sociedad mexicana pese a que la jerarquía católica está más atrasada que hace 30 años.

«Hoy está en juego la libertad de las personas y, en particular, de las mujeres, por lo que hay más tensión y reacción de fuerzas conservadoras», concluyó.

2004/MR/BJ

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