A 30 años de que en nuestro país se decretara la Ley General de Población, las mujeres han logrado un avance significativo en materia de salud reproductiva, lo cual se ha visto reflejado en la disminución de la tasa de natalidad y en su participación en diversos ámbitos.
Esta ley permitió que las mujeres pudieran acceder a los programas de planificación familiar y al uso de métodos anticonceptivos, así como postergar la maternidad.
El 7 de enero de 1974, bajo el mandato de Luis Echeverría Alvarez, se publicaron en el Diario Oficial de la Federación las reformas y adiciones a la Ley General de Población, sólo cuatro años después de que las pastillas anticonceptivas revolucionaran la vida de las mexicanas.
La esencia de la ley radica en regular los fenómenos que afectan a la población en lo relativo a su volumen, estructura, dinámica y distribución en el territorio nacional, con el objetivo de lograr una participación justa y equitativa de los beneficios del desarrollo económico y social.
Promover la plena integración de la mujer al proceso económico, educativo, social y cultural, así como realizar programas de planificación familiar, es otro de sus objetivos.
Dicha ley también apoyó el artículo cuarto constitucional para que mujeres y hombres decidan libremente y de manera responsable sobre el número y espaciamiento de los hijos y la obligación del Estado de proveer información y garantizar el acceso a métodos anticonceptivos y servicios de salud.
La participación e inclusión más activa en todos los ámbitos ha sido reflejo, sin duda alguna, de las pautas reproductivas, lo que ahora les ha permitido incluso postergar la maternidad que se ha traducido en un menor número de hijos por mujer en intervalos mas espaciados.
El número de hijos por mujer pasó de siete en 1970, a dos en la actualidad. Ello se ha traducido en reducción del tiempo que las mujeres dedican a la crianza y al cuidado de los hijos, que en la década de los 70 era de 25 años de su vida, en comparación con 10 años que emplean ahora.
Con ello se transformó también el número de integrantes de las familias, compuestas en su mayoría durante dicha década por más de seis miembros, y las actividades de las mujeres.
La esperanza de vida para las mujeres también se incrementó. Mientras que en el año 2000 las mujeres vivían un promedio de 78 años, los hombres vivían 75 años.
Según datos manejados por el Consejo Nacional de Población (Conapo), el número de mujeres que han utilizado algún anticonceptivo en tres décadas se incrementó 40 por ciento: de 30.2 por ciento en 1972 pasó a 71 por ciento en 2002. De un total de 181 países con elevados índices en el uso de anticonceptivos, el nuestro ocupa el lugar número 33.
Sin embargo, la Ley de Población no solamente destaca la regulación de la fecundidad, sino también la disminución de la mortalidad y hace alusión a la salud reproductiva, incluida la planificación familiar, maternidad sin riesgos, salud de la mujer y prevención y tratamiento de la infertilidad y de las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) y el VIH/SIDA.
El avance de la transición demográfica, según han manifestado en varias ocasiones especialistas, dependerá en buena medida del acceso a la información, a la educación y al conocimiento a través de nuevas tecnologías que difundan ideas y conceptos relacionados con la regulación de la fecundidad y la planificación familiar.
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