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En Michoacán, lo único común es la injusticia

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Estando en boga los derechos humanos, la transparencia y la honestidad, la justicia michoacana asomó el peor de sus rostros: corrupción y tráfico de influencias. Embarradas la Procuraduría y el Poder Judicial, ahora pretenden limpiarse las manos en el caso de la familia Caraxiolo Juárez; tres de sus integrantes están presos desde hace un año, acusados por el robo de unos viejos muebles.

«Yo me pregunto cómo pudo cambiar tanto y cómo dormí 15 años junto al enemigo», dice Sanjuana Elizabeth Caraxiolo Juárez en entrevista telefónica desde McAllen, Texas, donde reside desde hace más de un año, gracias al asilo político que le concedió el gobierno estadunidense ante los riesgos que para su vida representa regresar a México y ser detenida por autoridades de Michoacán.

A Sanjuana le pesa mucho la pesadilla que viven sus familiares. «No es posible que estén en la cárcel nada más por el odio y la venganza de Ramón (su ex marido). Aguanté mucho. Fueron golpes, maltratos, y no me atrevía a denunciarlo por mis hijos, hasta que un día la mayor me dijo que ya no podía callar más. Lo acusé y se desquitó con toda mi familia».

PARECIA NORMAL

María de Lourdes Caraxiolo Juárez, hermana de Sanjuana, tampoco se explica cómo José Ramón Villegas Velásquez puede abrigar tanto odio contra su ex esposa, al grado de ensañarse contra su familia completa. Porque no sólo Sanjuana se tuvo que ir del país, sino también su madre, Martha Elva Juárez, ante el riesgo de ser detenidas o asesinadas; presos se encuentran su tía María Luisa Juárez Gómez, de 61 años de edad, cuyo esposo de 72 años sufrió un infarto cerebral, así como Xóchitl Caraxiolo Juárez y su esposo, Alvar David Ibarra Galván.

Pero las influencias y el poder de Villegas Velásquez resultaron tan grandes como su odio, pues logró que el agente del Ministerio Público Pedro Sánchez Esquivel consignara las averiguaciones previas en contra de su ex esposa y familiares, por robo calificado de unos muebles viejos de uso familiar que se encontraban en la casa propiedad de Sanjuana.

También consiguió que el juez Segundo de lo Penal, Lorenzo Pérez Alvarado, girara órdenes de aprehensión con base en un expediente plagado de irregularidades y delitos no configurados.

Así fue como el 18 de octubre del 2004 agentes ministeriales de Michoacán recorrieron más de mil kilómetros, acompañados por Villegas y su abogado, para hacer las detenciones y traer a las dos mujeres y a Alvar David en la caja de la pick up, esposados y bajo los incandescentes rayos del sol. María Luisa resultó con quemaduras de segundo grado. Sus hijas, Irene y Edna Rodríguez Juárez, intentaron presentar una queja ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos, pero su titular, Gumersindo García Morelos, «nunca tuvo tiempo de recibirnos, siempre decían que está en reuniones o muy ocupado. Intentamos varias veces hablar con él, pero sistemáticamente se negó a hacerlo».

María de Lourdes relata: «Para nosotros, en Reynosa, Ramón parecía ser normal; más bien la anormal era Elizabeth -el segundo nombre de Sanjuana-: ella era risueña, alegre, y en diciembre, cuando la veíamos, estaba callada, seria, como opacada.

Después, con el juicio de divorcio necesario por lesiones y adulterio que promovió, nos enteramos del infierno que vivía. «El tiempo que duró casada nunca platicó sobre su situación y nada más nos iba a visitar una vez al año. Nunca nos comentó sobre golpes. Ramón llegaba normal, como si nada pasara, por eso nunca sospechamos. También luego nos enteramos que tenía otra familia con 3 hijos.

LA PESADILLA

La pesadilla para una veintena de integrantes de la familia Caraxiolo Juárez comenzó en el 2001, cuando Sanjuana decidió promover el divorcio tras 15 años de maltrato y vejaciones.

Una vez dictada la sentencia y girada la orden de restricción a Ramón Villegas, el 24 de agosto de ese mismo año, para que no se acercara ni molestara a su ex familia, Sanjuana regresó con su madre y hermanas a Tamaulipas. Aún así, siguieron las amenazas hacia ella.

El 18 de octubre contrató la mudanza y cargó con los viejos muebles que se encontraban en su casa, de la Chapultepec Sur. La ayudó a empacar su madre, Marta Elva, y su tía María Luisa la acompañó para que no viajara sola.

El menaje consistía en cuatro bases de cama, un escritorio de computadora, una cantina, dos cajoneras, libreros de las recámaras de los niños y unas sillas. Los muebles habían sido adquiridos en 1992.

En el 2002 les avisaron que había una orden de aprehensión en contra de Sanjuana, Marta Elba y la tía María Luisa. Pensaron que era una equivocación, pero promovieron un amparo que les fue concedido.

En la revisión, el juez de circuito extrañamente lo revocó. En agosto del 2004 les llegó otra orden de arresto, ahora contra Xóchilt y su esposo Alvar David, ambos conocidos y respetados empresarios de Reynosa.

Sanjuana, llena de pánico, decidió cruzar la frontera y en Mc Allen, Texas, la detuvieron como una criminal de alta peligrosidad. Ahí enfrentó el juicio de extradición que finalmente le fue negado a las autoridades judiciales de Michoacán, al comprobarse que era víctima y no delincuente.

El gobierno de Estados Unidos consideró que si ella y sus hijos regresaban a México corría peligro. En tanto, quedó expuesta la corrupción en que se mueven la justicia federal y la del estado.

EL VIACRUCIS

María de Lourdes, Edna e Irene tienen que recorrer más de mil kilómetros cada semana para venir a estar al pendiente de sus familiares. En Reynosa nunca salían solas. Nunca pasaron una Navidad separadas, hasta la del 2004. Han desatendido hogar, hijos; deben gastar en el viaje y en hospedaje, y proveer de dinero, tarjetas telefónicas y artículos personales a sus seres queridos que están presos.

Todo por unos muebles viejos que un ex policía judicial reclama como su propiedad.

Y es que para la denuncia presentó notas de remisión simples, con número de folio seriado del 18 al 22, de un carpintero que supuestamente hizo los muebles. Se trata del propio cuñado de Ramón Villegas. Esas notas amparan un pago por 250 millones de pesos de1992, que hoy serían 250 mil pesos; sin embargo, el avalúo fue por 168 mil pesos.

Dice María de Lourdes:

«Sanjuana se quería venir a entregar porque decía que es un asunto de dos, no de más, pero no le permitieron regresar por el riesgo. Me dijo: ven por mí, me voy a entregar, no pueden seguir así. Pero no, ya eso no resuelve las cosas. Queremos que se haga justicia y nada más».

El drama que viven las Caraxiolo Juárez en México puede ser común, pero no que se denuncie dos veces un mismo presunto delito; que lo consigne el mismo agente del MP, Pedro Sánchez, y el mismo juez, Lorenzo Pérez Alvarado. Porque de acuerdo a los expedientes, las denuncias son idénticas.

La primera se presentó contra Sanjuana, Marta Elva y María Luisa, y la segunda contra Xóchitl y su esposo Alvar. Los testigos en ambas denuncias son las mismas: el carpintero, cuñado del acusador, y los dos hijos del primero.

En principio, declararon que vieron sacando los muebles a las tres mujeres y luego se acordaron de que también ayudó el matrimonio. No es común que no se amplíe una declaración, sino que se haya levantado una nueva denuncia.

-¿Es común que sean el mismo MP y el mismo juez? -se consultó con un abogado penalista.

-Aquí nada es común. No es robo, porque la jefatura de agentes del MP revisa cuáles pasan y cuáles no. No es común que un MP lo reciba y consigne. No puede uno robar de su propia casa. El dice que con unas facturas demuestra que los muebles están a su nombre, pero no se puede demostrar el robo porque los muebles estaban en posesión familiar; se pudo haber requerido los muebles por notario, y en una eventualidad puede ser un abuso de confianza, pero jamás robo. Lo interesante es ver cómo le van a dar salida a este asunto, a todas luces e irregular e ilegal.

«Lo único que es común en Michoacán es la injusticia».

05/MT/YT

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