Tres décadas han quedado atrás desde la I Conferencia Mundial de la Mujer 1975, que consideraba que la población femenina debía dedicarse únicamente al hogar y al cuidado de las y los hijos. Hoy, en pleno Siglo XXI, la participación de las mujeres abarca prácticamente todos los campos y cargos públicos de la vida nacional, incluida la política.
Su participación, aunque gradual, ha tenido -en todas las áreas- altibajos, siendo precisamente en el mundo de la política más notorios los errores que los aciertos, opina la politóloga María Eugenia Valdés, profesora investigadora del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Iztapalapa (UAM-I).
¡Quién iba a pensar hace 30 años que las mujeres podían participar en política! «El solo hecho de siquiera imaginarlo hubiera sido una aberración para quienes creen que las mujeres calladitas se ven más bonitas», apunta.
Más aún recuerda que la I Conferencia, celebrada en nuestro país del 19 de junio al 2 de julio, mencionaba entre sus objetivos centrales el buscar la «igualdad, desarrollo y paz» de la población femenina en relación con los varones.
Y aunque en los 13 días que duraron los trabajos no se mencionó siquiera la palabra política, es un hecho que la participación de las mujeres en la toma de decisiones tarde o temprano las llevaría no sólo a disputar sino a ocupar nuevos cargos públicos. Basta recordar a Rosario Ibarra de Piedra y Cecilia Soto, quienes disputaron la Presidencia de la República en 1982 y 1994, respectivamente.
Desde entonces todas aquellas mujeres que ingresan a la política o bien logran acaparar los reflectores por méritos propios o se enfrentan a una lucha muy violenta, cruel, ya que «para ser político se necesita tener vocación, y hemos visto que no todas y todos están dispuestos a ese sacrificio».
Sólo dos cosas han quedado claras hasta ahora: «En política no hay mujeres débiles ni tiernas, de esas no vamos a encontrar en ningún país y quienes entran y le entran a la política saben a lo que se enfrentan, aunque, claro, hay malos y buenos políticos mujeres y hombres. (Vicente) Fox es un ejemplo de mal político» y que «el trecho avanzado es menor al trecho del avance que deberíamos haber alcanzado».
2005/GV/GM