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Entre una tragedia y otra

Por la Redacción

Las pérdidas siempre duelen, si éstas son repentinas afectan más. Cuando la pérdida es de vidas humanas en forma abrupta, conmueve sobremanera, pero si además se trata de una mujer joven, sacude terriblemente. Pienso en todas aquellas personas que lloran la muerte de sus seres queridos en estos días en Guatemala.

Mis condolencias a todas ellas, en especial a la familia de Ledy Ixmucané Orantes, quien participó entre 1999 y 2005 en la publicación feminista la Cuerda.

En estos momentos que siguen las lluvias y se pronostican otras, continúa la difusión de reportes de daños ocurridos tras el paso de «Agatha», aunque todavía se desconocen los alcances de los mismos en su totalidad.

Asimismo, proliferan los llamados al acopio de ayudas por una amplia variedad de instituciones, las cuales –reiteran- están destinadas para quienes perdieron todo, pero la distribución no siempre llega a las familias más necesitadas porque éstas se encuentran en zonas muy aisladas.

Con estos acontecimientos, es inevitable dejar de recordar lo ocurrido durante tormentas anteriores, «Mitch» y «Stan», ya que una vez más se conoce de niñas, niños y personas adultas muertas, casas y escuelas destruidas, puentes y caminos derrumbados, servicios de agua y luz colapsados, etcétera.

En este escenario, por un lado igual proliferan las críticas contra el gobierno en turno y las declaraciones de solidaridad de partidos opositores hacia la población damnificada, y de otro lado, la propaganda de las acciones gubernamentales y los respectivos agradecimientos hacia funcionarios de alto nivel por los apoyos otorgados.

En este panorama tan desolador que hoy se vive en Guatemala, ya que una vez más las ayudas serán insuficientes y la reestructuración sólo un remedo –como se ha demostrado en ocasiones anteriores-, seguramente dentro de algunos años estaremos dando cuenta de nuevas tragedias por tormentas, erupciones de volcanes o terremotos. Si éstas suceden en cualquier país centroamericano o tercermundista, los estragos serán mayores y sus alcances devastadores porque existen problemáticas sociales ignoradas.

Esta sacudida de «Agatha» es tan terrible porque además de provocar tantas pérdidas demuestra la continuidad de aberraciones que está provocando este sistema. Así, vienen a mi mente las palabras del analista Sergio Tischler, quien recientemente calificó al capitalismo como destructivo y catastrófico. Efectivamente así es.

Aquellos que sólo atinan a lanzar peroratas pro o anti-gubernamentales tienen miradas muy parcas, ya que los cuestionamientos tendrían que tomar en cuenta cómo el modelo agro-exportador de materias primas dependiente del mercado mundial, que sobreestima la inversión extranjera y protege a los grandes empresarios genera y alienta la desnutrición, la pobreza, la corrupción y la trata y tráfico ilegal (personas, armas…), así como la destrucción de la naturaleza, el racismo y la discriminación hacia las mujeres. Mientras continúe este sistema, seguirán las pérdidas que bien podrían evitarse.

* Periodista mexicana radicada en Guatemala, editorialista, integrante de la organización La Cuerda, cofundadora de la Red Centroamericana de Periodistas.

10/RHA/LR/LGL

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