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Equidad de género y democracia

Por Mónica Fernández

Las cuotas de género tienen como objetivo lograr equidad en la representación política y fueron aplicadas por primera vez en México en 1992, pero hoy, señala el Instituto Nacional de las Mujeres, los partidos políticos no respetan lo que mandata la Ley de Cuotas de Género del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) respecto al 60-40.

El porcentaje o cuota de género es un recurso para la promoción de la equidad entre varones y mujeres presente en la Legislación Electoral Federal y en la de siete entidades federativas de México. Esta norma dispone que no podrá haber más de un 70 por ciento de las candidaturas de los partidos políticos en manos de un mismo género.

CAMINO DE LUCHA

El 17 de octubre de 1953, durante el sexenio del presidente Adolfo Ruiz Cortines, se obtiene el voto para las mujeres, con el que se concretaron tres logros; el primero, hacerle justicia a la mujer al reconocerle su derecho al voto y ser electa; el segundo, duplicar el padrón electoral y, el tercero, participar y decidir (con su voto) la elección de diputados, senadores, gobernadores y presidente de la República.

Sin embargo, debieron pasar muchos años para avanzar y conseguir la paridad en la política, no sólo en México sino en centroamérica y Suramérica; para conseguir, por ejemplo, la Ley de Promoción de la Igualdad Social de las Mujeres (Costa Rica, 1990), la Ley de Igualdad de Oportunidades para las Mujeres (Venezuela, 1993), la Ley 24.012 (Argentina, 1991), la Ley No. 9.100/95 (Brasil, 1995), donde se reconoce la importancia de la participación de la mujer en la vida política y cívica de cada país.

En la Ley de Cuotas de Género del Cofipe se establece con precisión que: primero, las cuotas constituyen un sistema eficaz para favorecer el acceso de la mujer a los centros de poder a corto plazo, a diferencia de la anulación gradualista de la discriminación positiva que sólo consigue resultados a largo plazo, pues la discriminación se encuentra profundamente enraizada en las prácticas organizacionales y en las actitudes cotidianas. Segundo, es viable esperar que la presencia de la mujer en la toma de decisiones redunde en políticas públicas diferentes, pues ella se inclina a representar los intereses de las mujeres en su conjunto.

En el año 2000, las mujeres en el país constituían el 51 por ciento de la población y, según el último Censo General de Población y Vivienda, a partir de entonces se registra una cantidad mayor de mujeres que de varones.

Por lo tanto, «las mujeres suman más de la mitad de la población y pese a las cuotas, las mujeres son objeto de la política, no sujetos de ella, y dependen de la previsión y voluntad política de los hombres que toman las decisiones», señala Roxana Cuevas –asesora Del Inmujer– en su estudio «Paridad de género: democracia paritaria».

Desde el pasado 11 de marzo, Organizaciones de la sociedad civil y legisladoras feministas emplazaron al Instituto Federal Electoral para que vigilara que los partidos políticos cumplieran con las cuotas, a fin de «garantizar la equidad y procurar la paridad de los géneros en las candidaturas a cargos de elección popular y en la vida política del país».

09/MF/LG

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