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Equidad en educación no se refleja en igualdad de oportunidades

Por Amantha Perera*
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La srilankesa Wathsala Marasinghe, de 33 años, esperaba que su educación de avanzada y las políticas de empleo impulsadas por el gobierno de esta nación insular le servirían para buscar trabajo. Pero la realidad era otra y ahora se siente decepcionada por un “sistema perverso”.
 
Nacida en esta ciudad de Mirigama, a 50 kilómetros de Colombo, de niña fue a las mejores escuelas de la zona, y luego la eligieron para asistir a una universidad estatal. “Fui con muchas expectativas”, relató a IPS/Cimacnoticias, pero al parecer con poco conocimiento de las perspectivas laborales reales.
 
Estudió budismo y su lengua natal, el cingalés. Su plan era tener un empleo público, quizá como funcionaria o maestra, y preferentemente cerca de su casa.
 
Pero cuando comenzó a buscar un empleo, se dio contra la pared una y otra vez. “Me presentaba a ofertas e iba a entrevistas, pero nunca conseguí trabajo, salvo como secretaria en una pequeña fábrica”, relató.
 
Finalmente, como el cargo no se acercaba a sus aspiraciones, terminó dejándolo. “Ganaba 8 mil rupias (unos 59 dólares/910 pesos mexicanos) mensuales y gastaba la mitad en transporte”, explicó. El salario promedio en Sri Lanka son 300 dólares al mes (4 mil 629 pesos mexicanos).
 
Siguió presentándose a entrevistas, pero los aspirantes eran cada vez menores. Terminó por rendirse, avergonzada de esperar una oportunidad junto a personas que “se parecen a mis hijas”.
 
La cruda realidad que vive Marasinghe no es rara en Sri Lanka, a pesar de los esfuerzos de lograr sus objetivos en materia de igualdad de género y las señales visibles de avances en los papeles.
 
En 2012, el Informe Global de la Brecha de Género, elaborado por el Foro Económico Mundial, ubicó a Sri Lanka en el lugar 39, entre 135 países analizados, un lugar elevado para este país de 20 millones de habitantes que tiene un alfabetismo femenino de 90 por ciento, que se eleva a 99 por ciento para las jóvenes de entre 15 y 24 años.
 
Además, el número de niñas superan al de varones en la enseñanza secundaria, lo que indica una dedicación para la igualdad de género en todo el espectro social.
 
Sin embargo, esa situación no se traduce en la igualdad de oportunidades de empleo ni en una paridad salarial entre mujeres y hombres.
 
Las estadísticas laborales del gobierno indican que 64.5 por ciento de las 8.8 millones de personas que integran la población económicamente activa son hombres, mientras que sólo 35.5 por ciento son mujeres.
 
Entre la población no activa, hay sólo 25.4 por ciento de hombres, muy por debajo de las 74.6 por ciento de mujeres.
 
La tasa de desempleo femenino es más de dos veces y media la de los hombres, y casi el doble del promedio nacional. Según datos oficiales, sólo 2.9 por ciento de los hombres que ingresan al mercado laboral no encuentran trabajo, mientras que entre las mujeres la proporción se eleva a 7.2 por ciento.
 
El desempleo afecta a 4.2 por ciento de la población económicamente activa de Sri Lanka. La educación y la formación no necesariamente ayudan a las mujeres a garantizar un empleo, al contrario, pueden derivar en grandes frustraciones, indican cifras oficiales.
 
“El problema del desempleo es más grave entre las mujeres formadas que entre los hombres capacitados”, señala la última encuesta de trabajo realizada por el Departamento de Censo y Estadísticas.
 
Hay múltiples razones estructurales y sociales, según especialistas, para explicar la situación.
 
Mientras casi tres de cada cuatro hombres ingresan al mercado laboral, ocurre lo contrario con la población femenina, sólo 35 por ciento de las mujeres en edad de trabajar buscan, de hecho, un empleo, lo que crea una cadena de suministro desequilibrada.
 
El economista Anushka Wijesinha, consultor en varios ministerios, explicó que las mujeres con mayor formación tienen mayores aspiraciones laborales, pero el mercado de trabajo no creció lo suficientemente rápido como para satisfacer esas necesidades.
 
El economista Muttukrishna Sarvananthan, quien dirige el Instituto Point Pedro de Desarrollo, coincidió con Wijesinha, pero cree que las cifras de desempleo femenino deben ajustarse para incluir a las 600 mil  srilankesas empleadas en el extranjero, la mayoría realizando tareas domésticas.
 
También aboga por otorgar un valor económico al trabajo que realizan las mujeres en el hogar y a tiempo completo.
 
En la actualidad, el mayor empleador de la población femenina es el sector agrícola, que ocupa a 33.9 por ciento del total, seguido de los servicios, con 32 por ciento, y de la industria, con 24 por ciento.
 
Hay otras razones por las cuales las mujeres permanecen alejadas del mercado laboral. Nayana Siriwardena, de 35 años y con dos hijos, trabajó hasta que nació su primogénito. Tras la licencia por maternidad de tres meses, tuvo que reintegrarse a su empleo.
 
“Me pareció un problema la falta de flexibilidad para atender mi situación”, explicó a IPS/Cimacnoticias. Siriwardena, que trabajaba en contabilidad, trató de convencer a sus empleadores de que muchas tareas podían realizarse de forma remota. “Pero no lo entendieron”, se lamentó.
 
Wijesinha cree que el derecho a la licencia por maternidad puede disuadir a algunas empresas de contratar mujeres, pues “los beneficios corren totalmente por cuenta del empleador”, explicó.
 
“Para impulsar la participación femenina, el Estado puede adoptar un enfoque basado en incentivos. Licencia por paternidad, cuidado infantil, servicios de guardería en el lugar de trabajo y mejores y más seguros medios de transporte para incentivar a las mujeres a incorporarse al mercado laboral”, indicó Sarvananthan.
 
También considera que el gobierno podría promover una ley de igualdad de oportunidades que socave legalmente las políticas de discriminación. La Constitución estipula que nadie debe ser discriminado por razones de sexo, pero no hay ninguna norma sobre igual remuneración para la misma tarea.
 
Además de un problema actual, la falta de mujeres en el mercado laboral puede significar una crisis en el futuro por el envejecimiento poblacional.
 
En la actualidad, 17 por ciento de la población tiene más de 55 años, 25 por ciento, menos de 15 años, con lo que se estima que alrededor de 50 por ciento están en edad de trabajar.
 
“Como las mujeres representan más de la mitad de la población y nuestro pico de población activa comenzó a decrecer, es fundamental lograr un máximo de participación femenina en el mercado laboral”, remarcó Wijesinha.
 
Muchos especialistas creen que una mayor proporción de mujeres en cargos de decisión puede corregir los desequilibrios.
 
La representación política femenina permanece baja, con menos de 6.5 por ciento de mujeres en el Parlamento, menos de 6 por ciento en los consejos provinciales y menos de 2 por ciento en el gobierno.
 
15/AP/RMB

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