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Equidad y derechos, sólo en el papel

Por María de la Luz González

A partir de 1975, los derechos de las mujeres han sido plasmados en diversos instrumentos internacionales y en reformas legales en casi todo el mundo que, sin embargo, todavía no alcanzan una vigencia plena.

A 30 años de la primera Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer, realizada en México en 1975, los principales avances en el reconocimiento de los derechos de las mujeres se han dado en el papel, mientras nuevas preocupaciones como la agudización de la pobreza y la violencia de género se han sumado a la agenda.

Durante estas tres décadas 180 países adoptaron la Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación en contra de la Mujer (CEDAW), establecieron medidas legislativas y crearon mecanismos institucionales para garantizar el acceso pleno de las mujeres a la salud, la educación, el empleo y la participación política.

«Ha habido avances, sí, se han creado instituciones y programas específicos para el desarrollo de la mujer, pero las mujeres en México y en el mundo siguen enfrentando rezagos derivados de la permanencia de patrones culturales que requieren de un cambio profundo para hacer realidad la equidad de género», aseguró Patricia Piñones, secretaria técnica del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG).

La también conocida como Conferencia del Año Internacional de la Mujer, fue decisiva para visibilizar la discriminación que vivían, bajo distintas formas y en diferente magnitud, las mujeres de todo el mundo, aseguró por su parte la embajadora Aída González, una de las organizadoras del encuentro.

En entrevista con Cimacnoticias reconoce que hay avances, por ejemplo en la manera de abordar la violencia de género, pues en 1975 apenas se logró el acuerdo para un tímido llamamiento a los gobiernos a brindar orientación o educación familiar, a fin de «propiciar un mejor entendimiento entre los miembros de la familia», explicó.


Logros y Retos

En México, los avances más significativos para mejorar la condición de la mujer se encuentran las reformas al marco legal en materia de protección a los derechos de la mujer y la niña, que abarcan entre otros la violencia contra la mujer y contra niños y niñas; la explotación y el comercio sexual, y la violencia intrafamiliar, aseguró Elena Zúñiga, secretaria general del Consejo Nacional de Población (Conapo).

Sin embargo, advirtió que en las entidades federativas los avances en esta materia son profundamente dispares, a la vez que existen vacíos en los reglamentos correspondientes que dificultan los procedimientos y, en buena medida, menoscaban la realización plena del espíritu de esas leyes.

En el rubro de educación, de acuerdo con las estadísticas oficiales, precisó, se han logrado reducir las brechas en la asistencia escolar entre niñas y niños, y casi se alcanza la cobertura universal de la educación primaria.

Este panorama, sin embargo, cambia en el nivel de secundaria, donde todavía hay rezagos considerables, tanto en términos de cobertura como de reducción de las brechas de género, pues es en este nivel donde surgen problemas como el embarazo adolescente y la incorporación al mercado laboral, que obligan a las niñas a abandonar la escuela.

La funcionaria destacó que la incorporación de la mujer a la actividad económica, de acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Población, ha crecido de manera sostenida durante los últimos 25 años, pues pasó de 17.6 por ciento en 1970, a 31.5 en 1991 y a 35.3 en 2003.

Pese a ello, la mayor presencia de las mujeres en la actividad económica se ha dado en un contexto de desigualdad salarial a igual capacitación para puestos similares, así como de menor acceso al empleo remunerado, afirmó Elena Zúñiga.

Precisó que en 2003 la proporción de mujeres trabajadoras sin pago era casi el doble que la de los hombres que se encontraban en la misma condición, y que una de cada cinco mujeres ocupadas recibía menos de un salario mínimo, mientras que entre los hombres este porcentaje era de 13.9 por ciento.

En cuanto a la participación femenina en los órganos legislativos, destacó, si bien ésta se incrementó entre 1994 y 2003 al pasar de 13.2 a 18.7 por ciento en el Senado y de 13.9 a 22.8 por ciento en la Cámara de Diputados, sigue siendo baja, debido a la persistencia de prácticas discriminatorias en el ámbito político.

En el rubro de salud sexual y reproductiva, reconoció, persisten graves rezagos en los grupos que viven en condiciones de pobreza y marginación y que se traducen en altos niveles de mortalidad materna e infantil, mayor demanda insatisfecha de métodos anticonceptivos y, en general, en la persistencia de conductas reproductivas que tienden a reproducir condiciones de precariedad y desventaja social.

En materia de acceso a la salud persisten grandes desigualdades entre las mujeres de las áreas urbana y las rurales e indígenas y, aunque la tasa de mortalidad materna se ha reducido, todavía un promedio de mil 400 mujeres mexicanas fallecen cada año por causas vinculadas con el embarazo, todas ellas prevenibles, de acuerdo con investigaciones de organizaciones no gubernamentales como Fundar.

05/LG/GM

–México, a 30 años

La Historia

Del 19 de junio al 2 de julio de 1975, México fue la sede de la Primera Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer, un histórico encuentro al que asistieron representantes de 133 Estados parte de la ONU, miembros de la organización y de sus organismos especializados, 31 organizaciones intergubernamentales y 114 no gubernamentales.

La elección de México como sede de la conferencia obedeció, en primer término, a la declinación de Colombia por factores económicos, pero también a la imagen de avanzada que dio el país ante la ONU, por ser el primero de la región en impulsar una revisión integral de su legislación para incluir el tema de la planificación familiar.

Las reformas a la Ley General de Población, y al artículo cuarto constitucional, aprobadas en 1974, que establecieron el derecho de todas las parejas a decidir de manera libre e informada sobre el número y espaciamiento de sus hijos, así como el acceso de las mujeres a los anticonceptivos, fueron el preámbulo a la reunión.

La Asamblea General de la ONU identificó entonces tres objetivos que se convertirían en la base de su trabajo a favor de las mujeres: la igualdad plena de género y la eliminación de la discriminación por motivos de género; su integración y plena participación en el desarrollo y una contribución cada vez mayor de las mujeres en el fortalecimiento de la paz mundial.

Los acuerdos

La Declaración de México sobre la Igualdad de la Mujer y su contribución al Desarrollo y la Paz y el Plan de Acción Mundial fueron dos de los principales documentos surgidos de la Conferencia.

La primera promulgó la igualdad de derechos, oportunidades y responsabilidades entre mujeres y hombres y asignó a los Estados la responsabilidad de crear los servicios necesarios para que la mujer pudiera integrarse a la sociedad mientras sus hijos recibían una atención adecuada.

El Plan de Acción Mundial fijó a la comunidad internacional un mínimo de metas, para alcanzarse en 1980, enfocadas a garantizar el acceso equitativo de la mujer a los recursos como la educación, las oportunidades de empleo, la participación política, los servicios de salud, la vivienda, la nutrición y la planificación de la familia.

De la Conferencia de México surgieron también las tres instituciones que actualmente son el soporte del sistema internacional para la defensa y promoción de los derechos humanos de las mujeres: la Convención para la Eliminación de Todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), el Instituto Internacional de Capacitación e Investigaciones para el Adelanto de la Mujer (INSTRAW), y el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM).

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