La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) denunció ante representantes de la IX Conferencia Regional sobre la Mujer en América Latina y el Caribe que el tráfico de personas en el continente alcanza anualmente cifras «escalofriantes» de entre 700 mil y dos millones, de las que el 80 por ciento son mujeres.
Águeda Marín Hernández, de la Oficina Regional de la OIM para Centroamérica y México, destacó que el ilícito se ve favorecido debido a la feminización de la migración que se observa en el continente, dados los bajos riesgos que representa esta actividad para quienes la llevan a cabo, pues en muchas naciones no ha sido tipificada como delito.
Al participar en el panel Género, Movimientos Migratorios y Globalización: entre la desigualdad y las oportunidades, que concluye hoy en la cancillería mexicana, mencionó que el tráfico de personas deja ganancias anuales superiores a los 12 mil millones de dólares, según cifras del 2002.
Es además el tercer negocio más rentable, después del tráfico de drogas y las armas, siendo sus principales víctimas mujeres, adolescentes y niñas. Se estima que tan sólo en Europa occidental se encuentran alrededor de medio millón de víctimas de esta región.
Marín Hernández reconoció que el tráfico de personas no se da únicamente entre fronteras, sino en una misma nación, dado que las redes de traficantes siempre están a la caza de aquellos países cuyas gobiernos no implementan medidas adecuadas para evitar el ilícito.
Consideró que en general el tráfico se ve favorecido por la dispersión de esfuerzos que hay a nivel internacional, y se pronunció por buscar alianzas no sólo continentales, sino regionales y nacionales.
Por su parte, Luis Mora, asesor en Género del Equipo de Apoyo Técnico del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) para América Latina y el Caribe, dijo que los movimientos migratorios producen importantes transformaciones en las relaciones de género, que oscilan entre la aparición de nuevas formas de subordinación de las mujeres y obtención de mayor autonomía.
En su participación, coincidió con Águeda Marín en el sentido de que hay un fenómeno de feminización de la migración, hecho que también fue aceptado por Ana Sojo, jefa de la Unidad de Desarrollo, oficina subregional de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en México y, en general, por los participantes del pánel.
El especialista en género dio a conocer que la feminización de la migración tiene su origen, entre otros factores, en la necesidad de las mujeres de escapar del control de la violencia intrafamiliar de que son objeto.
Un estudio realizado en el estado de Hidalgo reveló que 76 por ciento de trabajadoras sexuales era migrante, principalmente de Honduras, El Salvador y Nicaragua.
De ellas, el 93 por ciento no tenía sus papeles migratorios en regla y sus edades fluctuaba entre los 19 y 27 años de edad; 33 por ciento eran analfabetas y el 80 por ciento informó que contaba con hijos menores de 12 años que dejaron al salir del hogar.
Luis Mora lamentó que en la actualidad haya una mayor tolerancia a la actividad sexual de las migrantes cómo método de sobrevivencia.
Antes, Marcela Ballara, oficial principal de Género y Desarrollo de la Oficina Regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), explicó que a raíz de la feminización de la migración, el destino de las remesas observadas no es el mismo que el de años anteriores, pues las mujeres utilizan los recursos principalmente a la alimentación, la salud, la educación de sus hijas e hijos y, en general, de sus dependientes.
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