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España debate sobre prostitución desde la perspectiva de género

Por Julia López

En las primeras jornadas internacionales sobre Explotación sexual de mujeres en Catalunya hubo un consenso en avanzar en medidas concretas que no criminalicen a las prostitutas.

Celebradas en el colegio de Abogados de Barcelona, fueron organizadas por la Comisión de investigación de Malos Tratos a Mujeres, con el apoyo de la Plataforma de Organizaciones de Mujeres por la Abolición de la prostitución y la inauguración contó las palabras de Victoria Sau, que analizó la prostitución como uno de los pilares del sistema patriarcal.

Según las organizadoras del evento, la prostitución y la trata son dos fenómenos íntimamente ligados que merecen un debate social. Cuatro millones de mujeres y niñas al año son victimas de la trata, de las cuales más de medio millón son europeas.

El último informe de las Naciones Unidas reconoce que la demanda de prostitución es la responsable del incalculable aumento de la industria del sexo y de la explotación sexual de las mujeres.

«Estas jornadas se realizaron con motivo del Día Internacional contra la Esclavitud Sexual, para debatir entre asociaciones feministas como acabar con las relaciones de poder, desigualdad social y dominación que históricamente vienen ejerciendo los hombres contra las mujeres.

La prostitución es la principal muestra y tenemos que considerarla como un de acto de violencia machista socialmente tolerado y aceptado». Con estas palabras definía Sara Vicente, una de las responsables de la organización, el marco de las jornadas, en las que durante dos días asistieron unas 400 personas, la mayoría, representantes de asociaciones feministas, de ONG y grupos de apoyo a las prostitutas, así como algunas representantes de asociaciones de prostitutas.

PROSTITUCIÓN COMO VIOLENCIA

Destacó la conferencia de Lee Lakeman, feminista canadiense, responsable de la asociación de centros regionales de agresión sexual, que trabaja con víctimas de violación y agresión sexual desde 1973, y un día llego a la conclusión de que «la prostitución era una forma de violencia contra la mujer, y que el feminismo tenía que actuar».

También fue muy interesante la conferencia sobre las consecuencias de la violencia sexual contra las mujeres, de la psicoanalista y psicoterapeuta argentina, Magdalena Álvarez.

«EL CLIENTE»

La jornada de clausura del sábado se dedicó a analizar la figura del «cliente» desde el punto de vista del análisis feminista, y se inició con la conferencia de Rosario Carracedo, abogada e integrante de la plataforma por la abolición.

Esclarecedora sobre este tema fue la intervención de la médica y psicoterapeuta Consuelo Barea, en su participación en la mesa: «La construcción de la sexualidad masculina», que como en anteriores ocasiones desmitifico muchos de los mitos de la «masculinidad».

Igualmente interesante fue también la mesa redonda sobre este tema en la que participaban Hubert Dubois, periodista y cineasta que ha realizado algunos documentales sobre la prostitución y los clientes, y el catedrático y escritor Carlos Paris.

Lourdes Muñoz, diputada del PSC y Merce Pigem, diputada de CIU, explicaron los resultados de la Comisión de trabajo del Congreso que ha presentado el «Plan de Erradicación de la Prostitución» y que suponen se aprobará en el Parlamento dentro de dos meses.

«Han sido dos años de trabajo serio, de consultar a todos los agentes implicados en la prostitución, incluidas prostitutas -explicaba Pigem- y de estudiar a fondo los informes de investigación de la policía, la guardia civil y de los organismos de atención a las mujeres, y hemos conseguido un consenso total entre todos los partidos, menos el Partido Popular (PP), para que este plan se apruebe y se empiecen a desarrollar las medidas que prevé».

Pigem, después de las airadas intervenciones en el posterior debate de algunas prostitutas en la sala, explicó que reconocía que su partido, Convergencia i Unió se equivocó cuando en el 2000, intento «regular» la actividad del comercio del sexo en los lugares públicos de Cataluña.

«Pero hay que tener en cuenta, como reconocerá mi compañera Lourdes Muñoz, que también se habían equivocado antes los socialistas en el 95, al despenalizar la actividad de los proxenetas».

«Este tema ya se ha solucionado en la reforma del Código Penal del 2003, pero llevamos unos 15 años de retraso para tomar medidas efectivas, que ha provocado la proliferación de actividad, por ejemplo, en Gerona, en las carreteras y en las autopistas que salen de Francia, y en el crecimiento de actividad mediante parapetos casi legales, como hoteles y clubs de alterne».

REGULACIÓN BENEFICIA A REDES

El tema de la «criminalización» de las prostitutas ?que las lleva a una mayor marginación y vulnerabilidad? y la tolerancia e invisibilidad de los clientes provocaron numerosas intervenciones de los participantes, sobre todo, de representantes de diversas asociaciones de apoyo a la prostitución.

«La prostitución es un tema muy complejo ?explicaba Lourdes Muñoz? detrás del que hay potentísimos intereses económicos.

Están en juego las actividades de una red de economía sumergida, se benefician los medios de comunicación con sus anuncios de contactos, empresas de ocio y multitud de proxenetas. Visto el panorama, las mujeres objeto de las transacciones son la minúscula parte del negocio, la que menos dinero recibe, la más débil, y la que normalmente no tiene otras alternativas de vida».

En las jornadas aunque se habló principalmente de abolición, se puso sobre la mesa un análisis profundo de la reglamentación o de la antigua política prohibicionista (medidas legales y tajantes dirigida principalmente contra las mujeres) y de las consecuencias de una pretendida regulación.

«Reglamentarismo y prohibicionismo participan de la idea común de que la prostitución es un mal inevitable, que ocasiona daños a la moralidad, a la salud pública y a la seguridad».

«Y siendo consideradas las mujeres, en ambos supuestos, responsables exclusivas de este mal, las previsiones del sistema legal actúan sobre y contra ellas, en el primer caso sometiéndolas a un intenso control en el ejercicio de la prostitución, en combinación con efectivas medidas de represión contra las que escapan al sistema, en el segundo ejercitando la represión contra todas ellas» dijo Asunción Miura.

Miura, experta que forma parte de la Comisión de Investigación y que defiende una intervención integral siempre teniendo en cuenta la situación y el «futuro» de las afectadas, estimuló la protesta airada de algunas de las presentes, como la de Margarita Carreras, prostituta que defiende el ejercicio libre de su actividad, muy conocida mediáticamente por sus apariciones televisivas.

«No se puede decir que se defiende a las prostitutas y tolerar a la vez la persecución y represión a la que nos someten las policías autonómicas de ayuntamientos como el de Madrid o el de Barcelona. Se nos está poniendo multas de 600 euros y se nos trata como delincuentes», aseguró.

Miura respondió explicando que la ordenanza municipal no se dirigía específicamente contra la prostitución sino que pretendía «regular los usos de la vía pública», y que ella también estaba de acuerdo en que la intervención debía ser en contra del proxenetismo, que «efectivamente, como ha dicho una de las presentes, se sabe perfectamente donde está».

Algunas ponentes explicaron que el modelo reglamentarista sin excepción, incluidas las versiones más actuales, se asienta sobre el confinamiento de la prostitutas en espacios cerrados donde la prostitución es tolerada, viven aisladas, están identificadas e invisibilizadas para la sociedad.

Así se manifestaron Lara Padilla, de Alecrín o Lidia Falcón, del Partido Feminista: «Una normativa a favor del cliente y del proxeneta, que al calificar la actividad como un acto delictivo, convierte a la persona que se prostituye en delincuente, y favorece su exclusión y marginación, y las mantiene bajo control de sus contratadores, pero interesa a ciertos gobiernos, porque garantiza a la hacienda pública la participación en los beneficios económicos que derivan de la explotación sexual de las mujeres y al proxenetismo, un lavado de cara convirtiéndolos en exitosos y envidiados empresarios de ocio».

PROFESIÓN Y FORMACIÓN PROFESIONAL

La óptica del derecho al trabajo es otra de las argumentaciones de las asociaciones que defienden la «regulación laboral de las trabajadoras del sexo», término popularizado en algunos países latinoamericanos que reconocen que teniendo en cuenta que las opciones económicas ofrecidas a las mujeres emigrantes o nativas de países pobres son miserables, la prostitución puede ser una alternativa, y que en todo caso, «es un trabajo que no perjudica a nadie, porque las dos partes más directamente concernidas se ponen de acuerdo sobre lo que pasará en el intercambio sexual».

Para Magdalena González, por cuya consulta han pasado cientos de prostitutas, alega que se desconoce un hecho esencial: «si las mujeres sufren frecuentemente violencias en la prostitución, no es simplemente porque las leyes no las protejan, o porque sus condiciones de trabajo no son las que debieran ser, sino porque los actos que se ve abocada a hacer en cumplimiento del deseo del cliente, la afectan físicamente, pero sobre todo a su «yo» como persona».

En consecuencia, dijo, «la violencia y la degradación, incluso sin llegar a la acción, son condiciones inherentes a la sexualidad prostitucional. Está comprobado que la prostituta no puede decir no, y si se niega, por ejemplo, a relacionarse sin preservativo, siempre habrá alguna que accederá a esa demanda. Es por tanto otra mujer, más vulnerable, quien sufrirá los daños».

Algunas de las presentes preguntaron por qué no se luchaba por imponer el modelo sueco, que «aunque necesitaron 20 años de presión para que se reconociera la prostitución como abusiva con respecto a la mujer, sus argumentos fueron comprendidos por la sociedad».

Feministas y políticas argumentaban que los chicos que crecieran en una cultura en la que la prostitución fuera aceptable se formarían una opinión perjudicial y discriminatoria de la mujer y las relaciones sexuales, podrían acabar convirtiéndose en un obstáculo para la igualdad entre hombres y mujeres.

Otras, ironizaban diciendo que si «la prostitución es una profesión, tendría que diseñarse una formación profesional adecuada».

HABLA EL CLIENTE

La asignatura pendiente en nuestro país es visibilización y penalización del cliente: «¿Donde están, quiénes son, qué piensan?», se preguntaban algunas de las presentes. «Si se calcula que 300 mil mujeres son prostituidas anualmente en España, hay alrededor de un millón y medio de hombres que diariamente consumen sexo mediante pago».

Esta era la preocupación de uno de los ponentes del sábado, Hubert Dubois, que se preguntaba, por qué en el debate sobre la prostitución se hablaba siempre con las prostituidas, y nunca sobre los clientes, no se sabía su estatus social, su manera de pensar.

«Y hay que tener en cuenta que sin clientes no hay prostitución. Son la clave de la cuestión ?precisaba Dubois? y es necesario sensibilizar, hablar con ellos, evitar que sigan siendo invisibles».

Dubois ha realizado algunos documentales sobre el tema de la prostitución internacional para cadenas francesas de televisión, y el último que ha presentado, en el que entrevista a varios clientes, no ha sido nada bien recibido: «me comentaron que aún no era el tiempo de hablar sobre los clientes».

Para Carlos París es una «falacia hablar del término cliente en la relación de prostitución. Hay que nombrarle como prostituidor y desenmascararlo como colaborador activo en el negocio de la prostitución. La interesada leyenda áurea y romántica sobre la prostitución ha hecho mucho daño, así como la falsa libertad de la actividad o la capciosa representación relación trabajadora-cliente».

París protestaba por que se considerara como personas reprimidas a los defensores del sexo como algo importante, de relaciones sexuales libre entre personas. «Precisamente el convertir el sexo en un producto de consumo más, degrada a las personas, y deshumaniza a los mismos hombres, que se animalizan, se refugian tras el anonimato para desahogar sus instintos animales; ¿es eso la modernidad, volver a la vida de las cavernas?», ironizaba París.

El debate de estas jornadas, fue rico y fructífero, y las organizadoras reconocieron que «recién» se esta empezando un activismo positivo, «queda mucho camino por recorrer».

Pero hay que valorar que el debate sobre prostitución desde la perspectiva de género «ha conseguido abrirse paso en nuestro país, insertándose en buena parte del tejido asociativo y en el estado de la opinión pública, existiendo cada vez más ciudadanas y ciudadanos os que visualizan y analizan la prostitución como una práctica de violencia contra las mujeres y niñas y por ende una práctica de desigualdad, y que lejos de ser normalizada y amparada debe ser desmovilizada y reprobada, como lo ha sido la violencia en las relaciones de pareja».

07/JL/GG

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