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Estamos en el mundial

Por Cecilia Lavalle

El mundo está en una especie de limbo. Es como una pausa cósmica. Es como una imagen congelada en la pantalla. Que nadie se mueva, que nadie haga olas, que nadie estorbe. ¡Estamos en el Mundial!

A mí no me gusta el futbol. Pero no deja de maravillarme la pasión que genera, el ánimo que provoca, el profundo interés que suscita. Como por arte de magia nada más importa. Sólo una serie de juegos en equipos de 11 contra 11. Todo lo demás, es lo de menos.

El gasto militar mundial alcanzó un nivel record en 2005 al llegar a la cifra de 1.2 billones de dólares. No importa, sorpresa la que han dado los ecuatorianos, ¿verdad? La mitad de ese gasto corresponde a Estados Unidos, según un informe del Instituto Internacional de Investigación por la Paz en Estocolmo.

No importa, es una pena que el equipo de Polonia haya sido eliminado. El gasto equivale a 173 dólares por cada habitante del planeta. No importa, Brasil tiene al mejor equipo de su historia.

Con todo, cuando se trata de la selección nacional la fascinación adquiere dimensiones sublimes. No está en ningún decreto oficial, no figura en ningún manual, no se le menciona en ningún libro de texto; pero nadie puede dudar que la selección es un símbolo de identidad nacional.

En ningún otro acontecimiento político, económico o social se ve a tantas personas tan orgullosas de ser mexicanas; tan dispuestas a «alentar» a los compatriotas que están sudando la camiseta; tan lastimadas si el resultado no es el esperado. El país atraviesa por una etapa crítica. No importa, hay mundial.

A 15 días de las elecciones presidenciales los candidatos firman un pacto para respetar el resultado (¡¡!!). No importa, México le ganó a Irán. Los punteros siguen en su guerra de lodo.

No importa, México tiene un equipo fuerte. Las elecciones más competidas de nuestra historia están por ocurrir. No importa, ¿quiénes juegan el 2 de julio? Dos visiones distintas de país se enfrentarán el 2 de julio. No importa, ¿cómo hará Lavolpe los cambios?

El desánimo crece entre la población mexicana porque no encuentra trabajo. No importa, México tiene un buen equipo para pasar a la final.

Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo hay 4.6 millones de personas disponibles para laborar, pero que ya no buscan empleo porque están seguras de no encontrarlo. No importa, Oswaldo Sánchez juega bien a pesar de su pena.

El rezago educativo en el país es escandaloso, advirtieron integrantes del Observatorio Ciudadano de la Educación. No importa, lo que sí estuvo gacho fue empatar con Angola. De la población económicamente activa, 35 por ciento no tiene estudios de secundaria. No importa,

¿dónde queda Angola? Roberto Rodríguez, investigador del Centro de Estudios sobre la Universidad de la UNAM, asegura que la enseñanza secundaria y la media superior son zonas desastre. No importa, hay que concentrarse en ganarle a Portugal.

La edad de inicio en el consumo de drogas de nuestro país es a los 10 años, dos menos que lo que arrojó la Encuesta Nacional de Adicciones en 2002. No importa, si perdemos contra Portugal entonces sí que la vamos a tener complicada.

Se duplicó el consumo de drogas sintéticas, como anfetaminas y éxtasis. No importa, tenemos equipo suficiente para ganarle a Portugal. El 50 por ciento de los delincuentes tiene alguna relación con drogas o alcohol. No importa, Portugal ya tiene asegurado el pase así que jugará relajado.

En el DF sólo uno de cada cien detenidos por tráfico de drogas es consignado. No importa, ¿a qué hora es el partido México-Portugal?

Nada importa. Mejor dicho, nada es tan importante como ahora lo es el futbol. Pareciera que está en «pausa» la película nacional. Como si las grandes tareas y los grandes baches que enfrenta la realidad nacional pudieran esperan a que retomemos el rumbo cuando termine el mundial.

Y eso de retomar las tareas pendientes también tiene sus bemoles, porque habría que ver cómo acaba el ánimo mexicano tras el mundial. Ya ve, la selección nacional es fuente inagotable de esperanza.

Nada genera más esperanzas que su selección de futbol. No importa si es buena, mala, regular; siempre se tiene la esperanza de que gane. No importa si su director técnico ha hecho un papel bueno, malo o regular. Siempre se tiene la esperanza de que gane. No importa si en estos momentos está jugando bien, mal o regular. Siempre, en el fondo del corazón, se tiene la esperanza de que ocurra un milagro y, ¡gane el mundial!

Pero luego, cuando la realidad regresa y se nos planta en la cara, la resaca pesa. Y entonces nadie estará de ánimo para enfrentarse a lo que sea que nos depare el 2 de julio, más todo lo demás que durante los días futboleros pareció lo de menos.

Yo no quiero aguarles la fiesta. Nada más digo que no perdamos de vista el resto del panorama, porque cuando despertemos el monstruo va a seguir allí. ¿Alguien me escucha?

¡México!, ¡México!, ¡México!

Apreciaría sus comentarios: [email protected]
* Periodista mexicana

06/CL/LR

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