Su pasión por la medicina nació cuando ella era una adolescente, la influencia de su madre y padre fue determinante en la elección de su carrera profesional. Marina Ortega Mondragón es una destacada especialista que atiende a recién nacidos en el área de terapia intensiva.
La neonatóloga se integró a la vida productiva en un tiempo donde el conocimiento y la academia parecían un privilegio del hombre y el acceso a los servicios públicos era un derecho accesible para todas y todos los mexicanos.
La doctora, adscrita a la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales del Hospital Centro Médico la Raza, asegura que los 25 años de su carrera profesional le han parecido un sueño. La tecnología evolucionó de manera vertiginosa, se creó la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed), se impulsó la cultura de la certificación y las mujeres superaron en número a los galenos.
Como especialista en recién nacidos, Ortega Mondragón reconoce que la transformación de la mujer no sólo es profesional, los cambios son también físicos. El estrés, la responsabilidad laboral y la poca atención que prestan a su salud ha influido en el significativo aumento nacimiento de bebés con menos peso (de hasta 400 gramos cuando el habitual es de 3 kilos), con pocas semanas de gestación (de hasta seis meses) y con severos problemas de salud.
Datos proporcionados por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), señalan que 50 por ciento de ingresos a terapia intensiva en recién nacidos tiene su origen en la enfermedad de membrana hialina, una inmadurez del pulmón que se debe a la falta de maduración del bebé en el vientre de la madre.
Antes se pensaba que un niño prematuro iba a tener secuelas. La naturaleza y la tecnología demuestran que estos bebés se abren paso a pesar de su corta etapa de gestación, comenta la doctora con cierta satisfacción y asombro.
Al hacer un balance de su vida profesional, la especialista, próxima a jubilarse, recuerda con nostalgia que en los años 70, en la misma sala se atendía a un paciente poderoso al lado de otro con escasos recursos. El deterioro de la seguridad pública es evidente y los derechos sociales han disminuido, subraya.
Pero también agrega son innumerables los momentos que han contribuido a mi crecimiento personal, he visto agonías prolongadas en donde se lucha contra la enfermedad del bebé y el estado emocional de los padres, quienes un día se resignan a la muerte; al otro se resisten a la pérdida de su hijo. La empatía y la alianza del médico con los familiares juegan un papel vital en este proceso», señala Marina Ortega.
UN BUEN COMIENZO EN LA VIDA
Y como especialista del área intensiva de recién nacidos, la profesional recrea el ambiente en una sala de terapia intensiva: «Nos enfrentamos al dolor del paciente, la angustia de los familiares, las exigencias del personal y las presiones administrativas.
No debemos rebasar costos y algo muy impactante: nuestra productividad se mide en términos de supervivencia».
Cabe señalar que la neonatología es una de las especialidades con mayor auge en los últimos tiempos, ya que evita alteraciones emocionales y de comportamiento, problemas de aprendizaje o movilidad del cuerpo, retrasos mentales y trastornos nutricionales.
En opinión de la doctora, son insuficientes los especialistas que atienden a la población. «Debería haber uno en cada sala de partos, porque su presencia es vital durante el primer mes de vida del bebé, pero esto asegura un buen comienzo en la vida del ser humano».
Para Marina Ortega Mondragón la práctica de la medicina no se acaba con su jubilación, su pasión continuará en el consultorio privado porque una de sus satisfacciones en la vida es promover la cultura de la salud.
Mi mayor logro es ver caritas sonrientes, familias unidas y padres informados, y ante la falta de recursos, el foco es la cultura preventiva señaló.
09/LAG/GG
