Una integrante del Consejo General de Huelga (CGH) permanece en el exilio y su familia se protege de amenazas anónimas, dos años después del fin de la más reciente huelga de la UNAM, en el marco de la cual ella fue secuestrada y violada en dos ocasiones distintas.
Esta joven es una de las personas que en el anonimato protege y acompaña Acción Cristiana contra la Tortura (ACAT), organización internacional que cumple su primera década en México el próximo lunes.
«La buena noticia es que llevamos 10 años luchando contra la tortura y la impunidad; la mala es que la tortura y la impunidad privan en México», señaló en entrevista con Cimacnoticias el director de ACAT, Fernando Valadez.
Con una década de trabajo en México «hemos logrado una mayor cultura de denuncia, la rehabilitación de algunas personas torturadas, documentar 170 casos, así como poder equipar un centro en Oaxaca y uno en la ciudad de México».
La práctica de este crimen, de acuerdo con todas las agrupaciones de derechos humanos, crece en el mundo. En México, abundó Valadez, la «tortura exprés» –en la que cuerpos policiacos aprehenden a jóvenes y los agreden para extorsionarlos–, aumenta con velocidad.
Durante el primer año de la administración de Vicente Fox ACAT recibió 20 denuncias de tortura en México, la mitad de ellas provenientes de la región indígena Loxicha en Oaxaca. En la pasada década hasta 80 por ciento de las denuncias recibidas por ACAT (126) ocurrieron en esa región militarizada y depauperada del país.
El ex dirigente estudiantil consideró que la práctica de esta agresión continuará aquí porque ni la estructura policiaca, ni la del ejército han cambiado, «solamente hay nuevas generaciones de torturadores entrenados en las escuelas militares de Estados Unidos para reprimir al pueblo».
Las técnicas de agresión son cada vez más sofisticada «para no dejar huellas físicas, precisamente por los grupos de derechos humanos. Hoy ocupan más la tortura psicológica: simular tener a familiares en el cuarto contiguo, amenazan de muerte a las personas cercanas, o simulan ejecuciones donde, por ejemplo, cortan cartucho», finalizó el activista.
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