Inicio Explotación laboral infantil, efecto de la pobreza extrema

Explotación laboral infantil, efecto de la pobreza extrema

Las más de 800 mil niñas y adolescentes que trabajan en México lo hacen por la pobreza en sus hogares, se emplean en el mercado informal y experimentan bajos salarios y jornadas de más de 12 horas –de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi)–, además de que padecen violencia laboral y algunas tienen que emigrar.
 
El Estado mexicano está obligado a abolir el trabajo infantil que enfrentan 827 mil 896 niñas y adolescentes, ya que el pasado mes de junio ratificó el Convenio 138 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para elevar progresivamente la edad mínima para el empleo.
 
Ejemplo de la negligencia de las autoridades ante la explotación laboral infantil, es la situación de niñas, niños y adolescentes procedentes de los estados de Chiapas y Oaxaca que se emplean como ayudantes en cocinas económicas (fondas) o trabajadoras del hogar en el Estado de México.
 
Cimacnoticias recogió testimonios de estas niñas y niños explotados.
 
“Itzel”, de 12 años, salió hace tres semanas de Oaxaca para trabajar en una cocina económica en un mercado en el municipio mexiquense de Nezahualcóyotl, pues en su estado natal no había las condiciones para sostener junto a su madre una familia de ocho integrantes, relató una comerciante que por 20 años ha visto llegar a decenas de niñas a laborar a este mercado.
 
A “Itzel” la trajo su tía “Claudia” junto con otras tres niñas de entre 12 y 16 años de edad, que por la pobreza también ya habían abandonado sus estudios.
 
Según el testimonio de otra comerciante, una vez que llegan las niñas y adolescentes se les emplea en algunas de las cocinas o en casas particulares donde se requiera personal. Las que se quedan en las fondas realizan diversas tareas como lavar trastes, comprar productos, limpiar los locales, servir las mesas y entregar pedidos.
 
Su jornada laboral es de 12 horas seis días a la semana: de 9 de la mañana a 9 de la noche. Perciben apenas 600 pesos. Para vivir, “las patronas” (dueñas de las cocinas) les rentan un cuarto en mil 500 pesos atrás del mercado, en el que viven todas las personas que se requieran para completar la paga.
 
OBLIGADAS A TRABAJAR
 
De acuerdo con el informe 2014 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), 26 millones de niñas, niños y adolescentes padecen pobreza y pobreza extrema, y muestra de ello son los más de 300 mil niñas y adolescentes que se ven obligadas a trabajar para pagar su escuela y sus gastos personales, o de plano sólo laboran pues “el hogar así lo necesita”, según otra encuesta de Inegi de 2013.
 
El Inegi también reporta que del total de mujeres menores de edad que trabajan, 56 mil 476 tiene entre cinco y nueve años de edad, y 265 mil niñas trabajadoras no va a la escuela. La mayoría de las niñas y adolescentes se ocupa como “trabajadoras en actividades elementales y de apoyo”, “comerciantes, empleadas en ventas y agentes de ventas”, y “trabajadoras en servicios personales y de vigilancia”. 
 
De hecho, 7 mil 495 niñas y adolescentes son trabajadoras del hogar (algunas sin remuneración), cifra que en 10 años sólo se ha reducido 10 por ciento, y que se enmarca en una de las ocupaciones más desprotegidas por la Ley Federal del Trabajo.
 
Coneval informó que la mayor parte de la población infantil en pobreza vive en Chiapas, Oaxaca y Guerrero. No obstante, al ingresar al mercado del trabajo, el grueso de niñas y adolescentes que labora no recibe ingresos, y más de una cuarta parte percibe apenas un salario mínimo.
 
MALTRATOS
 
Las y los comerciantes entrevistados por esta agencia coincidieron en que además de las duras jornadas laborales, las y los niños que trabajan en las fondas reciben peores tratos que las personas adultas, ya que si por accidente tiran algún utensilio son humilladas frente a todo el mercado, además de que se les regaña con insultos y deben pagar lo que rompieron.
 
En caso de enfermarse, se les permite faltar sólo un día al trabajo o utilizar su único día de descanso, y no se les brindan recursos económicos aparte de su sueldo para pagar las consultas médicas.
 
Uno de los comerciantes aseguró que es común que las adolescentes presenten embarazos meses después de que llegan a trabajar, motivo por el que son despedidas y, en el mejor de los casos, se les permite continuar hasta que ellas mismas deciden abandonar el empleo, pero sin que se les dé al menos un apoyo para el parto y los cuidados que requieran.
 
Ninguna de las adolescentes continúa sus estudios y la mayoría abandona en breve las cocinas económicas para buscar otro empleo en el mismo mercado o en las casas de los comerciantes.
 
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