Hoy, día de elecciones generales en el Estado Español, faltan muchos votos. En los diferentes programas informativos tanto de televisión como de radio llevamos todo el día escuchando que nos falta el voto de Isaías Carrasco, ex-concejal del PSOE asesinado por los terroristas de ETA el pasado viernes día siete de marzo.
Su asesinato provocó el final anticipado de la campaña electoral, así como la supresión de las fiestas de fin de campaña que los partidos políticos tenían preparadas para esa misma noche.
Fue un mazazo para la sociedad y para la democracia. Nadie discutió sobre las medidas que de inmediato se tomaron por las direcciones de los diferentes partidos y tampoco nadie cuestionó que a la democracia le faltaba el voto de un ciudadano cuya vida arrebataron los terroristas de ETA.
Pero la democracia sigue incompleta, puesto que faltan muchos más votos. Si, nos faltan alrededor de trescientos votos que son los del mismo número de mujeres muertas en esta legislatura asesinadas a manos de sus parejas o ex-parejas. Es posible que en votos haya que reducir un poco el número puesto que algunas de las mujeres muertas eran inmigrantes sin derecho a voto por diversas circunstancias.
Pero en cualquier caso están muertas y muchas de ellas, la mayoría, tenían derecho a voto.
Con estas cifras no pretendo quitar importancia a la muerte de Isaías Carrasco. No. Sólo pretendo que tampoco se olvide a estas otras víctimas de otro tipo de terrorismo: el machista.
Mata mucho más y de una forma más selectiva, puesto que solamente mata a mujeres. Y una vez enterradas ya sólo las recuerdan sus familiares. Nadie más. Sus familias no son convocadas a manifestaciones de carácter político por parte de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) pese a ser también víctimas del terrorismo machista. Tampoco las principales instituciones las recuerdan con símbolos o con medallas a ningún mérito pese a haber pasado la vida sufriendo las afrentas de sus verdugos. Y hoy, día de elecciones generales, nadie recuerda su numerosa ausencia ante las urnas.
Es curioso. Hemos avanzado socialmente en el rechazo al terrorismo de cualquier tipo, pero en el machista seguimos condenándolo, pero a veces de una forma bastante distinta de cómo lo hacemos con el terrorismo de ETA o el del carácter islamista. Y todas las mujeres asesinadas suman más que, incluso, las víctimas del 11-M de imposible olvido para nuestra sociedad.
Sin embargo el continuo goteo de mujeres muertas que se ha dado en ésta y otras legislaturas parece ser olvidado en un día como hoy. Parece que nadie recuerda que también eran ciudadanas con derecho a voto y, por lo tanto con voz propia. Como si el hecho de no haberse dedicado al la vida política las volviera invisibles a la hora del recuerdo. Y no es así.
Es cierto que hoy falta el voto de Isaías Carrasco y que su viuda y su hija mayor han dado una verdadera lección de democracia al ir a ejercer su derecho al voto. Pero faltan muchos más votos. Y también es justo que lo recordemos. Puesto que en una democracia como la nuestra, con todas las imperfecciones que se le quieran achacar, cada persona mayor de edad tiene el derecho (y el deber) de ejercer su sufragio para poder elegir quien, de entre los que se presenta, cree que va a defender mejor sus intereses. Y hoy faltan muchos votos. Todos los de las mujeres muertas a manos del terrorismo machista que se las ha ido llevando por delante y sesgando sus vidas.
Mi recuerdo para ellas y mi respeto para todas sus familias que seguramente y, a pesar del tiempo transcurrido, las seguirán llorando.
Muchas de ellas hoy también hubieran ido a votar y no pueden. Sencillamente las mataron y acallaron su voz.
La democracia está incompleta sin ellas, sin las víctimas del terrorismo machista.
* Periodista y feminista en Ontinyent, Valencia, España.
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08/TM/GG
