Inicio Fe vs Religión: tres caídas sin límite de tiempo

Fe vs Religión: tres caídas sin límite de tiempo

Por Lydia Cacho

Tota muyer in utero (toda mujer se reduce a una matriz) es una frase en latín que fue escrita hace cientos de años por Marañón, un famoso médico que en su desconocimiento sobre biología humana (nos recuerda a un señor Serrano Limón) aceptaba de manera irrefutable los textos de Santo Tomás, el más famoso teólogo de la Edad Media.

El filósofo escribió: «La mujer es algo imperfecto y ocasional, ya que la virtud activa que recibe en el semen del varón tiende a producir algo perfecto, semejante al mismo género masculino, y cuando nace mujer esto se debe a la debilidad de la virtud activa (ella), o a la mala disposición de la materia…o por algún agente extrínseco, como por ejemplo: los vientos australes».

En aquellos tiempos se desconocía lo que la ciencia moderna sabe ahora: el género del producto lo determina la información genética contenida en el semen y no la «mala disposición de la mujer».

Como esta falacia, múltiples sentencias discriminatorias hacia la mujer determinaron, desde lo religioso y «lo científico», la inferioridad de la mujer ante el hombre. Basta recordar que en esa misma época los médicos aseguraban que la mujer era «un varón fallido» por su carencia de pene, y al hombre se le describía como un «prototipo de la perfección humana».

Entonces una mujer era considerada como un animal inferior con un sólo propósito, según Marañón «toda razón de ser mujer se sitúa en la acción pasiva de desarrollar una maternidad para el varón». A pesar de sonar anacrónicas, las consecuencias sociales y políticas de estos preceptos se reflejan hoy día en la discusión sobre la anticoncepción de emergencia.

Según el sacerdote jesuita rector de la Universidad Javierana de Bogotá, Alberto Múnera, hasta bien entrado el siglo XX las percepciones de las funciones reproductivas de la mujer llevaron a reducirla a un útero y a fortalecer la discriminación hacia las humanas, arrebatándoles toda posibilidad de decidir sobre su sexualidad y capacidad reproductiva. De allí surgen los debates que durante estas semanas desató la Norma Oficial Mexicana de Planificación Familiar.

LA IGLESIA PROPONE UN VIAJE AL PASADO

Todavía hasta después de la llegada de los españoles a México, cuando había 545 millones de habitantes en la tierra, los conquistadores -de quienes heredamos los códigos penales- prohibieron los métodos de contracepción herbolaria indígena. Más tarde, después de la Independencia, se fortaleció la política poblacionista para que nacieran más mexicanos y mexicanas que construyeran la nación; entonces estas políticas junto con el catolicismo de los conquistadores moldearon una legislación contra el aborto.

En 1700, el clérigo T.H. Malthus expuso una revisión a la explosión demográfica, proponiendo su famosa tesis de que mientras la gente se reproduce en proporción geométrica, los abastos alimenticios se multiplican de manera aritmética; por tanto habría algún día más gente y menos recursos naturales, y entonces se cuestionó el crecimiento demográfico y la reproducción sin control, creando políticas de Estado para ello.

A pesar de ello, el Vaticano comenzó a prohibir el aborto con el fin de frenar la prostitución, creyendo que éste se utilizaría como método anticonceptivo; reiterando una vez más el poder que ellos se habían adjudicado sobre el cuerpo de las mujeres y su reproducción.

Todo comenzó en 1869 con el Papa Pío IX, cuando a pesar de la explosión demográfica y de que el Fondo Cristiano para la Infancia reporta que a diario mueren cuatro mil 500 infantes por inanición, abandono y pobreza en el mundo, el Vaticano ha recurrido a los principios morales del Génesis negándose a aceptar que a partir del Renacimiento, cuando la humanidad se cuestionó la religión y nació la ética humanista, hasta este año 2004 los preceptos del Siglo dieciocho ya no son aplicables a la realidad social.

Además de demostrar su profunda ignorancia sobre cómo funciona la anticoncepción de emergencia y confundirla con la RU (una píldora abortiva que se vende en algunos países europeos) los curas de la Iglesia católica ponen a prueba al presidente Fox, al confrontar una política pública de salud y evidenciar su visión anacrónica que vuelve a la Edad Media, excluyendo a las mujeres de los procesos democráticos incluyentes que les permiten tomar una decisión y acceder a ella en los servicios de salud pública.

Lo cierto es que esta ridícula amenaza de excomulgar a quienes eviten dentro de las primeras 72 horas un embarazo no deseado logrará dos cosas fundamentales: evidenciar la decadencia de los líderes religiosos y de la Iglesia como autoridad moral, y fortalecer la fe de las mujeres y hombres que creen en una deidad que les dotó de alma, conciencia, inteligencia y voluntad.

Además, claro está, es más fácil poner en la mesa el debate sobre la relación Iglesia-Estado y la propuesta del Vaticano de revivir la reproducción indiscriminada y la misoginia medieval, demostrando que es más importante dominar con el miedo y la amenaza, que dar calidad de vida a la ciudadanía viva, fiel, o no, al dogma católico.

Favor de mandar sus comentarios a [email protected].

04/LC/GBG

Este Web utiliza cookies propias y de terceros para ofrecerle una mejor experiencia y servicio. Al navegar o utilizar nuestros servicios el usuario acepta el uso que hacemos de las cookies. Sin embargo, el usuario tiene la opción de impedir la generación de cookies y la eliminación de las mismas mediante la selección de la correspondiente opción en su Navegador. En caso de bloquear el uso de cookies en su navegador es posible que algunos servicios o funcionalidades de la página Web no estén disponibles. Acepto Leer más

-
00:00
00:00
Update Required Flash plugin
-
00:00
00:00
Ir al contenido