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Feliz día de la no madre

Por Lucía Lagunes Huerta*

Decidir no ser madre no es nada fácil en estas sociedades donde serlo es destino natural, realización de las mujeres, felicidad completa, dicen.

Asumir que no deseas ser madre, implica el cuestionamiento a lo que por siglos se ha transmitido y hasta investigaciones ha provocado: el instinto materno de las mujeres.

Se nos dijo, y aún ahora se repite, que las mujeres somos madres por instinto, porque brota de nuestro inconciente al momento de ver un bebé, porque por eso la naturaleza nos dio el cuerpo que tenemos, si no para qué.

El instinto, dice María Moliner, es un móvil psíquico que determina en los animales los actos no aprendidos ni reflexivos, como el huir para poner a salvo su vida. A diferencia de los animales, las mujeres contamos con la razón y la posibilidad de optar, de elegir qué queremos.

Desde pequeñas nos programan para la maternidad como destino, apenas nacemos mujeres y ya nos proyectan casadas y con hijos, de nuestros primeros juguetes los bebés, las mamilas y carriolas serán los instrumentos del entrenamiento para la maternidad.

Por ello cuando una mujer abiertamente asume que no quiere ser madre la sociedad reclama la falla del entrenamiento, algo no está funcionando.

Para evitar errores las muñecas se vuelven sofisticadas y hay que darles papilla y limpiar sus pañales, y claro ponerles la camioneta y a Kent para que el paquete pueda ser más atractivo.

Las razones para ser madre son muchas, dicen quienes invitan a las mujeres que no quieren serlo: «no estarás sola, habrá alguien que vea por ti, la solidaridad y el cariño también puede venir de las hermanas, las amigas, estarás completa, quién dijo que estamos incompletas».

Tan fuerte es el condicionamiento de las mujeres y de la sociedad hacia la maternidad que cuando se nos quita la matriz, dicen que nos vacían, y muchas sienten que se les va la vida con ello, hasta rituales de entierro llegan a hacer, como si su ser femenino se viera mutilado.

Ser madre, ante todo, es otra de las frases que se suelen colocar en el camino de la construcción del instinto que quieren que creamos que tenemos. Si el embarazo es producto de la violación de un desconocido o familiar, de soldado o policía o de la estrategia de guerra, no importa, hay que ser madre.

Por ello es tan difícil asumir en público que una no quiere ser madre y busca las respuestas que te coloquen lejos de la sospecha: «aún lo estoy pensando, no he encontrado con quien, para el otro año», etcétera. Son algunas de las respuestas para salir del paso y evitarse explicaciones que nadie nos tendría que pedir, pero que todos sienten el derecho a cuestionarnos.

Por ello cuesta tanto asumir que las mujeres tenemos el derecho de decidir si queremos o no ser madres, darnos el grado de humanidad en plenitud y con futuro.

Por eso aún vale la pena el slogan «maternidad libre y voluntaria», porque ello implica el poder de decidir, decidir en libertad, sin coerción, sin chantaje. Porque cuando una maternidad es decidida se vive con más placer y el nuevo ser es más seguro que se sienta amado.

Por ello y para todas las mujeres que han decidido no ejercer la maternidad, feliz día de la no madre.

* Directora general de CIMAC A.C.

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