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Forma y fondo

Por Cecilia Lavalle

Dicen que en política la forma es fondo. Y tal vez sí. Pero, en todo caso, sólo en política, porque a la hora de la verdad la forma es forma y el fondo es fondo.

Tomemos el Día Internacional de No Más Violencia contra las Mujeres. Hasta hace unos años era un día que sólo unas cuantas mujeres (escandalosas, agregaría más de uno) conmemoraban. Tejiendo redes solidarias en todo el mundo, sacaron a la luz pública un tema del que se hablaba por lo bajito so pena de pasar a ser la vergüenza de la familia. Primero muerta que ser la vergüenza, se pensaba. Y sí, se morían o, mejor dicho, las mataban.

Estas mujeres insumisas, comenzaron a contar a las mujeres agredidas y también a las asesinadas. Y al contarlas, y al exigir que contaran y que se contaran, fueron haciéndole mella al mundo gritando que eran cientos, miles, millones de mujeres las que padecían violencia.

Con paciencia de mujer estas insumisas fueron sumando año con año a más mujeres, y a no pocos hombres, para insistir que la violencia contra las mujeres no era un problema doméstico, sino de derechos humanos, y que en esa medida debía ser público, muy público. Promovieron la realización de estadísticas, la creación de bancos de datos desagregados por sexo. Le pusieron algunos adjetivos a la violencia y nacieron los conceptos de violencia intrafamiliar, violencia económica, violencia psicológica. Miraron el problema, pues, con una perspectiva feminista, con perspectiva de género.

Algunas de estas insumisas formaron redes entre periodistas para hacer visibles los problemas relacionados con la violencia hacia las mujeres. Mostraron otra forma de hacer periodismo, otra forma de hacer noticia, otra forma de ver la realidad de las mujeres.

Así pasaron los años y llegamos al 2005. Hoy, la conmemoración del Día Internacional de No Más Violencia contra las Mujeres ocupó espacios muy importantes en la prensa, radio y televisión nacionales. Notas informativas, reportajes, entrevistas; cifras, datos, numeralias; en fin, la radiografía del terror en el que viven millones de mujeres fue noticia de primera plana.

Por su parte, en el camino, algunos políticos y algunas políticas entendieron, comprendieron, se solidarizaron y han ido poniendo su grano de arena para ayudar a prevenir, combatir y erradicar la violencia de género. Otros, otras, los menos, las menos, tienen una larga trayectoria en movimientos feministas o en asociaciones que luchan contra la discriminación, y ahora, desde el poder político, se esfuerzan por hacer la diferencia, por cerrar la brecha enorme de la inequidad que encuentra en la violencia su más alto nivel. Otros políticos, otras políticas, suponen, imaginan, creen que en todo la forma es fondo.

En Quintana Roo, por ejemplo, el DIF estatal organizó en Chetumal una marcha con motivo del Día Internacional de No Más Violencia contra las Mujeres, y a una/o de los organizadores se le ocurrió la «brillante idea» de llenar el desfile con estudiantes de bachillerato. Las y los alumnos del primer semestre fueron convocados, cual reservas de paleros, para asistir al desfile. No les dieron mayor información, excepto lo que se consideró indispensable: no asistir les costaría el 30 por ciento de una de sus calificaciones.

Pregunto: ¿una marcha en este día tan importante en la lucha de las mujeres por una vida sin violencia se realiza para contribuir a crear conciencia o para salir en la foto? ¿Qué diferencia hay, entonces, entre esa marcha y el desfile del carnaval o el de la colecta de la Cruz Roja, o el del 20 de noviembre? Eso sin contar con que se muestra una absoluta falta de respeto por la juventud y por la lucha valiente que llevan a cabo miles de mujeres en el mundo por erradicar la violencia de género.

Al día siguiente, el mismo DIF estatal organizó la transmisión de la película española Te doy mis ojos, una excelente película que muestra diferentes tipos de violencia y nos acerca a la problemática del varón golpeador. Nuevamente se llenó el auditorio con la presencia obligada de jóvenes de nivel medio superior que no tenían idea de la película que iban a ver o la razón por la que se transmitía. Resultado: se rieron la mitad de la película y platicaron la otra mitad.

Finalmente, el viernes 25, el Instituto Quintanarroense de la Mujer organizó otra marcha. La nota periodística da cuenta de los discursos pronunciados. Ninguna novedad, ninguna exigencia; eso sí, todos políticamente correctos. Al final, la nota alude a las palabras del gobernador: palabras amables para las marchistas, ningún compromiso, ningún pronunciamiento.

Y que conste que datos oficiales señalan que Quintana Roo ocupa el primer lugar en el país en feminicidio. Y que conste que en Quintana Roo el fenómeno aumentó 40 por ciento entre 2002 y 2003. Y que conste que la presidenta en la Cámara de Diputados de la Comisión especial para conocer y dar seguimiento a las investigaciones relacionadas con los feminicidios en la República Mexicana, Marcela Lagarde, desde julio ha venido solicitando, sin obtener respuesta, una entrevista con el gobernador y una reunión interdisciplinaria para hablar de la problemática y encontrar soluciones.

No. La forma no es fondo. Y hay veces que la confusión ofende, duele, preocupa y molesta.

Apreciaría sus comentarios: [email protected]

*Periodista mexicana

05/CL/YT

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