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Fox ataca de nuevo

Por Lydia Cacho

Vicente Fox está a punto de parir una criatura, será padre, así como lo han sido los anteriores presidentes pertenecientes al Partido Revolucionario Institucional (PRI). Fox y sus antecesores, aquéllos a quienes vilipendió hasta decir basta, serán compadres de la misma criaturita: una pequeñuela llamada corrupción, que crecerá desmedidamente en años perro y que fortalecerá a un México incapaz de resolver sus problemas lejos de la ilegalidad.

La cosa es muy sencilla: las y los legisladores se oponen a autorizar la reforma fiscal, unas semanas más tarde surge un escándalo sobre la corrupción en Petróleos Mexicanos (Pemex). Apoyados en este escándalo, los asesores del presidente y él mismo aseguran que el PRI ha sido siempre corrupto, y que él va a cambiar las cosas.

Curiosamente 15 días después del «pemexaso», nos enteramos de que habrá un aumento en los precios de la energía eléctrica. Resulta que existen 10 millones de personas que literalmente se roban la luz: por un lado se contabiliza lo pagado por los usuarios y por otro se compara con la producción y gasto de energía, la diferencia da el número.

Sabemos que todos los empleados del sindicato de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Luz y Fuerza del Centro tienen subsidio de por vida. Nuestro presidente pide cordura y apoyo a su decisión, pero omite explicarnos que el hecho de que no se aprobó su reforma fiscal le ha generado un problema presupuestario; así pues, los diez mil millones de pesos que se captarán como resultado del alza en los precios de la luz, no se utilizarán para crear plantas generadoras, ni para fortalecer el sistema que ya tiene un grave problema de insuficiencia, no.

Esos 10 mil millones de pesos serán utilizados en el gasto corriente del sector público y así, en palabras de Fox «tapará el hoyo» del presupuesto no aprobado por las y los legisladores.

Como si esto no fuese suficiente, existe un adeudo de 26 mil millones de pesos a la CFE y ¿quién debe semejantes cantidades? pues nada menos que Teléfonos de México (Telmex) y las oficinas del gobierno federal. Es así que mientras la ciudadanía de Quintana Roo ( para ubicarnos en el estado, aunque esto afecte a toda la provincia) paga las cuotas de energía más elevadas del país, el gobierno permite subsidios a una de las empresas que cobra el otro servicio más caro: el teléfono.

Aquí viene el asunto de la paternidad: Fox incitó desde ya a millones de mexicanos y mexicanas a negociar con los empleados de la CFE para instalar diablitos y alterar los medidores de luz. De la misma forma en que cada vez que en nuestro país suben los impuestos el resultado en lugar de ser una mayor recaudación, es un crecimiento demostrable de evasión tributaria y un aumento de economías subterráneas, muy pocos serán los usuarios honestos que se presten a subsidiar a Telmex y al mismo gobierno.

Sabemos que la CFE está perfectamente enterada de la cantidad de usuarios que pagan menos energía de la que consumen, eso refuerza la idea de que la corrupción está institucionalizada y cada cual recibe su tajada.

Con una incapacidad reiterada para hacer un ofrecimiento político respetuoso a la ciudadanía, como por ejemplo, plantear que se subirán las tarifas a la vez que se retirarán los subsidios de empleados y sindicatos, de grandes empresas, de Telmex y del gobierno, y que paulatinamente decrecerán las tarifas hasta restablecer, en un par de años, la legalidad y el pago menor e igualitario para toda la población de acuerdo con sus recursos y zona en que habita, el presidente Fox fortalece las redes de corrupción, sabe que la energía eléctrica es un artículo de primera necesidad.

Contrario a sus discursos de campaña, Fox repite las mismas fórmulas viejas: destapar un hoyo para tapar otro, pero ahora con el gravísimo peligro de descapitalizar a la CFE. Nada nuevo bajo el sol de la neodemocracia y la sociedad civil ¿dormida o alterando medidores?

       
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