Inicio Francia: Ségolène Royal, reforzada, pero izquierda disminuida

Francia: Ségolène Royal, reforzada, pero izquierda disminuida

Por Alejandra Landón Salazar

Francia mostró ayer, durante la primera vuelta de las elecciones presidenciales, que no les daba mucho lugar a los extremos, ni a los de la derecha, ni a los de la izquierda, dijo hoy el periodista argentino Santiago O´Donnell en su artículo «La alternancia sana», publicado en el periódico El Mundo.

O´Donnell comenta que el Partido Socialista, cuya candidata es Ségolène Royal, salió reforzado de las urnas pero la izquierda aparece disminuida. La elección francesa dejó a los extremos ?izquierda y derecha? como víctimas del sobresalto democrático, mencionó el informador argentino.

Respecto a los conservadores, Santiago O´Donnell dice que el ogro venido de las catacumbas de la extrema derecha, a sus 78 años, Jean Marie Le Pen, vio su electorado disminuir bajo la influencia de Nicolas Sarkozy.

Con un total de 35 por ciento de los votos obtenidos en la primera vuelta, la izquierda, en su conjunto, no tiene un horizonte fácil. Socialistas, comunistas, ecologistas y trotskistas no llegan al 40 por ciento necesario para soñar con que la victoria está a su alcance, menciona el periodista.

Sarkozy le sacó a Le Pen los puntos que le hubiesen permitido al jefe del Frente Nacional jugar en la sala de los grandes. A su vez, ese éxito es una suerte de hipoteca para la segunda vuelta: un segmento de los votos de la extrema derecha que hubiesen podido beneficiar a Sarkozy ya están contabilizados en la primera vuelta, comentó el periodista.

El casi 11 por ciento de Jean Marie Le Pen abre la puerta de su despedida y, tal vez, de una parte sustancial de su discurso y sus valores, que tanto penetraron en la sociedad y el conjunto de los partidos del país.

Los candidatos trotskistas se quedaron en el subsuelo y el mismo José Bové, figura aguerrida de la oposición a la globalización, naufragó con 1.5 por ciento.

El 6 de mayo todo se jugará con los votos de ese poco más de 18 por ciento que eligió a François Bayrou. Electorado extraño, múltiple, oriundo tanto de la derecha como de la izquierda, dice O´Donnell.

Bayrou atrajo a sus urnas a muchos simpatizantes socialistas aterrados por la candidatura de Royal, decepcionados de la gestión del partido de la rosa o simplemente atraídos por esa idea ficticia según la cual la izquierda y la derecha son metáforas que remiten a un pasado superado.

Respecto a la segunda parte de la elección, O`Donnell expresa que hoy comienza otra campaña, una nueva versión del nunca superado antagonismo entre la izquierda y la derecha, y también inédita: una mujer como primera candidata de una de las democracias históricas de Occidente.

Las cuestiones ligadas a la inmigración, la identidad nacional y ciertos desvíos hacia el patriotismo no resultan adecuadas en el imaginario mundial para una democracia como la francesa.

Sin embargo, el antifeminismo y ciertas expresiones estructurales de racismo fueron, en los últimos tres meses, un eco cotidiano, mencionó Santiago O´Donnell.

Respecto a los extranjeros oficialmente radicados en Francia, el periodista informa que temen la victoria de Sarkozy. Para muchos, su presidencia equivaldría a una expulsión, a una reducción de los derechos adquiridos, incluso los de aquellos que llevan décadas de residencia legal y que están perfectamente integrados.

Nicolas Sarkozy y Ségolène Royal son dos supervivientes en un sistema que deja pocos márgenes: Sarkozy ganó un altísimo nivel de votos a pesar de haber pasado cinco años como miembro de un gobierno que exacerbó la fractura social, según O´Donnell.

Más allá de los porcentajes obtenidos por los dos últimos

protagonistas de la disputa presidencial, el resultado, incluido su alto nivel de participación, muestra que la sociedad se movilizó para lavar la afrenta que pesaba sobre su cielo desde 2002. La extrema derecha disputó entonces la segunda vuelta en lugar del representante socialista.

Sólo derecha e izquierda y, en cada uno de ellos, una punta de los extremos en los discursos y propuestas. Pero el 11 por ciento obtenido por Le Pen y las constantes estadías que hizo Sarkozy en las playas de la extrema derecha prueban que esa tendencia, al menos en Francia, sigue determinando millones de votos. Todo es igual, pero algo ha cambiado, comenta el periodista.

Ayer se restauró la silueta de la alternancia sana. Hoy comienza otra campaña. Ojalá les ahorre a millones de personas la sensación de que van a ser expulsados, o que el color de su piel vale cinco votos de quienes los desprecian, concluyó O?Donnell.

07/AL/GG

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