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Fuertes turbulencias en la economía… y en los bolsillos

Por Carmen R. Ponce Meléndez*
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Durante el gobierno de Enrique Peña Nieto el peso se ha depreciado respecto al dólar 17.4 por ciento. Para el jueves 11 de este mes la divisa cerró a 15.05 (lo que remite a precios de marzo de 2009); en 2012 era de 12.82 pesos por dólar.
 
En conjunción, el precio del petróleo se ha desplomado más de 40 puntos porcentuales en lo que va del año: su precio está en 53.72 dólares el barril.
 
Situación que se combina perversamente con volatilidad en los mercados financieros, provocado en gran medida por la expectativa de que el Banco Central de Estados Unidos (FED, por sus siglas en inglés) deje de inyectar dólares a la economía y aumente la tasa de interés.
 
Todos estos elementos repercuten en las bolsas de valores que han experimentado caídas importantes, y la de México no es la excepción; para el 10 de diciembre se desplomó 2.28 puntos, la caída más alta en los últimos ocho años. 
 
El ingrediente que agrava todo este panorama económico es la inseguridad social y política. Vamos, el clima de violencia en que se vive cotidianamente.
 
La devaluación que de facto está experimentando el peso es inflacionaria, entre otras cosas porque muchos de los bienes producidos en el país son con insumos importados y a la planta productiva le repercuten en sus costos de producción.
 
De acuerdo con cifras del Inegi, en la balanza comercial los bienes intermedios –insumos para producir otros bienes– representan 74.7 por ciento de las importaciones; para el mes de octubre ascendieron a 230.7 millones de dólares. Adicionalmente está la importación de bienes finales con un 14.3 por ciento del total de importaciones.
 
Es tan alto el componente de insumos importados que tienen los productos que se exportan que prácticamente el único valor agregado es la mano de obra mexicana, y como ésta es muy barata no hay crecimiento económico, pese al dinamismo que muestran las exportaciones manufactureras, como las de la industria automotriz.
 
Si bien es cierto que un precio alto del dólar beneficia las exportaciones este beneficio es anulado por las importaciones que son mayores a las exportaciones. La balanza comercial es deficitaria con 1.6 millones de dólares (datos del Inegi de enero-octubre de 2014).
 
Hay muchas posibilidades de que este déficit comercial crezca considerablemente por dos factores: disminución de las exportaciones petroleras y del precio del crudo. Entonces ingresan menos divisas a la economía del país, restando fortaleza a la moneda nacional.
 
Otros efectos importantes de la depreciación del peso son el hecho de que tanto la deuda pública como la privada (de la mayoría de las empresas) están en dólares, al subir su precio sube la deuda y disminuye la disponibilidad para inversión.
 
Como resultado inmediato aumentan los costos, mismos que se recuperan vía precios, vía inflación, que pagan todos y todas las ciudadanas de a pie.
 
El Banco de México –como Banco Central que regula inflación y política cambiaria– ha advertido sobre los efectos inflacionarios, pero más que advertir debería resolver.
 
Por lo pronto mantiene una subasta diaria de 200 millones de dólares, mal que bien han evitado una caída más estrepitosa del peso, pero no hay que olvidar que esta medida disminuye las reservas del país y luego ¿cómo y cuándo se recuperan?
 
Respecto a la tan temida espiral inflacionaria, actualmente la afectación más importante –en noviembre y según datos del Inegi– está en alimentos (pecuarios, frutas y verduras).
 
Los energéticos ocupan (y ocuparán) un lugar muy importante con 7.23 de inflación, en igual circunstancia estarán las “tarifas autorizadas por el gobierno”, con el aumento a las gasolinas y las nuevas tarifas del gobierno para 2015.

(VER GRÁFICA AQUÍ)

En este escenario de incertidumbre provocado por las turbulencias económicas, juega un papel preponderante el desplome del precio internacional del petróleo. En 2013 cerró a 93.20, para el 11 de diciembre del año su precio es de 53.72 dólares, una disminución de 39.5 dólares por barril; significa una reducción de más del 70 por ciento en un año.
 
Y en esa misma medida se reducen los ingresos petroleros, ingresos que forman parte importante de las finanzas públicas, por lo consiguiente del gasto público disponible. Una reducción del gasto público frena el desarrollo económico.
 
Para 2014 la Ley de Ingresos de la Federación presupuestó un gasto considerando que sus ingresos petroleros estarían basados en un precio de 85 dólares, es decir le van a faltar 31.28 dólares por barril, súmele la reducción por la disminución del volumen de las exportaciones del crudo.
 
Las autoridades de Hacienda dicen que no debe preocupar porque la cobertura que contrataron es amplia, es de 70 dólares. Pero las coberturas no son gratis, también costaron varios millones de dólares y significan un gasto adicional, un gasto público adicional.
 
Ciertamente nuestra economía no está tan petrolizada como hace 10 años, pero sí lo suficiente como para “vender” exitosamente en el extranjero la reforma energética y, sobre todo, para empezar desde ya con medidas correctivas.
 
Los precios bajos del petróleo no son de corto plazo sino de largo aliento (10 a cinco años), porque ésa es la tasa interna de retorno que tienen las inversiones en la materia. La demanda internacional ha bajado.
 
China, una de las principales demandantes, ha reducido su demanda porque también ha disminuido el ritmo de su crecimiento económico. Estados Unidos ha empezado a ser exportador, su pretensión es inundar el mercado y mantener los precios bajos. México es el más afectado por esta política, ni cómo presumir su reforma petrolera en vías de instrumentar.
 
Frente a toda esta problemática, la plaza pública no quiere sangre, lo que sí demanda y con justa razón son soluciones. Solución a los 43 normalistas de Ayotzinapa; a los bajos salarios con precios altos; a la corrupción, así como a la inseguridad y violencia contra las mujeres.
 
P.D.
 
Por fin. El pasado 10 de diciembre fue aprobado por la Cámara de Diputados el dictamen que desvincula al Salario Mínimo (SM) de ordenamientos legales y establece que el valor de la Unidad de Medida y Actualización equivaldrá al que tenga el salario mínimo general vigente diario para el área geográfica A o B. Formalmente esto permitirá mejores incrementos salariales. En este mes la Comisión de Salarios Mínimos (todavía) fijará el nuevo SM para 2015, sólo falta que salga con su ridículo y vergonzoso incremento de 3 pesos.
 
Twitter: @ramonaponce
 
*Economista especializada en temas de género.
 
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