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Gasolineras emplean a mujeres al margen de ley laboral

Por Hypatia Velasco Ramírez

Aunque no se tienen cifras del número de mujeres que trabajan en las cerca de 7 mil gasolineras en la República Mexicana, éste es un fenómeno reciente que en la actualidad se caracteriza principalmente por la indefensión laboral que sufren.

En estos establecimientos, las y los despachadores son frecuentemente explotados, no reciben un sueldo, son obligadas y obligados por los franquiciatarios a vender productos o pagarlos de su dinero y a firmar hojas en blanco, con las que son chantajeados por los dueños de las franquicias.

En entrevista para Cimacnoticias, Silvia Márquez Santiago, quien trabajó en la gasolinera Servicio Valle de México, SA de CV y que luego de sufrir un accidente dentro de suárea de trabajo interpuso una demanda laboral contra la empresa y el propietario de la mismaMartín Gómez Robledo, aseguró que ahí se obliga a que las empleadas paguen una cuota diaria por aceite y otros productos. En el turno donde ella laboraba, explica, había únicamente mujeres.

Y aún cuando la «ordeña» deja aproximadamente 40 millones de pesos anuales a los franquiciatarios de las aproximadamente 7 mil 200 estaciones, según datos de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), éstos no pagan salarios y seguridad social, ni cuentan con las prestaciones que establece la ley.

Las y los despachadoras, como se les llama, viven únicamente de sus propinas, algunos a veces ganan hasta 400 pesos por día, pero hay otros, como sucedía con Silvia, que llegan a ganar en un día de 5 a 20 pesos.

Dinero que, dice, se le iba de las manos el mismo día que los ganaba, pues la gasolinera le cobraba entre otras cosas dulces para los clientes, las hojas de corte y el uso de las islas en donde las mujeres trabajaban.

Por el uso de isla, dice, pagábamos 20 pesos, por la hoja de corte, nos cobraban un peso y si nos equivocábamos nos pedían cinco pesos más por el error, y la bolsa de dulces para darle a los clientes costaba alrededor de 28 pesos.

Sólo en esos productos, a Silvia se le iban mínimo 50 pesos diarios.

Pero además, las obligan a vender una cierta cantidad de aceites, «aunque al principio no nos pedía dinero por venderlos, luego comenzaron a cobrarnos diariamente una cuota mínima de 100 pesos si no los vendíamos»

Silvia relata que cuando entró a trabajar en la gasolinera en abril de 2006, el lugar, ubicado en el kilómetro 17.5 de la autopista México-Puebla, no contaba con mucho clientes, por lo que la entonces gerente, Aime Selene Segura Hernández, decidió que las empleadas debían pagar cierta cantidad de dinero para comprar dulces y así atraer un mayor número de clientela.

Como dicha táctica no funcionó, obligó a las empleadas a salir a la autopista «a jalar los autos» y para ello debían pasar en la carretera, cada una de las 8 mujeres empleadas en la gasolinera, de media a una hora diaria.

«Nunca pensaron en los accidentes que podían pasar», reflexiona Silvia.

Igualmente, indica, llegó un momento en que además de despachar la gasolina debían lavar la carrocería de los autos y cuando no había personal de intendencia «lavábamos los baños y teníamos que trapear los pisos».

Tampoco tenían permitido comer en las islas y mucho menos, recuerda Silvia, salir a comer, aún cuando su turno era de ocho horas diarias sin descanso.

Y «nos apresuraban para ir al baño, pues no podíamos dejar solas las islas», relata.

Las mujeres que trabajaban con Silvia tenían entre 20 y 30 años de edad. Sin embargo, y en contra de los que establece la ley, se contrató a una niña de 14 años, ante lo cual el dueño y la gerente argumentaron que era hermana de ésta, por lo que Silvia y sus compañeras no podían decir nada el respecto.

El 30 de mayo de 2006 Silvia sufrió un accidente dentro de la misma gasolinera. Un camión de la empresa Santa María Astahuacan, SA de CV la atropelló y a causa de eso perdió gran parte de su pierna derecha.

Luego del accidente, la gerente amenazó con el despido a cada una de las trabajadoras y compañeras de Silvia si éstas le «ayudaban jurídicamente». Comenzaron a obligar a las trabajadoras a firmar hojas en blanco y a contratar de la misma manera.

En un principio la gerente se mostró «amable» con Silvia e incluso le ofreció un puesto diferente dentro de la misma gasolinera, pues «lo que ellos querían era que no interpusiera una demanda».

Sin embargo, Silvia demandó, con lo que Segura Hernández cambió completamente su actitud: se molestó con ella y le exigió el retiro de la demanda. De igual manera, la hermana de Silvia, quien también trabajaba en la gasolinera como encargada de piso, comenzó a enfrentar problemas.

La gerente llegó a cobrarle servicios que no le correspondía pagar. Si alguna de las trabajadoras era castigada, la hermana de Silvia debía pagar económicamente por esos castigos.

«Le sacaba como 80 o cien pesos por día. Si alguien platicaba le pedía el pago de una bolsa de dulces o del aceite». Finalmente, la hermana de Silvia fue despedida injustificadamente.

Hasta ahora, el dueño de la franquicia no se ha hecho responsable del accidente de Silvia, ni le ha cubierto el salario que le corresponde desde el 30 de mayo de 2006.

La atención médica que recibe es por medio de la empresa propietaria del camión que la atropelló. Sin embargo esta empresa ya le ha ofrecido a Silvia 100 mil pesos «para llegar a un acuerdo»

Silvia tiene 30 años y un hijo de 8, cada uno de los gastos generados por ella o su primogénito son pagados por su madre, ya que ella aún no puedo trabajar.

El hermano de Silvia ha perdido su trabajo, pues es él quien la lleva al médico y atiende todas sus necesidades.

Con la demanda interpuesta, Silvia está pidiendo que el franquiciatario cubra los salarios que aún le debe, la indemnización y la prótesis de su pierna para poder caminar, la cual tiene un costo de aproximadamente 500 mil pesos, mismo que ella por sí sola no puede pagar.

07HVR/GG

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