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Greta Thunberg: la joven cara de la lucha contra el cambio climático

Por Sonia Gerth
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“Mi nombre es Greta Thunberg, tengo 16 años y soy de Suecia. Hablo en nombre de la justicia climática.” La adolescente que con sus dos trenzas se ve mucho más joven todavía siente la necesidad de presentarse cuando ya es toda una estrella, por ejemplo, al hablar frente a funcionarios de la Unión Europea en Bruselas, el jueves.

Greta Thunberg empezó a plantarse enfrente del parlamento sueco en Estocolmo al inicio de este año escolar. Las primeras tres semanas las perdió y luego, decidió entrar “en huelga” todos los días viernes. ¿Para qué estudiar, si los adultos destruyen nuestro medio ambiente y no tenemos futuro?, es su lema. Y el movimiento ha crecido.

Si al inicio sólo fue Greta, preocupada por todo el daño que iba a causar el aumento de la temperatura global, ahora miles de estudiantes se han unido a sus demandas. Bajo el hasthtag #FridaysForFuture (Viernes para el futuro, en inglés) empezaron a inundar las calles, este viernes en Francia, Alemania y otros países europeos, pero en redes sociales también circularon fotos de activistas en Uganda y Japón.

Políticas y políticos se han sentido obligados a escucharla, por ejemplo, en el Foro Económico Mundial, en Davos, Suiza; en la Conferencia sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas, en Polonia, y ahora en la conferencia de la UE en Bruselas. Pero Greta Thunberg no es una invitada fácil, no hace un discurso bonito y luego dócilmente da la mano a las y los líderes de estos países.

“No quiero que tengan miedo”, dijo en Davos, “quiero que entren en pánico!” Y en Bruselas: «La mayoría de políticos no quiere hablar con nosotros. Está bien, nosotros tampoco queremos hablar con ellos. Queremos que hablen con los científicos, que les escuchen, porque nosotros repetimos lo que llevan diciendo décadas».

En una charla que prestó en un inglés impecable en diciembre de 2018, relató que la primera vez que escuchó del cambio climático tenía unos 8 años. “Me preguntaba, si es tan grave, por qué no hablamos de eso todo el tiempo? En la tele, en la radio, en los titulares en la prensa? Si quemar combustibles fósiles amenaza nuestra existencia, por qué continuamos haciéndolo? No entendía.”

Thunberg es muy abierta sobre el hecho que presenta el síndrome Asperger, una variedad del autismo. “Esto básicamente significa que sólo hablo cuando lo considero necesario. Esto es uno de estos momentos”, dijo en su charla. “Para mi, todo es blanco o negro, no existen áreas grises. Entonces, si tenemos que parar las emisiones, hay que pararlas.”

El enfoque que la joven tiene, y tal vez su falta de sociabilidad, la han hecho vulnerable para una ola de ataques, los más violentos proveniendo de la ultra-derecha en redes sociales. Se burlan de su aspecto físico, de su autismo, y la acusaron de ser un mero instrumento de otras personas que la instruyen. Por supuesto, no faltan los que insisten en que no hay un cambio climático.

Cada acción de la joven es vigilada y criticada. Por ejemplo, cuando en vez de tomar el avión de Suecia a Suiza (“demasiadas emisiones CO2”, dijo), hizo el viaje de 65 horas ida y vuelta en tren, se publicaron imágenes de ella tomando una merienda envuelta en plástico. Y se le criticó por ello.

Sus contrincantes son poderosos. La canciller de Alemania, Angela Merkel, insinuó que las protestas de estudiantes contra el cambio climático no podrían ser idea de ellas y ellos, sino que podría haber intereses rusos atrás. El secretario general de su partido, los cristiano-demócratas, atacó a Thunberg abiertamente cuando ella criticó a Alemania por no cumplir sus metas de reducir emisiones.

“Ninguna palabra de empleos, seguridad de abastecimiento, asequibilidad. Pura ideología, pobre Greta!” escribió el político Paul Ziemiak en Tuiter, él mismo recibiendo una ola de críticas para eso. Muchas personas reprocharon a Thunberg y las y los estudiantes por declararse en huelga de la escuela los viernes.

Les dicen que está bien protestar, pero por favor, no en las horas de la escuela, valorosas para estudiar. A lo que la sueca, y ahora muchas niñas, niños y adolescentes a su lado, responden: “Para qué vamos a estudiar, si ya no tenemos futuro?”

SG/LGL

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