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Ha Muerto Vilma Espín

Por Sara Lovera

En 1970 Vilma Espín le contó a Margaret Randall que para el éxito del asalto al Cuartel Moncada del 30 de noviembre de 1956 decenas de muchachas trabajaron en las Brigadas de Primeros Auxilios.

En esa entrevista se dolió de la cantidad de muertos en el asalto. Le dijo a la escritora norteamericana que después de esa fecha, en los preparativos del triunfo revolucionario, las muchachas, montones de mujeres en toda la Isla, se integraron a todas las tareas: desde las mecánicas y activas, hasta las de correos y planeación.

En la guerrilla que organizó Fidel Castro para tomar el poder en Cuba, 4 años después del golpe de Estado de Fulgencio Batista, las mujeres, contó Vilma Espín, eran las que «tenían que hacer los sabotajes y llevaban las bombas y las colocaban, porque era bastante difícil que un compañero se moviera, era difícil para los jóvenes estar en la calle después de las siete de la noche». Por eso lo hacían las chicas.

Vilma Espín, que dejó de existir a los 77 años, poco después de las dos de la tarde de este 18 de junio, dirigió por más de 4 décadas la Federación de Mujeres Cubanas; fue una de las dos primeras ingenieras químicas de Cuba; también fue directora de Desarrollo Industrial del Ministerio de la Industria Alimentaria en los primeros años de la Revolución y en 1970 era una de las cinco mujeres que pertenecía al Comité Central del Partido Comunista de Cuba. En el buró político entró en 1980, pero en calidad de suplente.

En 1959 se casó con Raúl Castro, el presidente interino de Cuba hoy. Tuvo tres hijas: Mariela, Déborah y Nilsa y un hijo, llamado Alejandro.

Margaret Randall decía que a finales de los años 60 Vilma estaba en la plenitud de la vida, tenía 40 años y era, llena de gracia, con su pelo a los hombros, se hacía una larga cola de caballo que le colgaba en blusas de colores radiantes.

Atendía lo mismo labores oficiales que todas las relacionadas con las mujeres que visitaban Cuba desde Vietnam hasta una norteamericana como la escritora Randall, quien años después publicaría «La Mujer Cubana Ahora», rescatando los testimonios de 14 constructoras de la Revolución Cubana, entre las miles que lo hicieron, muchas vivas y actuantes, como algunas de mis más queridas amigas.

Randall la calificó en su libro como una mujer de «gran inteligencia y de agudo análisis». Yo la conocí en 1988, en una reunión de mujeres por la paz. Entonces, Vilma ya era una mujer madura, un poco adusta y enérgica. Cuba entraría muy poco tiempo después en el periodo especial, en que las mujeres tuvieron las pruebas más difíciles y la supervivencia de la Federación de Mujeres Cubanas que fundó Vilma fue difícil.

Fue en 1959, a raíz de un viaje a Chile con motivo de un congreso de la Federación Democrática Internacional de Mujeres (FDIM), cuando las cubanas comenzaron a hacer un trabajo directo para mejorar la condición de las mujeres.

A ese congreso fueron 76 mujeres cubanas. Seis meses después, Vilma le dijo a Randall: «tendríamos cerca de 40 mil mujeres trabajando y organizadas, para una serie de tareas».

Era 1960, «las mujeres hacían trabajo voluntario, cursos de corte y costura, de primeros auxilios, se estaban creando las bases para el trabajo de los círculos infantiles, movilizábamos mujeres para todas las actividades, había una lucha activa para enfrentar la contrarrevolución, había grupos de católicas revolucionarias que se enfrentaban a los contrarrevolucionarios dentro de las iglesias, y muchas de ellas pertenecía ya a la Federación

«Los primeros años, fueron tareas diferentes y desde el principio tratamos, a través de las clases de corte y costura y primeros auxilios, de superar rápidamente a la mujer. Ir buscando las vías para que pudiera dar clases por la noche, por la tarde, a la hora que pudiera, y las madres cuidaban los hijos de unas a otras, y ya comenzamos a hablar de la perspectiva del futuro de la mujer, el papel que tenía que jugar en la revolución?, también se hicieron cursos técnicos para que las mujeres se situaran en diferentes fábricas. Se trataba de incorporarlas a la producción social».

En 1962 se hicieron los estatutos de la Federación y las mujeres cubanas formaron parte fundamental de la Campaña de alfabetización; después vino Playa Girón, las mujeres también estuvieron en la milicia. Playa Girón pretendió ser la vía de invasión de los marines de los Estados Unidos.

«Se inició la Federación, a través de los cursos de primeros auxilios y llamamientos a las mujeres. Se comenzó el trabajo coordinado con los compañeros de la Defensa, y ya cuando fue un número grande, se pasó a la Defensa Civil, cuando Girón, las mujeres participaron decididamente; en Matanzas montaron talleres, cuidaron heridos, se hicieron mosquiteros, mochilas, se cosieron casas de campaña?»

Lo cierto es que Vilma Espín condujo la política cubana para las mujeres. Se formó en la Universidad, como estudiante, porque, dijo a Margaret, «quería liberar a Cuba de una tiranía», refiriéndose al golpe de Batista del 10 de marzo de 1952. Y recordó «vaya, un poco, una siempre, así románticamente pensado en las luchas de independencia, en el machadato, y un poco en el deseo de participar en acciones para liberar a la patria».

Después formó parte del Movimiento 26 de julio; hizo trabajo en Oriente, bajo las órdenes de Frank País, involucró a su familia y en su casa se pusieron las oficinas de ese movimiento. Más tarde se fue a la Sierra, como tantas muchachas, esas que estuvieron en las brigadas de primeros auxilios.

La historia de Vilma, la de Aidé Santa María, los recuerdos de la tabacaleras de Pinar del Río; los testimonios de los primeros años de la Revolución, recogidos por la escritora emblemática Margaret Randall, no hacen sino recordar que las mujeres se han inscrito en cada uno de los procesos de liberación de América Latina, a pesar de que todavía hoy se escatime su reconocimiento y su valor.

Las mujeres en Cuba formaron las brigadas de ayuda mutua para el cultivo del tomate; se pusieron al frente de cientos de actividades para construir otro mundo posible, en las farmacias, en los policlínicos, como en Buenaventura, en Ciénega de Zapata lo hizo Argelia o en el campo de la medicina.

Son ya muy reconocidas las jornadas juveniles del corte de caña. Hoy las mujeres en Cuba se las ve todavía luchando, día a día, en todos los campos de la vida social, política, cultural y económica.

Vilma, casada con Raúl Castro, cuñada de Fidel Castro, de una generación emblemática, a la que se rendirá homenaje nacional este martes 19 en toda la isla, nos hace recordar a todas las caídas en la lucha por la liberación de sus pueblos; a las constructoras de otros caminos.

Vilma tuvo la suerte de estar en la cúpula del poder, también fomentó algunos de los avances serios para la salud y la libertad sexual de las mujeres, a pesar de que las cubanas entraron muy tarde a la modernidad genérica y a la comprensión del feminismo, ella fue básica para la discusión sobre los derechos sexuales y reproductivos de los últimos años.

En 1972, según relata el periodista Gerardo Arreola, participó o propició la creación de un Grupo Nacional de Trabajo de Educación Sexual (GNTES) como parte de la FMC, que se convertiría en 1989 en el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), ahora encabezado por una de sus hijas, Mariela Castro Espín.

También, dice Arreola, «fundó en 1979 una comisión nacional multidisciplinaria para la atención a los transexuales, que ahora funciona en el Cenesex. Durante la misma década alentó la creación de cátedras e investigaciones de género y de educación sexual y participó activamente en el debate que antecedió al primer Código de la Familia de Cuba».

En Cuba el aborto fue legal desde el comienzo de la Revolución. Lo que está pendiente, como en todo el mundo, es el reconocimiento y valoración de las mujeres en la misma medida que los hombres, con igualdad en la diferencia. La rémora sexista.

Pero Vilma, durante la crisis económica de los años 90, también reconoció y se ocupó de enfrentar el problema del comercio sexual, que todavía duele. Pero en lo avanzado, en momentos clave, Vilma Espín fue determinante.

Hoy la oficialidad cubana la llama heroína por su trabajo en la clandestinidad, por haber formado parte del ejército rebelde. Nació en Santiago de Cuba un 7 de abril de 1930, ahí donde fue el asalto al Cuartel Moncada.

Al Triunfo de la Revolución, después de haber participado en algunos congresos de mujeres, de haber discutido y formado los primeros grupos rebeldes femeninos, fue mandatada a construir la unidad de las mujeres y en 1960 fundó la Federación de Mujeres Cubanas.

También fue designada a presidir la Comisión Nacional de Prevención y Atención Social y la Comisión de la Niñez, la Juventud y la Igualdad de Derechos de la Mujer, durante años. Vilma encarnó la parte femenina de la Revolución Cubana, hasta el día de ayer.

Según la información, sus restos serán cremados, sus cenizas serán depositadas en el Mausoleo del Segundo Frente, un panteón reservado. La ceremonia será familiar.

07/SL/GG/CV

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