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Hipótesis van y vienen; feminicidio continúa

Por Anaiz Zamora Márquez

En 20 años de asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez se han manejado 6 hipótesis para “esclarecer” los crímenes; todas sin resultados mientras la impunidad permanece.
 
De 1993 a 2013 han sido asesinadas en Ciudad Juárez más de mil 441 mujeres, de acuerdo con el Colegio de la Frontera Norte. En este lapso se han manejado al menos seis hipótesis para “esclarecer” los asesinatos, sin embargo ninguna ha prosperado.
 
Desde los primeros registros en la década de los 90 las teorías sobre el origen de los crímenes han variado: existencia de asesinos seriales, grupos del crimen organizado, industrias pornográficas, y  hasta rituales satánicos y extracción ilegal de órganos. 
 
A principio de los años 90, el entonces gobernador panista de Chihuahua, Francisco Barrio Terraza, se empeñó en encasillar los delitos al ámbito familiar y decir que eran “crímenes pasionales”, pero tiempo después afirmó que se trataba de uno o varios asesinos seriales extranjeros que se trasladaban a la urbe fronteriza sólo para asesinar mujeres.
 
Al cambiar la administración estatal se abandonaron esos supuestos y con el priista Patricio Martínez García como gobernador se relacionaron los asesinatos a la industria maquiladora.
 
Se decía que todas las víctimas tenían el mismo perfil: morenas, de cabello largo y obreras de la maquila. También se dijo que las víctimas eran cooptadas en las escuelas de computación ECCO y ERA, situadas en el centro de Ciudad Juárez, lugar del que presuntamente desaparecieron muchas jóvenes.
 
Tuvo que pasar una década para que la administración federal tomara cartas en el asunto, luego de que en 2001 se localizaron en el predio conocido como Campo Algodonero ocho cuerpos de mujeres, lo que obligó a la Procuraduría General de la República (PGR) a abrir por primera vez una línea de investigación en el caso.
 
Según los peritos de la Fiscalía Especial para la investigación de homicidios contra mujeres de Ciudad Juárez que levantaron los cadáveres, éstos tenían el pelo cortado en la base del cráneo y algunas de las víctimas tenían un triángulo en su espalda.
 
La hipótesis provocó que la PGR, a través de la Unidad Especializada contra la Delincuencia Organizada (UEDO), comenzara a investigar la presunta existencia de grupos que practicaban “rituales satánicos” con las jóvenes.
 
Sin resultados, esa línea de investigación fue abandonada en 2003, cuando la aparición de otros tres cuerpos de mujeres, ahora en el cerro del Cristo Negro, cambió el móvil de los asesinatos y el rumbo de las pesquisas.
 
Debido a que los cuerpos hallados estaban mutilados y algunos no tenían órganos, se mantuvo la idea de que a las jóvenes se les asesinaba para extraérselos con fines de transplante, al tiempo que otra línea de indagación relacionaba los hechos con redes de pornografía y cine “snuff” (grabaciones de asesinatos, violaciones y torturas).
 
Sin embargo, en su informe de 2003, la PGR indicó que no encontró elementos suficientes para afirmar que los asesinatos de mujeres estaban ligados al tráfico de órganos o a las redes de cine “snuff”, por lo que también cerró las investigaciones.
 
EXPEDIENTES “A MODO”
 
Cabe destacar que para la construcción de estos supuestos o hipótesis se contó, en distintos momentos, con la colaboración de expertos, investigadores, peritos y forenses internacionales, como el ex agente de la Oficina Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés) Robert K. Ressler, los peritos Raúl Jofre y Pedro Díaz, y el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).
 
Aún así, todas las teorías e incluso las líneas de indagación que abrió la PGR sólo derivaron en detenciones arbitrarias, acusaciones falsas, confesiones bajo tortura, y violaciones al debido proceso de los acusados.
 
Por ejemplo, en 1995 Abdel Latif Shariff, “El Egipcio”, fue acusado del asesinato de Elizabeth Castro y de otras 15 jóvenes. En 1996 se detuvo a la pandilla de “Los Rebeldes”, en 1999 a la de “Los Ruteros”, y después a “Los Aztecas”.
 
Los casos más emblemáticos de confesión mediante formas brutales de tortura y severas violaciones a Derechos Humanos son los de Víctor Javier García Uribe, alias “El Cerillo”, y Gustavo González Meza, “La Foca”, ambos en 2001, y de David Meza, en 2003.
 
A 20 años de distancia, ahora la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO), de la PGR, atraerá ocho expedientes de jóvenes desaparecidas, tras la presión ejercida por el Comité de Madres con Hijas Desaparecidas, que ha señalado que existen indicios de que las desapariciones están vinculadas a trata de personas con fines de explotación sexual.
 
Aunque la hipótesis la sustentan a raíz del seguimiento de las recientes desapariciones, ésta no ha sido aceptada oficialmente por las autoridades locales o federales.
 
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