Inicio Hormonas para la menopausia son útiles, pero no panacea

Hormonas para la menopausia son útiles, pero no panacea

Por la Redacción

Dicen que no hay nada nuevo bajo el sol. Quizás es cierto, porque al observar los tratamientos para el climaterio y la menopausia, llegamos a la conclusión de que se reducen a la administración de hormonas y que ésta conlleva cierto grado de riesgo, aunque sus beneficios son indudables, de acuerdo con información de Umbral Comunicación.

Desde su inicio en los años 1995-1996 hasta su interrupción en 2002, el estudio de población Iniciativa por la Salud de las Mujeres (WHI, por sus siglas en inglés, realizado en Estados Unidos bajo el impulso de la doctora Bernardine Healy, entonces directora del Centro Nacional de Investigación (NHI), se difundió una información muy negativa sobre los tratamientos hormonales.

Fue en una parte del estudio -que revisaba el uso de una combinación específica de estrógenos equinos y progestágeno- donde se encontró el mayor número de casos problemáticos. Pero el criterio de inclusión de las pacientes era muy amplio, porque involucraba a personas mayores de 60 años que nunca habían usado hormonas.

Otra porción del estudio, que abordaba los casos de pacientes sin útero empleó solamente los estrógenos equinos conjugados, sin combinarlos con progestágeno, presentó una incidencia mínima de problemas, y por ello se continuó, sin haber terminado todavía.

En mi opinión fue un ataque muy frontal, agresivo y un tanto amarillista a los tratamientos hormonales. En ese momento se dijo que las hormonas eran lo peor que hay en la vida y después poco a poco la información empezó a tomar su lugar, hasta llegarse a la conclusión de que son útiles aunque para algunas mujeres tienen contraindicaciones que es preciso tomar en cuenta.

El estudio hizo pensar que todas las personas a quienes se administraban hormonas desarrollarían un cáncer, y no es cierto. En la actualidad efectivamente se presenta una mayor incidencia de cáncer, pero no sólo en mujeres que han usado hormonas, puesto que hay pacientes que nunca las han utilizado y tienen problemas.

El estudio señalaba que la complicación principal del tratamiento hormonal era el cáncer y posteriormente se descubrió que el mayor riesgo es padecer accidentes cardiovasculares. Por ejemplo, en mujeres con una insuficiencia venosa importante, con varices muy grandes, el tratamiento hormonal aumenta la posibilidad de desencadenar una trombosis.

Hoy tenemos una visión más equilibrada y se piensa que las variantes hormonales que se están manejando también pueden ser seguras y, sobre todo, que su efecto secundario no es tan agresivo como se creía.

En este escenario han surgido nuevos tratamientos, que son prácticamente iguales a los anteriores, porque las combinaciones hormonales son variantes de las que se venían empleando, y la tendencia es a reducir las dosis y aplicarla durante el menor tiempo posible, con el fin de quitar los síntomas; lo que quiere decir que es un tratamiento sintomático.

En la actualidad ya no se presenta al tratamiento hormonal como una panacea, que puede ayudar en todo sino simplemente se dice que representan un apoyo muy importante para eliminar síntomas que alteran de manera significativa la calidad de vida de las mujeres.

Una persona que tiene muchos síntomas, como bochornos excesivos, ansiedad, resequedad vaginal, alteraciones en el estado de ánimo, etcétera, necesita un tratamiento, una ayuda, si no tiene una contraindicación específica.

ANSIEDAD EN LA MENOPAUSIA

Muchas mujeres viven de manera permanente en un estado de ansiedad generalizada, que puede desencadenar en episodios de ataques de pánico, fobias o desórdenes de ansiedad, en especial durante períodos de estrés emocional o cambios fisiológicos como los propios del climaterio y la menopausia.

Por lo común las personas con ansiedad crónica terminan acostumbrándose a vivir con ella, a veces desde la infancia, sin saberlo. Es frecuente que el problema se haga evidente cuando la disminución hormonal provoca que los síntomas empeoren.

La ansiedad es un entrecruzamiento entre factores emocionales y fisiológicos. La mayoría de los psicólogos tiende a determinar que la ansiedad es una manifestación puramente emocional, que se expresa como una señal externa de conflictos internos, o de sentimientos negativos reprimidos.

Sin embargo las investigaciones realizadas desde hace 30 años sobre los trastornos severos de ansiedad y los ataques de pánico, han establecido que la ansiedad y todas sus manifestaciones tienen un origen fisiológico que es importante tratar. En particular, la ansiedad relacionada con la disminución hormonal.

Está es ya una buena noticia, que significa que los síntomas de ansiedad en otros tiempos clasificados con desdén como problemas de carácter -«eres una preocupona» o una «controladora», o «lo tuyo es mental»-, no es algo con lo que se tenga que vivir; que al tornarse severos pueden medicarse para que no se conviertan en un pesado e inevitable fardo.

07/GG

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