Inicio Imposible la amnistía para genocidas

Imposible la amnistía para genocidas

Al escuchar por voz de un ex kaibil (especialista militar en contrainsurgencia) los pormenores de lo que sucedió hace casi 30 años en el parcelamiento Dos Erres, Petén, cuando 200 personas fueron torturadas, ultrajadas y asesinadas por elementos castrenses, no puede una dejar de estremecerse y ubicar la similitud entre esos hechos aberrantes con los que relatan otras personas sobrevivientes de las masacres ocurridas en Quiché.

Las muertes múltiples es un eufemismo que utilizan algunos para minimizar los hechos crueles ocurridos durante la guerra en Guatemala, cuya intencionalidad es evadir cualquier sentencia judicial contra quienes las perpetraron.

La forma en que actuaron los militares para destruir físicamente a niñas, niños, mujeres y hombres en este país sin duda se inscribe dentro del ordenamiento internacional y nacional que los califica como delitos imprescriptibles, es decir, no aplica la amnistía para sus autores materiales e intelectuales.

Con base en lo anterior, Efraín Ríos Montt continúa ligado a proceso por actos de genocidio en tres municipios de Quiché. Hay que resaltar que este militar golpista actuaba como jefe de Estado también cuando ocurrió la masacre de Dos Erres.

Toda vez que quienes abogan por la amnistía ahora piden juicio en tribunales militares, hay que reiterar que los actos de genocidio (tipificados como «lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo y sometimiento intencional? a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física total o parcial»), además de imprescriptibles se deben juzgar por el fuero civil.

Estos argumentos son los que motivan a varias organizaciones en Guatemala a exigir justicia además por las violaciones sexuales que cometieron elementos castrenses, ya que la lesión física y mental causada a las mujeres es grave al dejarlas «muertas en vida», a decir de Rosalina Tuyuc, cuya agrupación Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala (Conavigua) lleva a cabo procesos de sanación con sobrevivientes de estas agresiones a fin de que ellas recuperen el aliento para vivir, comer, dormir, sonreír, para gozar la convivencia…

En Guatemala todavía es un tema poco visible, es necesario conocer las secuelas que dejaron las violaciones sexuales en mujeres que fueron abusadas siendo niñas o jóvenes, adultas o ancianas.

Según Conavigua suman más de 80 mil casos, los cuales sucedieron en parroquias, centros de tortura, destacamentos militares o en sus casas. Es una problemática que se ha silenciado en las familias y en las comunidades.

Estos actos atroces se cometieron con saña, y esto también tiene que ser conocido por quienes ahora forman parte de la institución armada, así como de quienes recientemente quieren reclutarse, ya que las mujeres nunca más tienen que ser consideradas «botín de guerra».

Felicitaciones a Rosalina Tuyuc por el premio otorgado por la Fundación Niwano; seguramente contribuirá al trabajo de Conavigua, especialmente dirigido a mujeres sobrevivientes de la guerra.

Informe de la Comisión del Esclarecimiento Histórico
Caso Rabinal: El Estado de Guatemala demostró su «intención de destruir total o parcialmente» a comunidades mayas de Rabinal, desde el momento en que ejecutó masacres en las que eliminó a personas sin la menor prueba de su participación en acciones de la guerrilla.

Esto fue especialmente grave en las masacres de niños, como la de Río Negro, el 13 de marzo de 1982, en que eliminó a 107 niños, la mayoría con sus madres, en número de 70; o en la masacre de Rancho Bejuco, el 29 de julio de 1982, en la que fueron asesinadas 29 personas, la mayoría niñas y niños.

Otra prueba de esa voluntad de exterminio es que en menos de 18 meses el Ejército asesinó entre 20 y 25 por ciento de la población: más de 4 mil 411 personas, de las cuales 99.8 por ciento era del pueblo maya achí, porcentaje muy superior a la cifra de población achí del municipio (82 por ciento), lo que demuestra que la institución armada seleccionaba étnicamente a sus víctimas.

*Periodista mexicana radicada en Guatemala, editorialista, integrante de la organización La Cuerda, cofundadora de la Red Centroamericana de Periodistas.

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