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Información es clave contra la mutilación genital femenina

Por Gloria López

Jeniffer Chepochepunyo Kibon es una de las madres de la zona de Marigat (Kenia) que decidió no mutilar a sus hijas, y Janet Naningoi Tumer es una joven keniata que se negó a sufrir la ablación.
 
Ahora ambas luchan contra la mutilación genital femenina y los matrimonios forzados en su país. Y lo hacen con la ayuda de mujeres como Tabitha Parteneu, encargada del proyecto de prevención de la ablación que la organización humanitaria World Vision realiza en Marigat.
 
Se enfrentan a una tradición cultural que cada año es responsable de que en África 3 millones de niñas sufran la extirpación parcial de sus genitales externos, con dramáticas consecuencias físicas y psicológicas.
 
En entrevista en Madrid, Jennifer y Janet compartieron su testimonio de lucha y de liberación.
 
La mutilación genital femenina es una práctica que, a todas luces, se reconoce como una violación de los Derechos Humanos de las niñas, adolescentes y mujeres y que refleja cuán profunda es la discriminación hacia las niñas y mujeres en los países en los que se practica.
 
Aunque no se sabe con certeza el origen de esta práctica, en pleno siglo XXI la ablación se realiza en 28 países africanos a pesar de que en 20 de ellos está penalizado. También se practica en algunos países del Medio Oriente y Asia, y en más de 12 países industrializados con población inmigrante con esta tradición.
 
Según datos de 2010 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre 100 y 140 millones de niñas y mujeres en todo el mundo han sufrido una forma de ablación o mutilación genital, de los cuales alrededor de 91 millones son africanas menores de 9 años.
 
De acuerdo con cifras de Naciones Unidas, cada año 3 millones de niñas en África están en alto riesgo de sufrir la mutilación genital.
 
A propósito del Día Mundial de Tolerancia Cero contra la Ablación, que se conmemora este jueves 6 de febrero, y como parte de la campaña www.stopablacion.org, World Vision y el Centro Médico Dr. Palomo organizaron una jornada informativa sobre las consecuencias vitales, emocionales y médicas que tiene tal práctica.
 
Para ello invitaron a estas tres mujeres keniatas que en un momento de su vida fueron conscientes de los peligros de la ablación, y de que “las mujeres también tenemos derechos”.
 
Ignacio Palomo, médico especialista en ginecología y obstetricia, explicó las consecuencias de esta práctica que por lo general, además, se realiza en condiciones higiénicas deficientes, utilizando medios que van desde una navaja, una cuchilla, una lata, un vidrio roto o cualquier otro objeto que permita cortar.
 
Posteriormente, a la herida se le colocan ungüentos, leche, ceniza, hierbas u otros elementos supuestamente cicatrizantes.
 
Las consecuencias dependen del tipo de operación, de si se realizó en condiciones de esterilidad óptimas, de las habilidades de la persona que la realiza –generalmente una partera–, y del estado de salud de la niña cuando es mutilada.
 
Dolores, hemorragias, infecciones que pueden resultar mortales, transmisión de hepatitis o Sida, infecciones de orina, dislocación de huesos (por la fuerte presión que ejerce el adulto que sujeta a la niña durante la operación), dolor y lesiones durante las relaciones sexuales, esterilidad, dificultad para parir, fístula (con la consecuente incontinencia urinaria e incluso fecal), dolor menstrual, problemas de riñón, entre otras afectaciones, son bastante habituales.
 
El doctor también explicó que desde el punto de vista psicológico, las mujeres a las que se les practica la ablación sufren nerviosismo, ansiedad, irritabilidad, depresión, inhibición de la libido, insensibilidad y trastornos de personalidad.
 
EDUCACIÓN
 
“Todos somos corresponsables”, dijo Palomo, “y cortar de raíz esta práctica tiene que ver con la educación. Hemos comprobado que cuando las mujeres tienen acceso a una cultura diversa, empiezan a bajar las mutilaciones”.
 
Los testimonios de estas mujeres verifican la tesis del médico. Fue a través de la educación que tuvieron conocimiento de las nefastas consecuencias que la ablación tenía sobre ellas y también de sus derechos como mujeres.
 
“Tengo derecho a decir no a una práctica que perjudica mi vida”, afirmó categórica Jeniffer Chepochepunyo Kibon una de las madres de la zona de Marigat (Kenia) que decidió no mutilar a sus hijas. Para ello, tuvo que enfrentarse a su esposo y pedir ayuda al jefe de su tribu para que le permitiera hablar con la gente y generar conciencia.
 
También la joven Janet Naningoi Tumer fue consciente de sus derechos a través de la información que le llegó por parte de su profesor. Fue rechazada por su familia por negarse a sufrir la mutilación y apoyada por World Vision se propuso estudiar y trabajar para que otras mujeres siguieran su ejemplo.
 
“Es necesaria una labor intensa de concientización en las comunidades”, aseguró Tabitha Parteneu, que trabaja desde hace seis años en Marigat, al oeste de Kenia, donde es directora del proyecto de prevención de la ablación de World Vision.
 
En su intervención explicó cómo trabajan para desterrar las prácticas culturales dañinas que incluyen tanto la ablación como los matrimonios forzados a edades tempranas. Y es que la ablación está ligada al derecho al matrimonio, a la capacidad para participar en determinadas ceremonias sociales, e incluso al derecho a ser heredera en el caso de que el marido muera.
 
“Hablamos con las niñas y niños y les pedimos que nos ayuden a difundir la información; nos dirigimos también a las matronas, para que dejen de practicar la ablación y se conviertan en activistas con nosotras y ayudamos también a las niñas que se escapan de sus familias, ofreciéndoles los llamados Centros de Rescate, donde se realiza un trabajo orientado a la reconciliación entre la niña y la familia”, contó Tabitha en rueda de prensa.
 
World Vision lleva varios años con proyectos de prevención de la ablación o mutilación genital femenina en países como Kenia, Malí o Somalia.
 
Se trata de programas para explicar a las comunidades las consecuencias que la ablación supone para la salud física y psicológica de las niñas, y para desterrar prejuicios y mitos que sostienen esta práctica.
 
Susana Oliver, directora de proyectos de la organización en España, pidió colaboración para conseguir apoyo a estos proyectos. La organización creó el sitio www.stopablación.org para brindar información y apoyar a la erradicación de este flagelo.
 
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