Entre el 2001 y el 2003, la Encuesta Nacional de Empleo muestra 40 millones 633 mil personas realizando alguna actividad económica; de ellas, 10.8 por ciento se desempeñaba en el sector informal de la economía, señala el documento Diagnóstico de la ONU, al Rescate de los Derechos Humanos Laborales.
En tanto que datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reportan que de cada 10 empleos tanto femeninos como masculinos generados en América Latina desde 1990, siete son informales.
«La cuarta parte de la población mexicana sobrevive en actividades como negocios familiares o ventas en vía pública, sin registrarse ante las autoridades de haciendas, y sin contar con las prestaciones mínimas de ley», señala a su vez el Centro de Reflexión y Acción Laboral (CEREAL).
En ese tenor, el director general de OIT, Juan Somavía reveló que datos del informe sobre Tenencias Globales del Empleo Femenino para el 2004, señalan que la tasa de desempleo urbano en la Región Latinoamericana alcanzó los 17 millones de personas el tercer trimestre de este año, afectando principalmente a las mujeres.
En países como México, el incremento ascendió del 2.4 al 2.8 por ciento. «La severa contracción del empleo moderno entre 1990 y 2003, con el consecuente aumento del empleo informal urbano que trepó del 43 al 46 por ciento, afectó con diversa intensidad a hombres y mujeres».
En tanto el texto Panorama Laboral 2003, de la OIT destaca: «la calidad de los empleos femeninos en el sector informal es inferior a la calidad de los empleos masculinos puesto que las mujeres trabajan en mayor proporción en actividades más desprotegidas tales como el trabajo familiar no remunerado, el trabajo a domicilio y el servicio doméstico».
Así, cada 10 empleos tanto femeninos como masculinos generados en América Latina desde 1990, siete son informales; en tanto que CEREAL indica que «las ocupaciones por cuenta propia actualmente se ubican en 10.2 millones de individuos».
Más adelante la OIT establece que «la sobre representación femenina en la economía informal y otras formas de trabajo precario se traduce en una mayor exclusión de la mujer de los mecanismos y sistemas de protección social debido a los patrones de empleo practicados en esos sectores».
«Cerca del 38 por ciento de los asalariados no cotizan a la seguridad social, alcanzando al 72 por ciento en el caso del sector informal. 80 por ciento de las mujeres latinoamericanas no tienen protección alguna de las instituciones de seguridad social, alerta.
«A menos que se logre sacar a las mujeres de la pobreza creando empleos productivos y decentes, los Objetivos de Desarrollo para el Milenio, de reducir a la mitad la pobreza para el 2015 seguirán siendo inalcanzables en la mayor parte de las regiones del mundo», sentencia.
2004/BJ/GV/SM
