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Inseminación artificial posibilidad para la maternidad

Por Lourdes Godínez Leal

Las mujeres que deciden ser madres por métodos «no naturales»como la inseminación artificial y que tienen una orientación sexual diferente, además de la discriminación de que son objeto, se enfrentan al desgaste psicológico y a una maternidad que en muchas ocasiones se convierte en obsesión.

El sueño de ser madre para estas mujeres exacerbado por el 10 de mayo, día para «celebrar su función reproductiva», puede verse impedido por cuestiones físicas, en caso de ser estéril o bien, por cuestiones económicas dado que el tratamiento resulta inaccesible para la mayoría de ellas, de clase media.

Las lesbianas tienen que vivir en carne propia la discriminación en algunas instituciones de salud, inclusive de los mismos médicos.

«El Instituto no es un banco de semen; nosotros sólo podríamos ayudarla si usted fuera infértil o estéril y si tuviera una pareja hombre», contestó un médico del Instituto Nacional de Perinatología (INPER) a Casandra, quien a sus 33 años y luego de 10 de vivir con su pareja y de consolidar su relación y su situación económica, decidió embarazarse por inseminación artificial.

Y efectivamente, Francisco Cabral, uno de los especialistas en reproducción asistida del INPER, confirmó lo dicho por Casandra, pues para que el Instituto acceda a una inseminación artificial la interesada debe demostrar, a través de un diagnóstico médico, que ella o su pareja están imposibilitados para tener hijos.

Otro de los requisitos que deberán cumplir quienes deseen embarazarse por este método, de acuerdo al INPER, es estar casada y tener al menos tres años de haber intentado ser madre.

A decir del especialista el INPER, «no es un banco de semen ni se aceptan donadores», amén de que en nuestro país no existen bancos de semen, por lo que si una mujer desea embarazarse a través de este método, aunque no sea estéril o infértil, tendrá que acudir a algún servicio privado.

Casandra y su pareja han recorrido diversas instituciones de salud públicas sin que hasta el momento hayan obtenido orientación alguna de cómo pueden acceder a este método. «Una esperanza, era el INPER, porque alguien me dijo que era el único lugar donde realizaban este tratamiento», dice a cimacnoticias.

Aunque renuentes a embarazarse por el método «tradicional», asegura que a futuro, si no pueden lograr su cometido, tal vez contemplarían esta posibilidad.

MECANISMOS PARA LA REPRODUCCIÓN ASISTIDA

La inseminación artificial es un proceso que consiste en depositar semen fresco o congelado y dependiendo de ello, el procedimiento se denominará: intravaginal, intracervical, intrauterina, intraperitoneal o intratubaria.

De acuerdo con datos de la institución mexicana Técnicas en Reproducción Asistida SC, es recomendable que la mujer se someta a cinco ciclos consecutivos de inseminación artificial para lograr mayor éxito.

La doctora María Elena González, del Hospital Ángeles, aseguró que la inseminación puede ser homóloga, es decir, realizada con el semen de la pareja o heteróloga, cuyo semen proviene de un donante.

El proceso por el que las parejas atraviesan no es fácil, sino largo y en algunos casos doloroso y, por supuesto costoso, dado que no hay la garantía de quedar embarazada, consideró Rosa María Ortiz, del Grupo de Madres Lesbianas (Grumale).

Comentó que la inseminación artificial también resulta difícil en los aspectos social y psicológico y presenta impedimentos, entre ellos el hecho de que hasta ahora, no hay instancias gubernamentales en México que presten este servicio, por lo que sólo resta acudir a los hospitales privados donde los tratamientos son muy costosos.

El único hospital en la ciudad de México que realiza la inseminación artificial es el Ángeles del Pedregal, cuyo tratamiento cuesta aproximadamente 15 mil pesos, sin contar las consultas: por primera, 950 pesos; las posteriores mil pesos, Además del costo que deberá cubrirse para la realización de diagnósticos, historia clínica y ultrasonidos, de aproximadamente 15 mil pesos.

En caso de un embarazo exitoso habrá que desembolsar 25 mil 200 pesos para parto «normal»; de 29 mil 300 pesos y 31 mil 500 pesos por cesárea. Ello, sin contar con los honorarios del cuerpo médico y médicos asistentes, además de los gastos que surjan por complicaciones asociadas al mismo.

Rosa María Ortiz, ha vivido muy de cerca casos de parejas de lesbianas que han desistido de recurrir a este método. Considera que además de los costos económicos, implica un desgaste psicológico que inclusive, puede terminar dañando la relación de pareja.

Ana Karen y Julia tienen cuatro años intentando quedar embarazadas; sólo han gastado sus ahorros y sus energías. La primera, quien ya recibe el tratamiento de inseminación, asegura: «cada mes vives con la incertidumbre de si te va a bajar o no, tienes que lidiar con cambios en tu estado de ánimo y con los rebotes del tratamiento hormonal».

A pesar de que ambas son mujeres jóvenes -no pasan de los 30 años- ya comienzan a desilusionarse porque hasta ahora el tratamiento no ha rendido el fruto que ellas quisieran y el dinero ya no les alcanza. Hasta ahora han gastado casi 80 mil pesos intentando tener un bebé.

HIJOS DE MADRES LESBIANAS

Datos de la Academia Americana de Pediatría de junio de 2002 revelaron que los hijos de parejas gay o lesbianas estaban tan bien adaptados social y psicológicamente como los hijos de parejas heterosexuales y que esos chicos «merecen tener la seguridad de tener dos padres reconocidos legalmente».

Además este estudio reveló que los padres heterosexuales tienden a ser 60 por ciento más violentos con sus hijas e hijos en comparación con los homosexuales, quienes únicamente en el 15 por ciento de los casos aplicaba algún tipo de castigo a sus hijos.

La familia juega un papel importante aunque no decisivo, comenta más adelante Lucha, a quien su padre le dejó de hablar cuando ella le comentó de su relación de pareja con Sandra: «en el caso de mi mamá al principio no sabía cómo reaccionar, tal vez no me creyó pero terminó por entender que Sandy cubría mis necesidades afectivas y que era una decisión que yo había tomado».

«Llevamos casi 13 años de relación y tenemos un hijo maravilloso: Emiliano. Tiene 7 años, está en la primaria y sabe que tiene dos madres. Después cuando tenga más capacidad de entendimiento le explicaremos qué pasó con su papá por que sí tiene un papá biológico», comentan mientras una carcajada deja ver sus pequeños dientes blancos.

Ambas decidieron tener un bebé y recurrieron a un amigo «de años» que las ayudó para lograr su cometido: «todo quedó entre los tres».

Consideran que el hecho de tener una orientación sexual distinta no quiere decir que no cuenten con principios, ni educación. Emiliano será educado con lo que cada una aprendió de sus padres: la honradez, la honestidad, el trabajo y la religión católica.

2004/LG/GV

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