Inicio Jefas de familia: víctimas “colaterales” de la reforma laboral

Jefas de familia: víctimas “colaterales” de la reforma laboral

Por Frida Andrade Alemán
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En México, de cada 100 hogares 25 están a cargo de una mujer, y en el Distrito Federal 31 por ciento recibe manutención por parte de ellas, según el Censo de Población y Vivienda 2010.
 
Sin embargo, las trabajadoras, y al mismo tiempo amas de casa, se ven obligadas a “estirar el gasto” para cubrir sus necesidades básicas y las de sus familias.
 
Los hogares más pobres del país son precisamente aquellos con jefatura femenina, pues representan el 37 por ciento frente al 29 por ciento encabezados por los hombres, reportó el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval, 2009).
 
De este modo, las madres son las responsables de soportar todos los gastos de la familia y las encargadas de abastecer la canasta básica. También velan por el cuidado de sus hijas o hijos y realizan el trabajo doméstico de la casa.
 
CANASTA IMPOSIBLE
 
Según la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), la canasta básica es “un conjunto de bienes y servicios indispensables y necesarios para que una familia satisfaga sus necesidades básicas de consumo a partir de su ingreso (salario)”.
 
La canasta básica más reconocida es la propuesta por el Banco de México, compuesta por 80 bienes y servicios. El principal rubro que debe ser abastecido es el de los alimentos, y entre los productos esenciales están el arroz, azúcar, frijol, huevo y leche.
 
En un recorrido de Cimacnoticias por mercados y supermercados del centro y norte de la capital se constató que el kilo de bistec ha aumentado 28 pesos en los últimos tres meses, mientras que el kilo de pechuga de pollo ha subido 24 pesos durante el mismo periodo.
 
Los costos corresponden al mercado de La Lagunilla, el cual es considerado como uno de los establecimientos con precios más accesibles de la Ciudad de México. Sin embargo, las jefas de familia que acuden a comprar ahí también se ven obligadas a “estirar el gasto”.
 
A estas compras se le debe agregar el costo del gas doméstico –también incluido en la canasta básica–, cuyo precio aumenta mes con mes. En marzo, el tanque de gas de 20 kilogramos costaba alrededor de 224 pesos; para agosto el mismo tanque valía 232 pesos y en octubre el costo es de 239 pesos aproximadamente.
 
Ante estos precios las jefas de familia están en desventaja, ya que el salario mínimo en el Distrito Federal es de 62.33 pesos, de acuerdo con el Servicio de Administración Tributaria (SAT), y se ha mantenido así desde enero de este año.
 
Alma Cortezano acude al mercado de La Lagunilla a hacer sus compras y dice que es notorio el aumento de precios: “Hace como tres meses el kilo de bistec costaba 68 pesos y ahora te lo dan en 96, y el de pechuga (de pollo) estaba en 42, hoy lo encuentras en 66 pesos”.
 
Guadalupe González es otra de las madres de familia que “hace milagros” con el gasto para comprar lo indispensable.
 
Se le pregunta si ha dejado de cocinar algún platillo por el elevado costo de sus ingredientes: “Sí, a veces como ya no me alcanza para la carne y el pollo, he dejado de hacer albóndigas y pechugas de pollo rellenas; o ya no las cocino con la misma frecuencia de antes”.
 
En el mercado de La Lagunilla una despensa quincenal muy básica vale alrededor de 390 pesos. Y eso si se consideran las marcas más económicas y un objeto de cada producto, es decir, un litro de aceite, un kilo de arroz, uno de frijol o de jabón, pero sin incluir crema para la piel, pasta dental, servilletas, ni material de curación –productos considerados dentro de la canasta básica–.
 
Si se quiere consumir una vez a la quincena tanto carne como pollo, al gasto anterior habrá que agregar 162 pesos, lo cual cierra la cuenta de esta mini despensa en 552 pesos.
 
A la quincena el salario mínimo asciende a 623.30 pesos, menos el costo de la mini despensa (552 pesos), quedan 71.30 pesos, los cuales ni en sueños alcanzarán para los pasajes diarios, el gas doméstico, pago de agua, luz o la renta de la casa.
 
En octubre de 2011 se reformaron los artículos 4 y 27 de la Constitución a fin de reconocer el derecho a una alimentación suficiente y de calidad, y obligar al Estado a garantizar la seguridad alimentaria de la población.
 
Por ello se propuso una política de desarrollo rural integral y sustentable que avale una alimentación suficiente para cada persona.
 
De acuerdo con el Coneval, 18.2 por ciento de la población mexicana vivía en pobreza alimentaria –incapacidad para obtener una canasta básica– en 2008, mientras que en 2010, 24.9 por ciento de la población tuvo un acceso insuficiente a los alimentos.
 
En su informe de 2007, el relator especial de las Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, Jean Ziegler, reconoció el derecho que toda persona tiene a una alimentación cuantitativa y cualitativamente adecuada, la cual debe garantizar una vida psíquica y física, satisfactoria y digna.
 
DESVENTAJA
 
“Si en México las mujeres siempre han estado en desventaja al momento de ingresar al mercado, ahora con la reforma laboral la posibilidad de que las despidan en cualquier momento es mayor”, comenta Uriel Yañez Espinosa, economista y profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
 
“Se quiere implementar que el patrón pueda despedir sin explicación alguna a la trabajadora, entonces cuando ella esté embarazada será más vulnerable a perder su empleo y no podrá defender su derecho”, abunda el académico.
 
Uno de los puntos más polémicos de la reciente reforma laboral es el “outsourcing” o subcontratación, ya que con ese sistema es más fácil para la patronal evadir el pago de seguridad social, pensiones e indemnizaciones a las trabajadoras. La subcontratación ocurre cuando una empresa, por medio de una agencia externa, recluta al personal para una actividad temporal.
 
Una mujer embarazada corre mayor riesgo de ser despedida porque  “ya no va a tener la misma productividad que antes o no podrá generar prestaciones ni antigüedad, no le darán seguro social para su parto, ni créditos para conseguir su casa ni indemnización. Por lo que las mujeres serán las mayores víctimas dentro del campo laboral”, advierte Yañez.
 
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