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Jornada normal para trabajadoras del hogar y despachadoras de gasolina

Por Guadalupe Cruz Jaimes

Las miles de trabajadoras del hogar, junto con las mujeres «despachadoras» de gasolina, pese al brote epidemiológico del virus de la influenza A/H1N1 (humana, como la nombran autoridades sanitarias), no han dejado de laborar. Asisten puntualmente a realizar sus tareas, en la mayoría de los casos, con la preocupación de dejar a sus hijas e hijos en casa, que no asisten a clases como medida preventiva.

«Tengo que ir a trabajar en mi horario normal, trato de irme más temprano para salir un poquito antes para llegar a ver a mis hijos, pero de todos modos es difícil porque hago dos horas de camino para llegar a la casa donde trabajo y también dos de regreso», dijo a Cimacnoticias Rocío Vázquez, trabajadora del hogar desde hace más de 20 años.

Las trabajadoras del hogar representan 96.6 por ciento de más de un millón 716 mil 934 personas dedicadas a esta labor, ejercen su oficio sin ninguna garantía social, en un ambiente de discriminación, maltrato y acoso sexual donde quien define las condiciones de trabajo es el patrón.

En contingencia o sin ella, Rocío tiene prohibido faltar a su trabajo a menos que sea una causa de fuerza mayor, a pesar de que en 8 años de trabajar para el mismo patrón jamás a tenido vacaciones pagadas.

La trabajadora del hogar tiene 3 hijos, de 7, 9 y 12 años de edad. Los tres estudian la primaria y desde el pasado 24 de abril, pasan cerca de 8 horas solos en su domicilio, ubicado en Iztapalapa, debido a la suspensión de clases a causa de la emergencia epidemiológica.

«No tengo quien los cuide, mi familia vive en el Estado de México y mi esposo trabaja en Estados Unidos. Yo les dejo la comida y el más grande les da de comer. Me quedo preocupada, pero si no voy a trabajar no hay dinero en la casa», mencionó Rocío.

El 87 por ciento de las trabajadoras del hogar percibe dos salarios mínimos o menos y sólo el 13.3 por ciento recibe 3 salarios mínimos o más, mientras que los hombres dedicados a este oficio ganan en promedio 25 por ciento más que ellas. Cabe mencionar, que este trabajo no está catalogado en el Seguro Social ni en la Comisión de Salarios Mínimos.

«Salgo a las 6 de la mañana de mi domicilio para llegar a las 8 a Polanco, me apuro para salirme a las 3 ó 4, para alcanzar a comer con mis niños y pasar la tarde con ellos. Una de mis vecinas les echa un ojito, pero de todas formas siempre me quedo con el pendiente», expresó.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI) las trabajadoras del hogar tienen en promedio 34 años de edad, 15 de cada cien son analfabetas, cuatro de cada 10 son trabajadoras de planta y el resto de entrada por salida, lo cual ha provocado que sólo mil 52 estén afiliadas al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), es decir, 0.01 por ciento del total.

Rocío espera que la contingencia acabe pronto, para que sus hijos vuelvan a clases y no estén tanto tiempo solos, sin supervisión. Pues «tuve la suerte de que me los aceptaran en una escuela de gobierno donde sales a las 4 de la tarde, y puedo pasar por ellos saliendo del trabajo, corriendo como siempre», añadió.

DESPACHADORAS DE GASOLINA

Mientras que las mujeres que se encargan de despachar la gasolina en las distintas estaciones ubicadas en el país, también se vieron obligadas a asistir a trabajar, pese a la contingencia, porque las condiciones en las que laboran no les permiten faltar a trabajar pues representa dejar de percibir sus ingresos diarios.

La mayoría de las y los 10 mil trabajadoras y trabajadores de este sector en el país, de los que las mujeres representan el 30 por ciento, realizan sus tareas sin que se les reconozca la relación laboral, tienen que pagar «piso», es decir, pagar una cuota de 30 a 60 pesos, dependiendo la zona, para poder trabajar.

Además de pagar sus uniformes (overoles y botas) y vender mínimo 10 aditivos al día, señaló a Cimacnoticias Esperanza Gómez Villa, secretaria de Alianzas, coordinadora de Equidad de Género, del Sindicato de Trabajadores de Casas Comerciales (Stracc).

«Tengo la ventaja de estar sindicalizada, hemos hablado con los patrones y les han permitido faltar o salir más temprano, sí han sido flexibles, pero desgraciadamente la mayoría de las trabajadoras dependen de sus propinas, no tienen un salario y si faltan se quedan sin el ingreso del día», mencionó Gómez Villa.

De a cuerdo con la sindicalista la mayoría de las despachadoras son madres solas, «tienen al menos un hijo», por lo que esta situación aún para las sindicalizadas representa «un golpe a la economía» de las trabajadoras.

El 80 por ciento de las y los empleados de las gasolinerías tienen sindicatos de protección, sólo el 20 por ciento restante tienen sindicatos independientes, como el Stracc, que desde el 2002 trabaja por lograr mejores condiciones laborales para el sector «tenemos el salario mínimo más propinas, uniformes, seguridad social, días de asueto», mencionó Ana Rosario Flores, despachadora en la estación Operadora Gasol, ubicada en Coyoacán, Ciudad de México.

09/GCJ/GG

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