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Jóvenes de Brasil y Colombia, atrapadas en la dinámica del narco

Por Gladis Torres Ruiz

Ante la falta de oportunidades, las y los jóvenes de Brasil y Colombia ven al crimen organizado como una opción laboral para salir de la pobreza, lo que deja en mayor vulnerabilidad a las niñas y las adolescentes, quienes padecen violencia y embarazos prematuros.

Durante el coloquio internacional «La violencia que afecta a los jóvenes en América Latina», realizado en el Colegio de México (Colmex), Marina Decot, investigadora de la Universidad Católica de Sao Paulo, dijo que una de las principales consecuencias de la violencia que afecta a la juventud de esa ciudad brasileña es el embarazo en adolescentes.

El 50 por ciento de las niñas y niños nacidos en Sao Paulo son de madres adolescentes, lo cual es atribuible al contexto de violencia en el que viven, la pobreza, y que la mayoría de estas jóvenes son desempleadas y no acceden a la educación.

El «Primer balance del proyecto violencia juvenil y acceso a la justicia en América Latina», realizado por investigadoras e investigadores en Sao Paulo; Medellín y Cali, Colombia; Buenos Aires, Argentina, y la Ciudad de México, arrojó que en la urbe brasileña el 70 por ciento de ejecuciones son de personas jóvenes, lo que habla, a decir de Decot, del grado de vulnerabilidad en la que se encuentra este sector de la población.

Marina Decot indicó que la investigación en Brasil se realizó entre jóvenes de 10 a 29 años que viven en «favelas» (ciudades perdidas donde viven 2.7 millones de personas), quienes en su mayoría son adolescentes sin estudios y que reportaron vivir violencia tanto verbal como física en las calles.

Las jóvenes dijeron que sus madres sufren violencia de parte de sus compañeros, y que ellas también padecen agresiones en el noviazgo y en sus familias. Señalaron que aquellas que se involucran en el crimen organizado terminan siendo víctimas, indicó la maestra en Sociología.

Las y los jóvenes ven el robo, el tráfico de drogas y otras actividades delincuenciales como un trabajo que les permite salir de la pobreza, agregó Decot.
Roberta Tinoco, también investigadora de la Universidad Católica de Sao Paulo, refirió que las niñas y las adolescentes brasileñas viven violencia de manera cotidiana, son humilladas, discriminadas, sufren violaciones sexuales y agresiones físicas. En suma, ellas dicen que todos sus derechos son violados.

«Padecen muy distintas formas de violencia y la criminalidad en la que se ven envueltas es grande, y no hay políticas públicas para solucionar esta problemática», advirtió la académica.

NARCO Y GRUPOS ARMADOS

Sobre Medellín, Colombia, Angélica Duran, candidata al doctorado en Ciencia Política en Brown University, EU, explicó que es la segunda ciudad más habitada de ese país sudamericano con 2.3 millones de pobladores, y que por su ubicación geográfica es un lugar estratégico para la circulación de mercados legales e ilegales.

En Medellín, todas y todos los jóvenes reportan haber tenido alguna experiencia directa con la violencia ligada al narcotráfico y los grupos armados.

Las jóvenes señalan que la violencia y el narcotráfico son «monstruos» de los que no pueden escapar; a la justicia la ven como corrupta y que sólo se aplica contra quienes no tienen recursos. Los policías son vistos como «corruptos e incapaces».

Alberto Concha-Eastman, asesor regional sobre Prevención de Violencia y Lesiones, de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), dijo que en Cali ?la tercera ciudad más poblada de Colombia con 2.2 millones de habitantes? una de las problemáticas constantes es el embarazo entre las adolescentes.

Explicó que lo anterior no es resultado de la falta de conocimiento sobre métodos anticonceptivos, sino que «las jóvenes saben que sus novios o esposos morirán muy probablemente antes de cumplir los 25 años», debido a su reclutamiento en el crimen organizado.

Concha agregó que esta situación refleja la gran influencia que tiene el narcotráfico en los proyectos de vida de las y los jóvenes. Apuntó que ante el probable asesinato de su pareja, las adolescentes deciden embarazarse.

La mayoría de las y los jóvenes de Cali están involucrados en pandillas, no tienen proyecto de vida, viven en pobreza e inequidad, y en la cultura de la ilegalidad. «El Estado no los ve y ellos no ven al Estado», lamentó Concha-Eastman.

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