Inicio K’inal Antsetik lleva la palabra «derechos» al corazón de las mujeres

K’inal Antsetik lleva la palabra «derechos» al corazón de las mujeres

Por Redaccion

K’inal Antsetik, Tierra de Mujeres, es una organización que surgió para que las mujeres indígenas de Chiapas pudieran «tener en sus manos, en su corazón, la palabra ‘derechos’; también la fuerza de vivir pese a las condiciones de pobreza, pese a las condiciones de violencia, de aprender de todo eso y de salir adelante».

Así describe Yolanda Castro el objetivo principal de esta asociación, fundada en 1991 e integrada como Asociación Civil en 1995, por ella, por Micaela Hernández, Merit Ichin Santiesteban, y por Nellys Palomo, en conjunto con varias cooperativas artesanales de mujeres tzotziles y tzeltales de Chiapas, principalmente.

Nellys Palomo, recién fallecida el lunes pasado, fue pieza fundamental de esta asociación, a la que se unió en el año de 1994, recuerda Yolanda Castro. Y nuestra intención era desde entonces brindar capacitación a las mujeres indígenas, principalmente en sus derechos y cursos de contabilidad y administración, porque en ese tiempo la mayoría de ellas no sabían leer ni escribir y eran monolingües.

Una de las cooperativas con la que empezamos el trabajo en 1991 estaba integrada por mil mujeres indígenas tzotziles y tzeltales de 23 comunidades en 9 municipios.

«Empezamos a hablar sobre los derechos de las mujeres, sobre la autoestima, principalmente centrándonos en toda esta concepción del trabajo de las mujeres y el papel que jugamos en el trabajo. Ellas eran monolingües y únicamente los hombres eran quienes gestionaban la comercialización de sus prendas, de sus tejidos. Entonces lo primero que dijimos es que las mujeres se tenían que apropiar de su proceso de producción y comercialización», comparte Yolanda a Cimacnoticias.

En este proceso, a mediados de 1994, Nellys Palomo comenzó a trabajar con las mujeres en nuevos diseños para sus textiles. Y nos dimos cuenta, relata Castro, que Kinal Antsetik se sentía a gusto como grupo de asesoras de las mujeres indígenas, pero tuvieron que transformarse, favoreciendo las pluralidad, porque las mujeres indígenas empezaron a participar en encuentros y reuniones con otras organizaciones similares y además tenían que conformarse como asociación civil para tener acceso a los financiamientos internacionales.

Por eso, recuerda Castro, «decidimos conformar este espacio, pero desde sus inicios con mujeres indígenas, porque queríamos seguir con esta misma ética, de transmitir los conocimientos básicos, experiencias, aprender de ellas para que ellas fueran impulsando el proceso».

TRES GENERACIONES

Así, lo que empezó como un grupo de asesoras, ahora cuenta con instalaciones propias, hay un albergue donde viven las mujeres, cuentan con una biblioteca que alberga libros de género, derechos de mujeres indígenas y literatura en chol, tzotzil y tzeltal. Es un proyecto que abarca ya 3 generaciones y que ha cambiado la vida de muchas mujeres.

Relata Yolanda Castro que Kinal Antsetik ha trabajado ya con mujeres de tres generaciones: Primero con las que eran jóvenes en los años 70-80 y hoy son abuelas, con las hijas de ellas, que hoy son madres, y con las nietas, las jóvenes de hoy que tienen entre 13 y 20 años, que ya viven en este centro de formación y capacitación.

— ¿Cómo ha cambiado la vida de estas mujeres indígenas en este proceso en que las ha acompañado Kinal Antsetik?

— Para las jóvenes adolescentes, su identidad está constantemente revolucionada, ya tienen un buen dominio del español, que saben muchas de ellas escribir su propia lengua, han salido de sus comunidades.

«Obviamente, con todos estos años de convivencia con las familias hay una confianza en la organización y en las lideresas más grandes, como Rosalinda Santis, de 30 años, quien estudia medicina. Ya son ellas una autoridad moral para estas nuevas generaciones.

Con la segunda generación, ellas están empujando todas las líneas de formación y capacitación. Ahorita una línea importantísima que se está encabezando es la de salud, la muerte materna y la educación.

Seguimos con la producción y comercialización, pero los problemas de salud son relevantes porque, por ejemplo, las abuelas y madres desconocían sobre la menopausia, era un tema del que nunca habían hablado, ni lo conocían, ni siquiera el concepto.

Empezamos a notar mujeres con crisis emocionales muy fuertes, con todos los síntomas de la premenopausia, que ellas no se explicaban. Iban a veces con los iloles (médicos tradicionales), con la partera, pero ahora contamos con una sala muy grade para asambleas y talleres y ahí hemos logrado encuentros con abuelas, con las madres, donde hablamos del tema.

Otro cambio importante en la vida cotidiana de ellas es la migración. Muchos de los esposos y algunas jóvenes indígenas están migrando hacia el norte del país y muchas se quedan a cargo de la subsistencia familiar, enfrentadas al problema más común: a que tienen que pagar la deuda de 30-40 mil pesos, que es el costo por persona que pagan para que sus hijas, sus esposos, crucen la frontera de Estados Unidos. Es decir, ellas se quedan con la deuda de la migración del esposo o la hija.

Sobre la educación, continúa Vargas, conforme van descubriendo sus derechos, surge en ellas el deseo de prepararse, de seguir estudiando, «quieren ser profesionistas, tan ávidas de apropiarse de la tecnología». Kinal Antsetik busca becas para las mujeres interesadas en la educación formal, y en la actualidad, muchas de ellas se encuentran estudiando en la secundaria, el bachillerato y la universidad.

Como dijo una compañera de Márquez de Comillas, recuerda Vargas, «si yo no pude ir a la escuela, que mis hijas lo hagan, si no pude participar en asambleas de las comunidades, en asambleas, que ellas lo hagan, que mis hijas lo puedan hacer y ellas elijan lo que quieren. Sí hay una apertura, sobre todo de las madres, por alentar a sus hijas para que sigan estudiando.

LA ESTAFETA

La intención, es que Kinal Antsetik desaparezca, pasar la estafeta, anuncia Yolanda Vargas, «estamos en un proceso en que se les van a entregar las instalaciones, la infraestructura a un consejo de mujeres indígenas plural, le apostamos a la pluralidad». Y Kinal seguirá su propio proceso en otros proyectos.

Al lado de ese consejo de mujeres jóvenes de 18 a 35 años que conforman tzotziles, tzeltales y choles, principalmente, está un consejo de ancianas, que va a mediar en los conflictos. «Es decir, no se rompe su tradición, su forma de organizar. Las integrantes de este consejo de mujeres van a ser las dueñas de todo lo que se ha logrado».

LIBROS, ASESORÍA, ENSEÑANZA

El principal logro de Kinal Antsetik es tener mujeres indígenas empoderadas, organizadas y luchadoras, lo que se refleja en el crecimiento de la asociación, que ahora tiene presencia en Chiapas, Guerrero, Oaxaca y el Distrito Federal, afirman Yolanda Castro y Natalia Reyes.

Además del apoyo y acompañamiento a las artesanas, de los talleres sobre salud, Kinal está dando también asesorías al Instituto Estatal de las Mujeres. Con ellas hicimos difusión de la Ley de acceso a una vida libre de violencia, organizamos foros regionales, nos dimos cuenta también de que participaban mujeres de distintas organizaciones, como una de mujeres indígenas abogadas, señala Castro.

Sobre la comercialización, detalla Castro, 15 años de iniciado el trabajo y pese a la crisis, 15 mujeres indígenas son las que hacen los viajes internacionales a Estados Unidos (tienen su visa por 10 años), que es su mercado más fuerte, Hacen solas exposiciones, presentaciones en museos.

La cooperativa Jolom Mayaetik tiene una producción de nuevos diseños en mantelería, cortinas, fundas, sábanas, cojines, que, respetando los nuevos diseños, se están comercializando. El mercado que tenemos en diferentes museos tiene ventas, cuando les va bien, de 20 mil dólares por viaje. Y para distribuirlo ellas tienen su mesa directiva, su contabilidad, y cada 3 meses van pagando a las tejedoras. En esta nueva cooperativa hay 300 mujeres del norte de Chiapas, que se donde está más fuerte la tradición del textil.

Otro aspecto de los logros de Kinal Antsetik es su producción de publicaciones. El más reciente, aún no presentado es «Voces que tejen y bordan historia», donde habla sobre mujeres indígenas de tres generaciones.

También han publicado Las Alzadas (con CIMAC); Influencias del Zapatismo en las Mujeres; Rompiendo el Silencio: Las Mujeres Indígenas Hablan de la Violencia; Conociendo nuestros derechos como mujeres indígenas; 213 voces contra la muerte materna; En la búsqueda de formas creativas de resolver los conflictos.

Asimismo, Manual de facilitación para hombres trabajando su violencia; Manual para promover la cultura del buen trato; Guía para trabajar la autoestima», realización una guía de empoderamiento para mujeres indígenas; Compilación de videos en DVD de muerte materna; 6 folletos didácticos de la campaña Atención de calidad y buen trato para las mujeres indígenas; Agenda pendiente de Retos Legislativos en México sobre Derechos Sexuales y Reproductivos ediciones 2007 y 2008; Agenda pendiente de los Retos Legislativos en Guerrero sobre Derechos Sexuales y Reproductivos edición 2008; Serie de 4 carteles de la campaña Atención de calidad y buen trato para las mujeres indígenas y el tríptico La Muerte Materna. Un asunto central, entre otras.

Por otra parte, en el aspecto de salud, las mujeres indígenas dan masajes, acupuntura y su oficina es como un laboratorio donde hacen microdosis, champús, jabones, todo ello encaminado sobre todo a la prevención de enfermedades en las comunidades, explica Castro.

Sobre su trabajo con el Instituto Estatal de las Mujeres, Vargas dice que tienen un diálogo, una excelente relación con la nueva directora, María Candelaria Molina Zepeda. En un trabajo conjunto dan formación sobre violencia y perspectiva de género en instituciones públicas.

También, detalla, colaboramos en una investigación en 6 municipios de Los Altos para identificar los diferentes tipos de violencia en las comunidades. Formamos a 60 mujeres indígenas, se elaboró un instrumento, pero previamente se les dio capacitación para que ellas mismas aplicaran la encuesta.

Hubo, dice experiencias fuertes, porque nos dimos cuenta de que la presencia de la violencia es altísima, sobre todo emocional y psicológica, pero también hay sexual. En Chanal, por ejemplo, enfrentaron obstáculos de las autoridades, quienes se oponían a que se levantara la encuesta y hubo amenaza de muerte para las 10 mujeres tzeltales que iban a realizar el trabajo. En esos días ocurrió la violación tumultuaria a una mujer, lo que se podría interpretar como una represalia.

Sin embargo, en donde hubo situaciones fuertes con la encuesta, la Directora del Instituto logró que el Gobierno del estado se comprometiera a dar seguimiento a estos casos de violencia.

Todo eso que ha logrado Kinal Antsetik, dice Natalia Reyes, coordinadora operativa de proyectos de mujeres indígenas, se realizó gracias a que sus integrantes, como Nellys Palomo, les enseñaron a «deconstruir el pensamiento occidental hacia la población indígena».

Nellys decía: «No necesitamos ayudarlas, sino fortalecerlas. No imponer, sino trabajar acompañándolas. Trabajar también con los hombres era importante, sobre todo en la salud de las mujeres».

09/GG

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