El promedio de vida de las y los jóvenes de la calle es de entre 27 y 29 años, por lo que es necesario trabajar con ellos ya que han crecido en ella y de niñas y niños se convirtieron en jóvenes de la calle, dijo a Cimacnoticias Eliud Torres Velázquez, coordinador del área de generación de conocimientos de la asociación civil El Caracol.
Con diez años de experiencia en trabajo con niñas, niños y jóvenes de la calle, el Caracol ofrece atención integral a este sector de la población que a decir de Eliud Torres, sólo recibe políticas asistenciales.
Y es que pese a los programas delegacionales y los del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) y que el gobierno federal financia a organizaciones que trabajan con esta población, no se trabaja en un verdadero cambio de vida, enfatizó Torres Velázquez.
Al hablar en entrevista, sobre la situación actual de las y los niños y jóvenes de la calle, Eliud Torres precisó que no existen datos certeros sobre cuántos hay ante la dificultad para realizar censos. Sin embargo, acotó, son jóvenes con 5, 8 y 10 años viviendo en la calle.
LAS NIÑAS DE LA CALLE
Las mujeres representan una doble vulnerabilidad, están más expuestas a la violencia verbal, física, al acoso sexual, al estigma de mujer de la calle, pero entendido, a decir de Torres, como prostitución.
Otra de las situaciones que enfrentan son las relacionadas a su salud sexual y reproductiva, ya que están en riesgo de tener embarazos no deseados y de alto riesgo por el consumo de sustancias y por la mala alimentación, además de infecciones de transmisión sexual y VIH/sida.
Las mujeres, prosiguió Torres Velázquez, buscan una pareja estable en la calle que les dé protección y comenta que cuando alguna se embaraza «el mismo grupo callejero les brinda protección», las vigila que acudan a sus citas con el médico y que tomen los medicamentos que éste les manda.
Actualmente existen tres generaciones de niñas de la calle la abuela-madre-hija.
Sobre los servicios de salud en donde estas jóvenes puedan dar a luz, Torres dice que hay muchas complicaciones toda vez que éstas carecen de papeles, por lo que la institución a la que él pertenece hace un acompañamiento a las mujeres para que puedan recibir la atención médica.
DE LA CALLE
La calle se ha convertido en el hogar de muchas y muchos de ellos, ahí encuentran un espacio para satisfacer sus necesidades económicas, de vestido y pueden conseguir droga más fácil, aseveró el responsable del área de conocimiento.
Sobre la movilidad de estos grupos, Torres Velázquez señaló que debido a la remodelación que el Gobierno del Distrito Federal realizó en varias partes del Centro Histórico, también se llevó a cabo lo que calificó como «una limpieza social» y estos niños y jóvenes fueron «invitados» a desplazarse a otras zonas.
Los lugares con más concentración de niños y jóvenes de la calle son las estaciones del metro Hidalgo, Taxqueña, San Lázaro, Indios Verdes; terminales de autobuses, y plazas como Garibaldi y Zarco.
Una de las principales dificultades por las que las organizaciones «no le entran» al trabajo con jóvenes de 20 a 27 años, refirió Eliud, es por el arraigo de los niños a la calle y porque no hay opciones viables de instituciones para desintoxicar y reinsertar laboralmente a esta población, que además, puntualizó, tienen que «cargar el estigma de chavo o chava de la calle».
Por ello, sugiere que quien realmente quiera ayudar a estas mujeres y jóvenes, los canalice a una institución especializada, no les dé dinero ni ropa porque eso contribuye «al arraigo a la calle» y sólo de esta forma, consideró, se verán obligados a ir a las instituciones a atenderse de forma integral.
06/LG/LR
