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La biotecnología no resuelve desigualdades sociales

Por Soledad Jarquín Edgar

La directora del Programa de Género, Justicia y Genética Humana del Centro de Genética y Sociedad, Sujatha Jesudason, advirtió sobre el uso ilimitado de la tecnología en Estados Unidos para la elección del sexo de bebés, el diagnóstico de pre-implantación genética y la clonación.

Los científicos, dijo, no han sido suficientemente honestos, porque aún cuando afirman que buscan soluciones a problemas de salud, la experimentación carece de ética y se aplica en las personas pobres, quienes no podrían pagar costosas terapias en caso de que los resultados científicos tengan resultados.

La investigadora norteamericana agregó que la biotecnología no resuelve las desigualdades sociales y por el contrario aumenta la diferencia entre los países pobres y ricos, además las «nuevas especies», obtenidas mediante la clonación no tendrán estas capacidades para cruzarse ni tendrían tampoco un sentido romántico de las relaciones interpersonales.

¿Cómo quiere a su bebé?

En entrevista durante un receso de la Conferencio Biopolítica 2004 que organizó la oficina regional para México y Centroamérica de la Fundación Heinrich Böll, dijo que estas nuevas tecnologías «elección del sexo, el diagnóstico de preimplantación genética y la clonación» son una nueva eugenesia para el consumidor, donde se podrá determinar el sexo de un bebé y elegir hasta sus capacidades, así como desechar aquellos que no reúnan las características de quien hace el pedido.

En entrevista, Sujatha Jesudason urgió en la necesidad de contar con reglamentos globales para establecer límites a la ingeniería genética humana pues desconocemos el impacto que tendrá en el futuro, pero en el presente sabemos que algunas de sus técnicas son cuestionables.

Sostuvo que ahora se pueden hacer «bebés sobre pedido», es decir con características físicas determinadas; por otra parte, a través de la tecnología diagnóstica se pueden «crear» hermanos destinados a salvar la vida de un primer hijo enfermo, pues se hacen genéticamente compatibles mediante la implantación de células determinadas, con la finalidad de transplantarle tejido o células.

La investigadora dijo que estás nuevas tecnologías «no son éticamente justificables», al tiempo de mostrar su preocupación por la postura de la ciencia que afirma «que todos podemos salvar a todos», pero la realidad es que nadie puede garantizar la vida de nadie y porque hay «un doble discurso en el fondo, están vendiendo la idea de la hija o hijo perfecto y no sabemos que sucederá con quienes presenten una discapacidad, una idea de eugenesia muy peligrosa».

Sostuvo que mientras la Organización de las Naciones Unidas (ONU) prohíbe globalmente la clonación de seres humanos, lo cierto es que la tecnología para obtener «células madres» es la misma y cada vez la perfeccionan más y el riesgo es que se desarrollan en el mercado.

«Entonces si alguien quiere un clon y tiene el dinero para pagar se hará un clon», por ello reiteró se requiere de una reglamentación para poner límites, sobre todo si se considera el rápido avance de estos experimentos que datan apenas de 1996 cuando se clonó a la oveja Dolly y otras mascotas.

2004/SJ/LR

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