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La derecha y el cuerpo de las mujeres

Por Teresa Mollá Castells*
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Quizás una de las características más comunes de los gobiernos de derechas es la necesidad de controlar los cuerpos de las mujeres como si de un enemigo a batir se tratara.
 
Y un ejemplo claro de lo que digo es la ofensiva patriarcal y misógina que ha lanzado el ministro de Justicia español, Alberto Ruiz Gallardón, en contra de la libertad de las mujeres para elegir sobre cómo, cuándo y con quién ser madres, o sobre no serlo.
 
Esa necesidad de controlar los cuerpos de las mujeres es una clara herencia de los postulados también misóginos y patriarcales de la religión cristiana, que a las mujeres no nos considera seres humanos completos y seguimos siendo subsidiarias de los hombres.
 
Y si en el Estado español se nos pretende obligar a gestar y a ser madres en contra incluso de nuestra propia voluntad, en otros Estados, también gobernados por la derecha se esterilizan a las mujeres sin su consentimiento, obligándolas a una esterilidad no deseada.
 
El caso más flagrante es el de las mujeres peruanas que en su momento y bajo el mandato de Alberto Fujimori fueron esterilizadas contra su voluntad, tal y como vienen denunciando desde entonces.
 
En cualquier caso y a través de la imposición, la derecha pretende controlar y, por tanto, apropiarse de nuestros cuerpos, lo cual es, al menos para mí, del todo indecente.
 
¿Se imaginan ustedes un Estado que castrara a los hombres sin su consentimiento y por ende les condenara a una esterilidad perpetua sin tener en cuenta su voluntad? Pues eso es lo que están haciendo con los cuerpos y las vidas de las mujeres.
 
Y como setas van apareciendo voces (masculinas por supuesto) que se atreven a preguntarse y sin ningún rubor para qué queremos las mujeres libertad sobre nuestro propio cuerpo. Sí, como lo han leído. Y, además, quien se lo pregunta dirige un medio de comunicación generalista, por supuesto de derechas. Y se quedan tan a gusto.
 
Desde mi punto de vista, afirmar esto es lo mismo que justificar la utilización de los cuerpos de las mujeres en los conflictos armados, o justificar las violaciones sistemáticas de los Balcanes o de Ruanda, o las mutilaciones genitales que sufren las niñas en algunos países del mundo.
 
En definitiva usar, utilizar, mutilar y moldear los cuerpos de las mujeres al antojo de lo que piensa un grupo de hombres que ejercen el dominio y ponerlos al servicio de la comunidad masculina en general.
 
Y todo ello, evidentemente, sin respetar para nada la libertad de las mujeres a las que cosifican de modo que sea mucho más “normal y natural” apropiarse de su cuerpo.
 
Estamos en el siglo XXI y en Europa que se supone es  presuntamente uno de los espacios geográficos, sociales y políticos con mayor índice de libertad y bienestar del planeta.
 
Un espacio construido a lo largo de los años y con el esfuerzo de muchas personas que idearon y llevaron a la práctica sistemas políticos que igualaran y respetaran las vidas humanas de todas las personas, para evitar que nadie se apropiara de la vida de otras personas y aniquilara sus voluntades y decisiones.
 
Ya vimos cuando el conflicto de los Balcanes que esas ideas, que eran una bella utopía, no dejaban de ser eso, utopía. Pero ahora, con la contraofensiva de la derecha europea reforzada con esta farsa que han llamado crisis y que están utilizando unos cuantos para enriquecerse todavía más, vuelven las viejas ideas del sometimiento de quienes ellos, esos mismos hipócritas que se están enriqueciendo con el sufrimiento de millones de personas, consideran que no han de tener derechos sobre sus propios cuerpos y sobre su maternidad.
 
Y quieren someternos de nuevo a sus dictados de mercado, de miedo, de obediencia debida a los varones de clan, etcétera.
 
Pero no lo van a conseguir pese a Gallardón y sus secuaces, tanto del (des)gobierno al que pertenece, como de la Conferencia Episcopal con sus señores de faldas largas y negras.
 
Y mientras en el Estado español y en muchas ciudades tanto de Europa como de otros lugares del mundo claman y protestan por esta involución que esta gentuza hipócrita quiere imponernos, la creatividad para la lucha hace su aparición y nos encontramos con iniciativas como ésta en la que cientos de mujeres decidieron registrar su cuerpo en contra de la reforma de la Ley de Aborto.
 
Esta acción, que fue idea de la artista y activista madrileña Yolanda Domínguez, se realizó en Madrid, Bilbao, Barcelona, Sevilla, Pamplona y Pontevedra. Y quién sabe si se extiende por otras ciudades dónde puede acabar…
 
Desde hace unas semanas y por parte de varias organizaciones y particulares se está pidiendo un gran pacto de mujeres en el Parlamento para evitar esta reacción patriarcal, misógina y que atenta contra la vida de las mujeres.
 
Las diputadas del Partido Popular (PP) se oponen, al menos públicamente. Habría que preguntarles qué piensan ellas mismas, más allá de las imposiciones del propio PP sobre el valor de la vida humana, más allá de, como digo, la opinión del propio partido.
 
Y sobre todo habría que preguntarles a toda esa gentuza, mujeres y hombres que defienden la reforma: ¿Donde están sus ideas y sus correligionarios llamados “Provida” cuando en lo que llevamos de años son ya 10 las mujeres asesinadas a manos del terrorismo machista, por ejemplo? Aunque claro para ellos y ellas esto no es terrorismo aunque mate más que el terrorismo político. Hipócritas.
 
También habría que preguntarles: ¿Donde están los “Provida” cuando en un intento desesperado por mejorar sus condiciones de vida más de 15 personas subsaharianas mueren en Ceuta cuando intentaban llegar a sus costas? Hipócritas.
 
O ¿Dónde están sus pancartas reclamando derechos para el “concebido no nacido” cuando hay niñas y niños con una vida por delante pero que no pueden comer correctamente cada día porque esta farsa llamada crisis les ha dejado en la miseria? Hipócritas.
 
O ¿Por qué no aparecen cada vez que una persona enferma y/o dependiente pierde la vida por los recortes que ellas y ellos han impulsado o refrendado? Hipócritas.
 
Y así un sinfín de preguntas que reflejan la hipocresía de esta gentuza que nos (des)gobierna y que sólo pretende imponer criterios reaccionarios al más puro estilo dictatorial, amparándose en unos votos que consiguieron mintiendo y corrompiendo todo lo que tocaban, como se está demostrando poco a poco.
 
Ellos y ellas, quienes ostentan el poder, creen que pueden apropiarse de cuerpos y voluntades de las mujeres, pero en las últimas semanas y con las movilizaciones que se están dando tanto dentro del Estado español como fuera de él, van a tener que medir sus acciones si no quieren salir por la puerta de atrás de las instituciones de todo orden.
 
Porque nosotras no vamos a parar de exigir lo que es incuestionablemente nuestro. Nuestro derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo.
 
[email protected]
 
*Corresponsal en España. Periodista de Ontiyent.
 
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