Más allá de debatir si hay o no una literatura erótica femenina, Sabina Berman, Hortensia Moreno y María Teresa Priego coincidieron -cada una con sus matices-, en que la escritura es una forma de libertad interior capaz de transmitir emociones.
Al participar en el ciclo de Conversaciones entre mujeres, organizado para conmemorar los 15 años de Semillas, Sociedad Mexicana Pro Derechos de la Mujer, Berman recordó que desde la infancia a las niñas se les educa para desenvolverse en un mundo pasivo y privado, mientras los niños crecen en un ambiente de conflicto y violencia mutua, lo cual finalmente se proyecta en la etapa adulta y en el proceso creativo.
A la pregunta de si existe una literatura erótica femenina, la autora de Entre Pancho Villa y una mujer desnuda, destacó: «Mujeres y hombres tenemos biologías diferentes, la contabilidad de la diferencia es de un 20 por ciento de nuestro cuerpo, pero aun así creo que compartimos más biológicamente con los varones que nuestras diferencias (con las mujeres), aunque nuestras diferencias son muy importantes. Y creo que evidentemente sí somos educadas de una forma distinta».
En la mesa moderada por la antropóloga feminista Marta Lamas, la dramaturga consideró que evidentemente hay una visión femenina que se forja culturalmente desde la niñez.
La novelista y periodista Hortensia Moreno la rebatió diciendo que hay una individualidad en cada mujer que depende de su edad, clase social, época, religión, nacionalidad y opción sexual, por lo que no hay una forma absoluta en la que las mujeres perciben su realidad y viven su erotismo.
«Hay mujeres clitorianas y vaginales, y encontramos maneras diversas de vivir el placer, pues hay lesbianas y heterosexuales, y son dos erotismos de un mapa intrincado», dijo.
La también editora dijo que «las mujeres empiezan a escribir en formas más libres, porque los hombres están sujetos a la escuela, a la retórica del latín. Ellos aprenden a escribir en la escuela y a partir de las reglas retóricas, entonces escriben de una manera totalmente codificada. En cambio las mujeres primero empiezan a inventar formas de escritura que se salen de este parámetro, porque ellas no fueron a la escuela; ellas aprenden a leer y a escribir en casa y empiezan a escribir cosas que los hombres no saben que se pueden expresar».
En su oportunidad, la escritora María Teresa Priego consideró complejo responder a la respuesta de si existe una literatura femenina, por lo que parafraseó al psicoanalista francés Jacques Lacan: «Si la mujer con mayúsculas no existe, la escritura femenina tampoco, porque supondría una serie de denominadores en común, inevitables, que nos traen de regreso al cuerpo», afirmó.
A juicio de la integrante de Debate Feminista y psicoterapeuta, «las mujeres no nada más compartimos obstáculos, porque hay algo que nos identifica como el reír, llorar, socializar. Por ejemplo, en un baño de hombres, los señores están en lo que están, en cambio en el baño de mujeres, nosotras estamos compartiendo un espacio de socialización improvisada al intercambiar diálogos con otras mujeres».
«Me parece como una prueba contundente de nuestra manera de disfrutar de otra manera, no dudo que haya muchos hombres que puedan hacerlo, pero esa relación inmediata, esa libertad para decir lo que quieres es única. También hay maneras de tocarnos que son femeninas y si fue un aprendizaje forzado, estoy contentísima de que nos lo hayan dado», puntualizó.
2005/GV/GM
