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La globalización neoliberal, trágica y nefasta para las mujeres

Por Soledad Jarquín Edgar, corresponsal

La filósofa feminista Celia Amorós sostiene que la globalización neoliberal ha sido nefasta y trágica para las mujeres ante el adelgazamiento y supresión del Estado de bienestar, por lo que propone nuevos contextos que sólo pueden ser construidos mediante una nueva articulación donde cobre sentido la emancipación femenina.

En una conferencia en la ciudad de Oaxaca, a la que fue invitada por la ex funcionaria pública Norma Reyes Terán, Amorós Puente afirmó que la especie humana es la responsable de la supervivencia y de la calidad de vida, y descartó la «presunta relación especial de las mujeres con la naturaleza»: ellas no tiene la obligación de salvar la naturaleza porque es responsabilidad de todos.

Durante la conferencia, a la que se invitó a un grupo de feministas oaxaqueñas, investigadoras universitarias y algunas funcionarias públicas, la filósofa de origen español, aseguró que relacionar a las mujeres con la naturaleza «no ha sido, de hecho, ningún favor».

Explicó que se a aplicado la ecuación «mujer es a la naturaleza lo que varón es la cultura, y como se entiende que la cultura es superior a la naturaleza, el varón es superior a la mujer», dijo la feminista.

Las mujeres están en determinadas situaciones más próximas a la naturaleza en función de las tareas que les son adjudicadas en virtud de la división sexual del trabajo, detalló, y afirmó también que la bióloga y teórica feminista Dona Haraway ha logrado desmontar estas ecuaciones esencialistas.

Amorós abundó que, como lo plantea Haraway, ella es partidaria de que las mujeres entren el proceso de construcción de la ciencia, la cual no debe ser un producto acabado sin la intervención de la ciudadanía. «Necesitamos crear la República de la tecnología en lugar de la industria de bioética», dijo.

Ése es el sentido con el cual las mujeres campesinas articuladas deben ver sus saberes: «deben entrar en la República de la tecno-ciencia; ello debería formar parte de su ciudadanía, tal y como ya lo están haciendo algunas mujeres en India».

Sin embargo, añadió, los varones procuran mantener a las mujeres en situación de «serialidad atomizada», es decir, de impotencia sistemática, porque intuyen lo que puede hacer un sector oprimido al pasar de la situación individual a la organización grupal.

Premio Nacional de Ensayo 2006 por su obra «La gran diferencia y sus pequeñas consecuencias», Amorós cuestionó la globalización neoliberalizada y apuntó que, paradójicamente, la globalización debería ser un paso decisivo en la concertación humana, pero que, por el contrario, en el ámbito del «desconcierto sistemático» promueve el imperio de la cosa frente al hombre.

Amorós Puente se refirió a otras ecofeministas y coincidió con ellas en que no se puede ignorar el impacto de la devastación de la globalización neoliberal en las formas de vida de las mujeres rurales del tercer Mundo.

Por ello, dijo, «si el feminismo quiere mantener su vocación internacionalista, deberá pensar también en términos ecologistas ya que las mujeres pobres de los países subdesarrollados son las primeras víctimas de la destrucción del medio natural».

EL FEMINISMO ENCARNA LA ILUSTRACIÓN

Amorós «encarna las consignas de la Ilustración para vindicar los derechos de las mujeres», aseguró Norma Reyes Terán. A su vez, la feminista apuntó: «entendemos que la Ilustración no es un monopolio de occidente y que en otras culturas tienen lugar, en determinadas circunstancias, procesos crítico-reflexivo que con toda justeza pueden ser calificados de ilustrados.

«El feminismo apareció históricamente donde cayeron las viejas jerarquías estamentales: clero, aristócratas y villanos, y fueron sustituidas por concesiones de corte universalistas tales como sujeto, individuo y ciudadano».

Recordó a la autora de Vindicación de los Derechos de la Mujer,
Mary Wollstonecraft (1792), quien argumentaba que las mujeres debemos ser sujetos autónomos en el uso de nuestra razón y no permitir que ésta nos venga del varón tutor como luz indirecta, como si nos llegara de segunda mano.

El feminismo tiene una raíz ilustrada, indicó, y quiere la emancipación para todas las mujeres. «No es verdad, como pretenden algunos, que sea un producto de occidente utilizado para colonizar a los pueblos indígenas; la opresión de las mujeres es un hecho universal».

Crítica permanente y con una postura a rechazar las «chapuzas conceptuales», habló de la multiculturalidad, la cual se refiere, dijo, «al hecho empírico de la coexistencia de culturas diferentes en los mismos tiempos y en las mismas zonas geográficas. Es un hecho».

Por el contrario, el multiculturalismo no es un hecho, sino una tesis normativa acerca de lo que las culturas son y cómo deben relacionarse entre sí; una tesis acerca del modo en que puede y debe gestionarse políticamente su coexistencia. «Incluso, podemos decir que sirvió para justificar el apartheid en Sudáfrica», afirmó.

DIFERENCIAS Y DESIGUALDADES ILEGÍTIMAS

Las culturas no son homogéneas ni todas las diferencias son buenas. Hay que convalidarlas con determinas piedras de toque, como la idea de igualdad como referente normativo. «Son buenas todas aquellas diferencias que no generan desigualdades ilegitimas», las cuales, agregó, «no son rasgos culturales».

En ese sentido, añadió que la globalización neoliberal ha sido nefasta y trágica para los trabajadores y, de manera especial, para las mujeres, tras el adelgazamiento o supresión del Estado de bienestar, pues ha disfrazado sus costos con prestaciones sociales en salud, educación y servicios para el trabajo invisibles para las mujeres en el hogar.

Amorós dijo también que nuevos y siniestros pactos patriarcales mafiosos que adoptan el imaginario libertino llevan la violencia sexista a ese límite en el orden de lo pensable y sufrible que es el feminicidio.

De acuerdo con su análisis, las mujeres son víctimas preferenciales en los Estados fallidos a consecuencia, en buena medida, de los mecanismos de exclusión que la globalización neoliberal conlleva y los cuales propician y generan narcotráfico, economía criminal y crimen organizado.

Desde su perspectiva, frente a la globalización surgen movimientos emergentes como los altermundistas y los ecologistas; «ahí están las mujeres con un movimiento transversal, porque atravesamos todos los frentes de lucha, y para sus necesidades hemos de elaborar políticas epistemológicas alternativas, posicionamientos y dispositivos de conocimiento particulares».

De igual forma, la feminista de la igualdad se pronunció por «celebrar los mestizajes y resignificarlos», por ser verdaderamente globales y no provincianos globales. «El apremio fundamental es construir un nuevo contexto para este mundo descontextualizado; solo así podremos tener un mundo vivible», dijo, y recordó que las guerras son aparatos sistemáticos de descontextualización.

En ese sentido, la feminista concluyó que los nuevos contextos sólo pueden ser construidos mediante alianzas, «tomando como referente la articulación; la naturaleza está articulada y nuestra naturaleza social artefactual, frente a la naturaleza empresarializada, genera contextos vivibles donde puede cobrar sentido la emancipación».

Finalmente, citando a Haraway, indicó que estos contextos están sugeridos por una semiología política multicolor donde destacan los filtros verdes, rojos y violetas, «porque hoy más que nunca es necesario pensar que otro mundo es posible y no que lo es nuestro Desorden Mundial S.A.»

09/SJ/YT/LGL

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