La contradicción y enfrentamiento entre mujeres y hombres es más antigua que la lucha de clases, con la violación sexual como una de las peores formas de dominación femenina, afirmó hoy el médico ginecólogo y psicoanalista, Jorge Mayoral Figueroa.
Durante la conferencia Las Nuevas Antígonas, el especialista oaxaqueño afirmó que los movimientos sociales femeninos tienen ciertas analogías con la tragedia de Sófocles, Antígona, una mujer que soporta, que se sostiene, para evitar la desaparición, el borramiento de un ser humano.
Al concluir el ciclo de conferencias organizado por la Procuraduría del Menor, la Mujer y la Familia por el Día Internacional de la Mujer, celebrado el pasado ocho de marzo, explicó que en la actualidad la lucha de las mujeres está encabezada por las nuevas Antígonas, que buscan revertir los esquemas creados por los hombres en detrimento de ellas.
Mayoral Figueroa dijo que los mitos son representaciones simbólicas de la realidad, en los que las mujeres luchan para tener la posibilidad de cambiar, de ser escuchadas, de circular la palabra, para evitar como Antígona el borramiento de un ser humano.
La construcción física femenina, agregó, hizo a las mujeres vulnerables y les ha impedido negarse a encuentros físicos indeseables, con las consecuencias de esta experiencia brutal, como daños sicológicos, lesiones físicas o la muerte, además de los embarazos no deseados.
El matrimonio parece una forma de institucionalizar el rapto y la violación, actos brutales cometidos contra las mujeres para expresar el reclamo masculino sobre ellas. Esa práctica persistió en Inglaterra en el siglo XVI y lamentablemente sigue cometiéndose en algunas comunidades rurales de México, señaló.
EL ORIGEN
Esta circunstancia, dijo el especialista, condujo primero a la construcción de un protectorado rudimentario y más tarde a una completa solidificación del poder masculino que dio origen al patriarcado.
Pero la opresión contra las mujeres sucedía en todas las latitudes. Un ejemplo de ello son las antiguas leyes babilónicas, en las que se negó a las mujeres todo derecho e independencia, por lo que su sometimiento eran hechos de la vida cotidiana, agregó.
«La ley escrita fue un convenio solemne entre propietarios, pero estos propietarios eran hombres que querían proteger sus intereses mediante un intercambio «civilizado» de bienes y otros elementos que incluían a las mujeres», precisó.
Añadió que una manera mucho «más civilizada» de adquirir una esposa era mediante el pago al padre, en algunas comunidades se establecía que para tener mujer había que pagar 50 denarios de plata, práctica que persiste en muchos países islámicos.
La obra del escultor Juan de Bolonia, «El rapto de las Sabinas», ejemplifica la forma en que se ejercía el rapto tanto en tiempos de paz como en la guerra, sin embargo en ésta última ha sido plenamente justificada por los hombres de todos los tiempos, para dar rienda suelta a los abusos del poder sobre las mujeres.
¿CUENTOS DE HADAS?
Otra fuente de reproducción ideológica del patriarcado está en los llamados «cuentos de hadas», llenos de un vago espanto, de una catástrofe que sólo parece caer sólo sobre las mujeres.
El experto citó como ejemplo el caso de Caperucita Roja y el Lobo, historia que constituye una parábola encubierta sobre la violencia sexual, la Bella Durmiente, Blanca Nieves o Cenicienta donde las princesas permanecen inconmovibles hasta la llegada del señor elegido o más bien del señor que elige a la mujer.
El príncipe es el único que puede despertar de su letargo a la princesa, ella no se las puede arreglar sola, su papel consiste de acuerdo al relato en ser una mujer bella muy bella, pero pasiva.
A través de esos cuentos, señaló, se muestra un mundo puro, inocente y bello, que es en realidad terrible, castrante y destructivo, y que confina a una eterna infancia a aquellos seres que en alguna parte de su vida deberían acceder a la responsabilidad bajo un principio de realidad.
Las mujeres –agregó- cuestionan el universo de la hegemonía del hombre, este síntoma es un elemento particular que subvierte su propio fundamento universal, es decir una especie que subvierte su propio género.
SJ/MEL
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