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La guerra del 40 por ciento

Por la Redacción

Los derechos humanos son las condiciones que permiten crear una relación integrada entre la persona y la sociedad, permite a los individuos ser personas, identificándose consigo mismos y con los otros. Son independientes de factores particulares como el estatus, sexo, etnia o nacionalidad; independientes o no dependen exclusivamente del ordenamiento jurídico vigente. Se definen como inherentes a la persona, irrevocables, inalienables, intransmisibles e irrenunciables.

Respetar estos derechos es trascendental en la solución de la situación que vive hoy Ciudad Juárez y buena parte del Estado de Chihuahua, solamente que justo este tema quedo excluido en la segunda visita que hizo Calderón a esta Ciudad; A las Organizaciones de Derechos Humanos se les prohibió participar.

A la violencia económica de que es objeto toda la población del país y muy en particular las mujeres, se suma un clima de violencia física que se traduce en una combinación peligrosa de crisis violenta.

Hasta ahora las únicas respuestas que ha tenido el Gobierno son un desprecio al descontento social; al respeto a los derechos humanos; al derecho al trabajo; a la salud; a la opción de que las trabajadoras se organicen libremente en un sindicato; a un salario digno que les de acceso a mejores niveles de bienestar económico y social.

En este escenario tan indignante ¿cómo se supone que se debe «valorar» el aumento salarial del 40 por ciento que recibieron las fuerzas armadas del país?, brazo ejecutor y corresponsable de la violación a los derechos humanos y de esta crisis de violencia.

La primera pregunta obligada es ¿por qué a los y las trabajadoras que crean la riqueza de esta nación sólo se les autorizó un mini incremento del 4.8 por ciento en su salario? Algunos Sindicatos y diputados del sector obrero habían pedido que el salario mínimo aumentara 10 por ciento, las respuestas no se hicieron esperar: era inflacionario, generaría más desempleo, iba contra los intereses del país que atravesaba por una grave crisis económica, no correspondía a los niveles de productividad, bla, bla, bla.

El golpe más certero lo dio el propio Congreso del Trabajo a través de su presidente Emilio Gamboa Pascoe, que apresuradamente dio un rotuno NO a esta petición del 10 por ciento, sus compromisos empresariales y gubernamentales así se lo exigían. ¿Por qué nadie se acordó de estos argumentos cuando se decidió aumentar un 40 por ciento los salarios del ejército?

Afortunadamente aquí la diferencia la marcan las mujeres, en la voz de Luz María Dávila, esa voz no tiene precio y no se puede medir en porcentajes de incremento, vaya una lágrima seca y un puño cerrado para todas esas Luz Marías de Juárez y de todos los rincones de México que se defienden de los efectos de la militarización económica y física de México.

¿Y LA VIOLENCIA ECONÓMICA?

¿Cuál es la situación económica de las mujeres de Chihuahua, qué pasó son esas «flores» chihuahuenses de la maquiladora, dónde quedó el proyecto industrial de Juárez, qué fue de las actividades económicas del Estado como la ganadería, su minería, la industria de la madera?

Política social, así como tal, nunca fue un motivo de preocupación para los gobernantes en los tres niveles de gobierno: federal, estatal y municipal, independientemente de cualquier partido político. En cuanto al equipamiento urbano de las colonias populares, lo poquito que se llegaba a conseguir era resultado del arduo trabajo de las organizaciones populares, lo mismo en el caso de las condiciones de la vivienda popular, éstas han estado abandonadas por años.

En Chihuahua, el desempleo femenino también es una realidad y es superior al que se registra a nivel nacional. Sí, existe un alto nivel de desempleo en las mujeres, con una tasa de desempleo abierto (TDA) de 8.57 para el último trimestre de 2009, cifra que supera al desempleo masculino y al total de la entidad.

¿Qué sucedió con la Industria Maquiladora de Exportación (IMEX)?, renombrada por el Inegi como Industria Manufacturera, Maquiladora y de Servicios de Exportación (IMMEX) a partir del 2007, integrándose en un solo programa lo que se conocía como IMEX y el programa de Importación Temporal para Producir Artículos de Exportación (PITEX).

Lo primero que se destaca es que la participación de la mano de obra femenina en esta industria ha disminuido y ya no es predominante, en esa misma situación está el empleo permanente.

En el primer caso, la Población ocupada femenina -obreras sin trabajos técnicos y administrativos-, descendió de 78.3 a 54.4 por ciento durante el período comprendido de 1975 a 2006; en tanto que el empleo permanente disminuyó de 23.5 a 18.2 por ciento (2000-2008). Cifras del Inegi y del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

La estrategia competitiva basada en la mano de obra barata y las «ventajas comparativas» quedó en tela de juicio con la entrada de China al mercado, el auge de la globalización económica y la firma de los tratados comerciales, pero México y sus mujeres de la maquila siguen ancladas al modelo exportador.

Desde luego que la llegada de esta industria a Chihuahua les representó empleo y algunos beneficios económicos, sobre todo porque en Ciudad Juárez se establecieron los primeros parques industriales desde 1962, parques que ahora están abandonados. Se provocó una migración interna significativa proveniente del sur y centro del país, con la consiguiente explosión en la demanda de bienes y servicios públicos, cambios culturales y en la composición demográfica de toda la entidad.

Este fenómeno nunca estuvo acompañada de una política de urbanización y muchísimo menos en materia de salud, educación, guarderías o alguna acción que permitiera construir un tejido social menos polarizado o reducir el impacto que necesariamente conlleva una actividad industrial que descansaba en la mano de obra femenina y todas sus implicaciones sociales.

Los costos de este abandono que el Estado a hecho a las mujeres trabajadoras de la maquila y la explotación de que son objeto en la industria se traducen en problemas de salud ocupacional y ambiental; segmentación vertical del trabajo; discriminación laboral por edad y por gravidez; hostigamiento laboral y sexual y bajas tasas de sindicalización.

Una cultura del trabajo donde no tiene cabida la expectativa de la jubilación, por lo tanto de la garantía de un futuro, esa es una de las muchas razones por las que todavía hay tanta rotación de personal, hoy se tiene trabajo, mañana quien sabe.

Esperar que las transnacionales dueñas de esta industria se aboquen a resolver los problemas que tienen esas ciudades maquiladoras es un despropósito, este no es su país y tampoco su compromiso. Sus responsabilidades legales con las obreras no las cumplen y ellas saben a ciencia cierta que no cuentan con el apoyo de las autoridades laborales o de cualquier otra índole, en los tres niveles de gobierno.

La impunidad que han tenido los feminicidios desde 1993 siempre estará ahí, fueron los primeros focos rojos que se encendieron, las mujeres dieron la voz de alarma sobre el huevo de la serpiente que se estaba incubando en esa localidad y no se quiso escuchar a tiempo.

Nada más que todo esto también implica desesperanza, un nivel de desprendimiento social con los partidos políticos y con las instituciones, donde resulta hueca la palabra «estado de derecho».

Lo sorprendente es que a pesar de todo eso o posiblemente por ese caos producto de una conjunción de factores, lo poco que sobrevive en Chihuahua se debe a la organización de la sociedad civil, donde las mujeres de esa entidad juegan un papel protagónico y entonces sí, todas son Juárez.

Sin ejército, sin la opresión de las fuerzas policíacas o de los delincuentes; donde se respeten los derechos humanos, civiles y los económicos.

Con guarderías para los hijos de las obreras; con salarios dignos; sin jóvenes criminalizados; con un buen transporte público; colonias pavimentadas; contando con servicios como electricidad y agua entubada; viviendas dignas pero sobre todo, con expectativas reales de un futuro mejor.

Hoy, así como se vive en esa ciudad las mujeres no pueden pronunciar la palabra «bienvenido» y mucho menos festejar ese aumento del 40 por ciento para las fuerzas armadas.

*Feminista, economista especializada en género

10/CPM/LR

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