Inicio La Isla de la Juventud, un documental de Ana Laura Calderón

La Isla de la Juventud, un documental de Ana Laura Calderón

Por Nancy Betán Santana

Los labios secos y empequeñecidos por el paso del tiempo no han logrado extinguir el generoso aliento que asegura: «Yo hice revolución aquí, aquí mismo, mi niña». Más de ochenta años, no han bastado para evaporar la grisácea claridad de unos ojos aún capaces de regalar vida a quienes así lo requieran.

Ana Laura Calderón, cineasta mexicana, egresada del Instituto Superior de Arte en La Habana, fue quien, hace dos años, durante el rodaje de su ópera prima, La isla de la juventud, hizo tales descubrimientos.

Este documental narra un pedazo de la existencia de ocho de los 87 mil habitantes que viven en Isla de la juventud, la segunda en extensión del archipiélago de Cuba: Mirta Estrada, Julián Herrera, Cristina López, Magali Cruz, Armando González, Ernesto Ortega, Araceli Silva y José Delgado.

Ana Laura Calderón declaró a Cimacnoticias que la idea inicial era indagar en la noción que las personas de la tercera edad de Isla de la juventud tenían acerca del suicidio y la muerte; no obstante, la necesidad de hablar y ser escuchados de la gente situó el tópico hasta el final del filme y dio paso a otro más presente: la vida misma.

De esta forma, ocho personalidades distintas cuentan, a través de sus testimonios, la forma en la cual llegaron y se establecieron en Isla de la juventud. Así, jardineros, carpinteros, revolucionarias y madres hablan de lo que significa para ellos el amor, la felicidad, la soledad, Dios y el porvenir.

«Quise realizar un documental que hablara de Cuba porque ahí viví de los 18 a los 22 años, como estudiante. Es parte de un homenaje a Isla de la juventud y, al mismo tiempo, la culminación de un largometraje que no habla en lo absoluto de política, sino de las mujeres y hombres; de los seres humanos», subrayó la realizadora hidrocálida.

Con dicho objetivo, los diversos relatos que conforman La isla de la juventud se desarrollan en los hogares de Mirta, Julián, Cristina, Magali, Armando, Ernesto, Araceli y José, y trazan varias curvas en el desarrollo del filme, pues cada oración dicha navega entre el humor y la añoranza que encierra el mar de la vejez.

Los espectadores sentirán empatía con Julio, un hombre que en su juventud fue un imparable conquistador y en la actualidad sufre por la muerte de su esposa, y solidaridad con el dolor de Mirta, una mujer idealista y revolucionaria cuando joven, a quien ha castigado la enfermedad y ausencia de sus seres queridos.

«Mostrar una parte de las emociones que envuelve a la vejez para dignificar esa etapa, fue otro de mis objetivos. Quien ve el documental sabe que ser viejo no significa la anulación de la vida, sino un cambio de la misma», enfatizó Ana Laura.

Podrían cambiarse nombres, acentuó Calderón, situarlos en México; hacer un retrato de la vejez mexicana, similar en algunos aspectos a la cubana, porque todo ser humano, joven o viejo, no deja nunca de ser un ser humano. Y hablar de alguien socialmente silenciado, como lo están las personas de la tercera edad, lo dignifica.

A su regreso a Isla de la juventud para la exhibición del documental, Ana Laura dijo haber hallado únicamente a seis de sus protagonistas vivos. Dos de ellos, quizás con su propia muerte, brindaron los testimonios faltantes, los que cierran, no sólo la vejez, sino toda historia humana.

MUCHOS PREMIOS, DIFÍCIL EXHIBICIÓN

Pese a que el documental La isla de la juventud ha sido seleccionado en los festivales de Morelia, Docsdf y Docs Barcelona, entre otros, y recibido diversos premios, como el de Mejor documental del Festival de Cine de Cancún, Ana Laura ha luchado, al igual que la mayoría de los realizadores mexicanos, para lograr la exhibición y distribución de su largometraje.

Calderón es guionista, directora y productora de su documental, e insistió a Cimacnoticias que esto se debe a la falta de financiamiento para el cine en nuestro país. Un reflejo de la crisis dentro de la cual se halla la cultura en México, resaltó.

«Jamás fui discriminada por ser mujer en Cuba, tampoco aquí. En mi caso, el mayor problema ha sido el largo camino de la difusión del documental. Éste me ha enseñado que si quieres hacer algo, lo debes hacer con tus propios recursos, si no, corres el riesgo de no lograr nada, o que pasen muchos años antes de ver los frutos de tu esfuerzo», anotó la cineasta de 30 años.

Actualmente, este filme que rescata detalles casi imperceptibles a la mirada cotidiana, se exhibe en las instalaciones de Cinemanía, ubicada en el interior de Plaza Loreto, en la colonia San Ángel.

09/NBS/GG

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