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La lucha por tener una vida normal

Por la Redacción

A los tres años de edad, Kaoutar dejó Marruecos y llegó con su familia a Barcelona, desde entonces, su vida ha dado muchas vueltas: sus padres se separaron e intentaron casarla con un hombre mucho mayor que ella.

Su madre la echó de casa cuando sólo tenía 12 años, vivió en la calle durante cuatro años más, robó, se drogó y pasó por varios centros de asistencia. La vida y el valor de Kaoutar, que ahora tiene 20 años, son relatados en el libro La niña de la calle, de la periodista Virtu Morón.

«Me llamo Kaoutar. Los españoles pronuncian mi nombre así: Cauta. ¡Qué paradoja! Nunca en mi vida he sido precavida. Me he dejado llevar por lo que me ha ido viniendo, confiando en todo y en todos. Así me han ido las cosas…»

De esta manera se presenta Kaoutar Haik en La niña de la calle, texto que recoge el testimonio de esta joven marroquí de 20 años, que ha vivido en las calles de Barcelona, difundió Canal Solidario.

La periodista Virtu Morón, en un tono muy coloquial da voz a Kaoutar Haik, a sus experiencias y a sus sentimientos. De esta manera conocemos la historia de la pequeña desde que llegó a Barcelona.

A los pocos meses, sus padres se separaron y la relación con su madre se fue deteriorando hasta el punto de sufrir malos tratos y de pasar varios días en casa de una amiga de su madre porque ésta la había echado de casa, de noche, en pijama y cuando sólo tenía 9 años.

Pero cuando realmente cambió la vida de Kaoutar fue cuando tenía 12 años y se dio cuenta de que no podía contar con su madre y que su padre no se haría cargo de ella. Durante cuatro años, vivió en la calle y acabó robando a los turistas que pasean por las Ramblas de Barcelona para sobrevivir.

En todo ese tiempo, Kaoutar pasó por varios centros de asistencia y se escapó de todos, intentó volver a convivir con su madre pero sin éxito, escapó de un matrimonio concertado con un hombre que casi le doblaba la edad.

Sin embargo, las ganas de seguir adelante y de dejar atrás la vida en la calle la llevaron a confiar en varios educadores sociales y a empezar a estudiar algo que desde pequeña le había fascinado: peluquería.

El valor, las ganas por tener un vida normal y la autoestima han ayudado a Kaoutar a conseguir cierta estabilidad, ahora lo tiene claro «empezaré a mirar un piso de alquiler, ya veremos si sola o si lo comparto. De momento, no tengo ganas de estar con ningún chico, ni marroquí ni español. Voy a empezar a pensar en mí y en lo que a mí me convenga».

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