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La mitad de los chilenos nunca ha usado condón

Por Andrea González

El 50 por ciento de los chilenos asegura no haber usado nunca un preservativo. Así lo revela una encuesta no publicada aún y que fue realizada por organismos del Comité País, que coordina la prevención del VIH en el país y en el que participan Conasida, Vivopositivo, las organizaciones de la sociedad civil reunidas en Asosida, la Universidad de Chile, el grupo temático Onusida, el Consejo de las Américas y la Fundación Ideas.

El cuestionario aplicado a mil 800 personas comprobó, además, que sólo el 15 por ciento de las personas consultadas utiliza en forma regular ese método, informó el Servicio de Noticias de la Mujer

¿Cómo revertir esta realidad? Facilitando el acceso y reduciendo el costo de los profilácticos. Al menos esa es la fórmula del Proyecto de Mercadeo Social del Condón, iniciativa financiada por el Fondo Global para la Lucha Contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, que busca potenciar el uso de preservativos entre los chilenos.

La idea no es nueva. En marzo de 2002 se constituyó el mencionado Comité País para dar un efectivo golpe a la epidemia, a través de una alianza entre el gobierno y la sociedad civil hasta el año 2008.

Con este principio en sus manos, Comité País decidió apostar por un proyecto más que ambicioso, que por primera vez involucra al Estado en la entrega de preservativos a nivel masivo, con el fin de generar cambios orientados a promover un comportamiento sexual de bajo riesgo en la población.

La iniciativa cuenta con dos fases. La primera, conocida como «la ruta del condón», dedicada a sensibilizar a la población sobre la importancia de utilizar los preservativos y cuenta con un millón de dólares de inversión en los dos primeros años.

Según explicó el presidente del Comité País, Marco Becerra, esta experiencia ha sido todo un éxito. Sidacción fue el organismo encargado de contactarse con las regiones y recibir las propuestas locales, para definir la forma y los lugares donde se distribuirán los profilácticos.

Para la directora del Conasida, Edith Ortiz, la experiencia mundial confirma la eficacia de este tipo de estrategias de prevención como una de las formas más seguras para evitar la infección por VIH. «La idea es que aquellas personas que reconocen conductas de riesgo en su vida sexual, tengan todos los elementos al alcance de su mano para protegerse», dijo.

Pero la implementación de la ruta, que partió en enero pasado, no estuvo exenta de inconvenientes, boicots y más de un dedo acusador que intentó aguar las actividades del ya famoso personaje Condonito. «Los principales problemas los tuvimos en el verano, en algunos balnearios, donde algunas autoridades locales se molestaron, y también con el obispado», recordó Becerra.

La segunda etapa, que comienza en el segundo semestre de este año, es aún más decisiva. Se trata de acordar con empresas extranjeras una logística única en Chile, donde el condón pueda comprarse -por ejemplo- en los supermercados, kioscos o servicentros, a un precio conveniente, pero con calidad garantizada.

«Queremos sacar este producto de las estanterías de las farmacias y acercarlos a la gente, porque muchos sienten vergüenza de adquirirlo al tener que interactuar con otra persona», dijo el dirigente.

El compromiso es tener listo el diseño de la estrategia de mercadeo el 31 de enero de 2006, para que el Fondo Global entregue los recursos en los próximos tres años. «De aquí a 2008 debemos asegurar que una persona de un pueblo lejano pueda ir a una posta y pedir un condón. Si no logramos esto, fracasó la labor preventiva del VIH», afirmó Becerra.

En el sistema público, la entrega de preservativos en forma gratuita aumentó de poco más de dos millones en 2004 a cuatro millones y medio de condones este año. Los principales beneficiados en la atención primaria son las personas que padecen enfermedades de transmisión sexual, las trabajadoras sexuales y los jóvenes, quienes además reciben material educativo sobre el tema.

Sin embargo, estudios realizados por especialistas demuestran que sólo el 33 por ciento de las personas sexualmente activas (entre 15 y 69 años) usa los preservativos. Becerra advierte que esta cifra es aún insuficiente, si se considera que los chilenos tienen ocho relaciones sexuales como promedio al mes.

«Se requieren más de 80 millones de condones para captar toda la demanda. Y eso también es una responsabilidad del Estado, por ello la meta es que al final del proyecto hayamos aumentado en 150 por ciento la disponibilidad de profilácticos en la red pública de salud», dijo.

Pero el acceso a los preservativos también pasa por un factor económico. Así lo confirma la última encuesta sobre comportamiento sexual: cerca del 40 por ciento de los sectores bajos utiliza el condón como método anticonceptivo, mientras que en los sectores medios llega al 33 por ciento y sólo a 29 por ciento entre las personas de menores recursos.

«El Estado necesita mejorar la distribución de preservativos, especialmente en los sectores más pobres, con alta vulnerabilidad social, donde las mujeres dueñas de casa también sufren de VIH, pero no tienen la posibilidad de incorporar este producto en la canasta familiar», planteó Becerra.

Ortiz asegura que, para instalar definitivamente la estrategia del condón en la sociedad, es necesario abrir el debate sobre la sexualidad en forma responsable, informada y franca. «En la medida que el tema de las relaciones sexuales sea tocado al interior del hogar y entre las parejas, la posibilidad de instalar los preservativos en nuestra vida diaria aumentará», dijo.

Hace falta también derribar los mitos que acompañan al condón. Porque a pesar de que la sociedad chilena ha enfrentado en los últimos años un cierto destape en materia sexual, aún se mantienen varias creencias. «Las investigaciones realizadas tras la ruta del condón demuestran que en torno al tema hay muchos prejuicios, porque no se conoce el producto», cuenta Marco Becerra, presidente del Comité País.

Así, la imagen de los preservativos aún se asocia a personas con un comportamiento sexual promiscuo o a una relación extramarital. «Aunque los jóvenes lo aprecian mucho, entre las mujeres aún hay una sanción moral, ya que llevarlo en la cartera es considerado como una inmoralidad», agregó.

Incluso, en los estudios de demanda sobre el mercadeo, se le considera como un «objeto extraño, ajeno y antinatural» que, en relación a la pareja estable, induce a la sospecha de infidelidad.

Otro tanto ocurre con las suspicacias de la población ante la calidad de los condones que se entregan en los servicios de salud: al no tener marca y ser gratuitos, son despreciados respecto al producto disponible en el mercado. Sin embargo, el dirigente acusa al Estado de haber colaborado en esta errónea percepción.

«La pareja única sigue teniendo mucho peso en la sociedad como método de prevención, pero eso no es así. En las campañas contra el VIH se cometió la falta de plantear el uso del condón, la abstinencia y la pareja única como medidas separadas una de la otra. Pero nada ofrece más garantías que usar preservativos siempre», sentenció.

Una visión distinta entrega Edith Ortiz, la directora del Conasida, quien asegura que ya se ha avanzado en una aceptación sexual del condón. «No buscamos que toda la población use preservativos, sino que el mensaje debe llegar a aquellas personas que tienen conductas de riesgo y lo bueno es que esta conciencia ya se está instalando en las nuevas generaciones», finalizó.

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