En los últimos 10 años la mortalidad por cáncer cérvico uterino (CCU) se redujo a más de la mitad, al pasar de 17 defunciones por cada cien mil mujeres mayores de 24 años en 1995, a ocho por cada cien mil en 2005, según cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Ese logro se debe principalmente a tres factores: la difusión de las campañas sobre la importancia de realizarse periódicamente el papanicolau; la mayor conciencia de las mexicanas sobre su salud y a que del 2000 a la fecha, el IMSS renovó 89 laboratorios de citología de sus hospitales y aumentó de 51 a 135 las Clínicas de Colposcopia.
El jefe del servicio de ginecología del hospital de Gineco-Obstetricia 3 del Centro Médico Nacional «La Raza» del IMSS, Manuel Mario Matute González, informó que el 95 por ciento de los casos de CCU se atienden cuando se presentan lesiones pre-invasoras, cuando el tratamiento es curativo al 100 por ciento.
Aunque el papanicolau, no es un método de diagnóstico, sí es la principal prueba para ubicar lesiones cérvico-vaginales que puedan provocar CCU, por lo que es importante hacerlo periódicamente sobre todo en mujeres que han tenido alguna enfermedad inmunológica, como lupus eritomatoso y anemias, o haber recibido un transplante renal.
Esta prueba, dijo, consiste en obtener con un instrumento que se llama espátula de aire, una pequeña muestra de la parte externa del cuello de la matriz, para analizarla.
Si los resultados del papanicolau salen positivos, añadió, se realiza una colposcopía, método de diagnóstico que permite identificar lesiones malignas y tomar una pequeña muestra para hacer una «biopsia» y determinar si se trata de Cáncer Cérvico Uterino.
El papanicolau se debe practicar a partir de que la mujer inicia su vida sexual y en las mayores de 18 años. Este estudio se realiza de forma anual por dos años consecutivos, si el resultado es negativo, será el médico quien decidirá la periodicidad con que deberá hacerse.
Explicó que los factores de riesgo, como el tener múltiples parejas sexuales así como iniciar la vida sexual a temprana edad, incrementan hasta en tres veces el riesgo de presentar CCU.
EL CCU es una enfermedad asintomática y pueden pasar hasta 10 años sin dar molestias, por lo que cuando la mujer acude al médico es porque tiene sangrados y ya invadió otros órganos o tejidos.
Afortunadamente, dijo, cada vez son menos los casos de CCU invasor, por ejemplo hace diez años el Servicio de Ginecología del Hospital de Gineco-Obstetricia No. 3 del CMN «La Raza» atendía 180 pacientes al año en etapas muy avanzadas, y en la actualidad son 90 al año.
06/LR