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La mujeres en el movimiento estudiantil de 1968

Por Erika Cervantes

«¿Quién? ¿Quiénes? Nadie, al día siguiente nadie.
La plaza amaneció barrida:
Los periódicos dieron como noticia principal el estado del tiempo, y en la televisión, en el radio, en el cine, no hubo ningún cambio en el programa. Ningún anuncio intercalado. Ni un minuto de silencio en el banquete (pues prosiguió el banquete).
-Rosario Castellanos, Memorial de Tlatelolco.
Plaza de las tres Culturas, 2 de octubre 1993″

Es la inscripción del monumento a los Caídos en la plaza de las Tres culturas en Tlatelolco, Ciudad de México, que obliga a la población mexicana a no olvidar los hechos del 2 de octubre, cuando la juventud mexicana convocada por estudiantes exigía al gobierno paz y libertad.

A pesar de sólo citar a los caídos, en la placa aparecen los nombres de tres mujeres: Ana María Maximiliano Mendoza de 19 años, Agustina Matus campos de 60 años, y Ana María Teuscher Kruger de 19 años, tres mujeres que representan a las activistas y madres de las y los estudiantes que marcharon en silencio y con algarabía para exigir al gobierno el alto a la represión.

Un gobierno que implementó una guerra mediática que señala a la juventud estudiantil mexicana como comunista, terrorista,enemiga del Estado y no reconocida como ciudadanía.

Las estudiantes en el movimiento se igualaban a los varones al distribuir volantes, hacer pintas y participar en las asambleas y marchas. Al igual que los varones las mujeres participaban en la preparación de alimentos para las brigadas.

Para las estudiantes participar del movimiento era una opción de cambiar los esquemas políticos que marginaban la participación ciudadana. La democracia era uno de los fundamentos más solicitados, al igual el alto a la represión de las y los estudiantes.

La tarde del 2 de octubre, durante la asamblea convocada por el Consejo General de Huelga en la Plaza de las Tres culturas en Tlatelolco, las personas presentes fueron cercadas por el ejército mexicano y reprimidas con armas de fuego y bayoneta calada como si fuesen enemigas del país.

Luces de bengala fueron la señal para abrir fuego, el número de victimas se desconoce, muchas de las personas asesinadas se les expidió actas de defunción que señalaban muerte natural o por enfermedad, en donde se ocultaron los disparos o brutalidad que habían causado su muerte.

Sus familiares que pudieron encontrar sus cuerpos en anfiteatros y hospitales accedieron a que se ocultara la causa de su muerte a cambio de poder enterrarle y tener una tumba donde llorar a sus hijas, hijos, hermanas, hermanos, amigas, amigos que soñaran una vez un México incluyente y democrático.

Las pocas personas que se pudieron documentar están presentes en el Monumento a los Caídos. 20 personas aparecen en él, solo tres mujeres están presentes.

Rosa María Maximiana Mendoza Robles tenía 19 años, era estudiante de la Escuela Valle de México y murió a causa de las heridas de bala que recibió, al igual que Agustina Matus de Campos, dedicada al hogar, que murió en la Cruz Roja Mexicana.

De las mujeres presentes en el monumento, la que ha sido más documentada y objeto de culto es Ana María Teuscher Kruger, de 19 años, a quien Velasco Piña usó para escribir Regina, novela que mitifica el actuar de Ana María Teuscher como mártir del movimiento. Su familia, en total desacuerdo de que se explote y utilice su asesinato como medio lucrativo. ha confrontado al autor.

Ana María Teuscher Krüger nació el 3 de junio de 1949 en el Hospital Francés de la Ciudad de México, como la cuarta de cinco hijos del matrimonio conformado por el médico Pablo Teuscher Cortés y María Luisa Krüger Hernández, ambos mexicanos de padre germano.

Ana María estudió hasta la preparatoria en el Colegio Alemán; luego ingresó a la Facultad de Medicina de la UNAM. En la casa y en la escuela la llamaban Marietta.

El 2 de octubre Ana Maríapidió permiso para ir por la tarde con su amiga Guillermina Kolkmeyer al cine. Hacía algunas semanas había sido aceptada como edecán de los Juegos Olímpicos, por lo que ese día llevaba su uniforme a rayas con los cinco círculos de colores en el pecho.

La razón para mentir era que su padre era un crítico severo del movimiento estudiantil, A todos esos revoltosos los debían encerrar, había dicho.

Por la noche del 2 de octubre Guillermina llamó a la familia de Ana María para informar «Estoy en la Cruz Roja herida de una pierna. Perdí a Marietta, búsquenla».

Pablo Teuscher Krüger encuentra, en la Tercera Delegación,el cuerpo de Ana, el cual presentaba en la espalda seis tiros de arma calibre 45.

Ellas, Las Anas y Agustina sólo son una referencia pequeña de las voces de las mujeres que se escuchaban en las marchas, en los mítines, en las calles, de las que han construido la ciudadanía, al caminar pidiendo alto a la represión, y justicia. Por ello nos heredan continuar exigiendo desde todas las tribunas, en todos los espacios, libertad, participación y paz.

08/EC/VR/GG

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