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La puerta de tu corazón está en la lengua

Por Carolina Velásquez

El sentido del gusto, del sabor, se encuentra en la lengua. Mediante los receptores del gusto –como las papilas gustativas localizadas en la superficie de la lengua—probamos los sabores básicos: dulce, amargo, agrio, salado, los cuales junto con los olores nos llevan a variadas sensaciones al probar la comida.

Según se expone en el Álbum Enciclopédico del Cuerpo Humano (El Universal, 2004), cada persona tiene entre 200 mil y 500 mil células receptoras gustativas extendidas sobre lengua, garganta, paredes internas de la boca, parte de atrás del paladar y epiglotis. Estas células se deterioran cada 10 días y son reemplazadas por otras nuevas, con la edad estas células se regeneran más lentamente, disminuyendo el sentido del gusto.

Introducimos una sustancia en la boca, la disolvemos en la saliva y al interactuar con los receptores de los pelillos del gusto generamos un impulso nervioso que transmitimos al cerebro (Atlas del cuerpo humano, 1995). Proceso que, al parecer, no es sólo físico sino que está relacionado también con nuestros sentimientos y manera de estar en el mundo.

Para la filosofía oriental la lengua es la puerta del corazón, por tanto, se relaciona con los sentimientos que alimentan este órgano vital. Así, con la lengua los seres humanos tenemos la posibilidad de saborear, además de la comida, una gama emocional relacionada con el amor, el odio, la apertura, la arrogancia, la prisa o la tranquilidad.

Desde esta concepción, al igual que manos y pies, la lengua se divide en cinco partes, cada una corresponde a un órgano: riñones (la parte de atrás), estómago (al centro), corazón (en la punta) e hígado y vesícula biliar (a los lados).

El estado en que se encuentre hablará de la salud interna de una persona. Como el resto del cuerpo es importante tenerla limpia todos los días, tallándola cada mañana suavemente con un cepillo o una cucharilla. Además, si tu lengua se encuentra en buen estado también tu aliento mejorará.

Como en otras ocasiones, te sugiero que frente a un espejo observes tu lengua: tamaño, forma, color, temperatura, cómo se extiende dentro de la boca, si la pegas al paladar superior o inferior.

Una forma de mantener el equilibrio emocional es, con la boca cerrada, mantener la lengua doblada hacia atrás y pegarla al paladar superior, haciendo fuerza hacia arriba. Con este ejercicio unirás los canales yin (frente) y yan (atrás) de tu «yo soy corporal». Prueba y anota los resultados en tu Diario del Cuerpo.

* Periodista mexicana. [email protected]

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