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La salud laboral de las mujeres: una asignatura olvidada

Por Román González

Significativa ha sido la presencia de las mujeres en la actividad productiva del país; pese a ello, los servicios de salud, las empresas y los sindicatos han dado poca importancia a la patología física de las trabajadoras. Asimismo, están en desventaja en cuanto a la igualdad de oportunidades, trato en el trabajo en las condiciones labores.

Una investigación en curso, titulada Sobre la salud de los trabajadores, elaborada por la Universidad Obrera de México (UOM), documenta que para el año 2000 había 776 mil 20 empresas con una planta laboral de 12 millones 418 mil 761 personas; de las cuales cuatro millones 539 mil 761 eran mujeres.

El mismo estudio destaca que –también en el año 2000– 283 mil 51 hombres y 73 mil 674 mujeres sufrieron por lo menos un accidente de trabajo debido al calor, a la radiación, a una caída, al exceso de esfuerzo, al contacto con sustancias calientes, a la exposición al humo o al envenenamiento por sustancias tóxicas: sólo para enumerar algunas de las causas que clasifica el diagnóstico.

LOS RIESGOS DE SER MUJER Y TRABAJAR

Para las autoras del estudio académico: La salud laboral femenina, María de los Ángeles Garduño, especialista en medicina social por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), y Margarita Márquez, investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), las enfermedades laborales de las mujeres en México han sido poco estudiadas.

Ambas especialistas refieren que, en general, en la industria de la transformación las labores son parciales, descalificadas, rutinarias y repetitivas; además de que están organizadas en tiempos y movimientos, a los que controlan con ritmos de producción cada vez más acelerados y con una estricta supervisión.

Con estas formas de organización del trabajo –apuntan las autoridades– las obreras deben mantenerse prácticamente durante toda la jornada laboral o sentadas o paradas, utilizando con mayor intensidad alguna de las partes de su cuerpo: las manos, los pies, los brazos o los ojos, mientras el resto permanece inmóvil.

Otro problema en la industria de la transformación es la amplia gama de sustancias tóxicas con las que las trabajadoras entran en contacto directo o indirecto; como el uso de solventes en la industria electrónica, las anilinas en la textil o los biológicos en la farmacéutica.

NACIMIENTOS ANENCEFÁLICOS

Tanto Garduño como Márquez indican que en todos los casos son comunes las concentraciones de polvo, humo y vapor. Tratándose de maquila, a esta situación deben agregársele los problemas de insalubridad, la inestabilidad en el empleo y las jornadas intensas.

El uso y los desechos inadecuado de químicos tóxicos es una de las principales causas de los problemas de salud de las mujeres ya que regularmente trabajan sin ninguna protección, por lo mismo se quejan de dolor de cabeza, malestar estomacal, vómito, erupciones de la piel y palpitaciones cardiacas.

Entre 1987 y 1993 –según fuentes periodísticas de la época –, en el lado mexicano de la frontera norte se produjeron 386 casos de nacimientos anencefálicos (sin cerebro). Nada menos en Matamoros, Tamaulipas, mujeres que trabajaban en la empresa Mallory Capacitors dieron a luz a 54 menores con defectos múltiples: todas trabajaban con circuitos impresos sin ninguna protección.

Para la antropóloga especializada en medicina social, Josefina Ramírez Velázquez, las obreras de la industria manufacturera que producen bujías para motores trabajan con situaciones de alto riesgo por las condiciones ambientales en las que se desenvuelven: polvo de asbesto por todas partes, poca ventilación y jornadas prolongadas de trabajo. Para colmo, desarrollan su trabajo sumamente minucioso, paradas a lo largo de toda la mesa.

Pero, esto no es todo, resalta la antropóloga, las trabajadoras viven en una disyuntiva, quizá más dañina para su salud, que es el control al que las somete la empresa ya sea por parte del médico o del supervisor; quienes permanentemente las vigilan para identificar a las más aptas y a las que no despedirlas.

Los capataces les exigen que no falten, que sean cumplidas, comprometidas, y que sientan la producción como suya, para que den todo de sí con tal de sacarla adelante; según lo que establecen sus exigencias de control de calidad.

A decir de Ramírez Velázquez, esa vigilancia apenas si es perceptible; lo que sí, es que enajena a las trabajadoras: todas enfrentan una situación de no querer enfermarse porque eso significa que se darán a notar y, «en el caso de las de la industria de la manufactura, serán despedidas».

No te hablo, puntualiza la antropóloga, de una situación de gravidez; te hablo de algo mucho más simple: de lo que ocurre en la vida cotidiana, como por ejemplo enfermarte de gripa o padecer el síndrome premestrual, que a algunas las tira en la cama o les da diarrea. Por desgracia, esas afecciones de salud tienen que estarse enmascarando pues de lo contrario pueden perder su trabajo.

ENFERMEDADES NO SUJETAS A INCAPACIDAD

Ángeles Garduño destaca que las mujeres tienen un mayor riesgo de enfermarse, pero no de recibir incapacidad: de ser ése el caso, ello significaría que se trata de un trastorno de gravedad menor o un mal diagnóstico de los males femeninos.

«Esclaro que en los servicios de salud hay dificultades para reconocer estos padecimientos; además, parece haber un prejuicio desfavorable para otorgarles incapacidad a las mujeres. «

Los padecimientos que no generan incapacidad a las trabajadoras, explica la especialista, son las infecciosas de vías respiratorias, las digestivas, las urinarias y las genitales; por orden de importancia.

PARA MUESTRA UN BOTÓN

Con 23 años de antigüedad, Rosario Ortiz, empleada de Teléfonos de México (Telmex), está segura que con la venta de esa empresa paraestatal habrá cambios muy profundos en el marco normativo tanto de la propia empresa como del sindicato.

A manera de ejemplo Rosario comenta que los Programas de Seguridad e Higiene antes eran muy avanzados, sobre todo en el área de las operadoras, ya que derivaban de los cambios tecnológicos.

Pero eso cambió al convertirse los conmutadores viejos analógicos en terminales de computadoras con software, ya que éstos tienen un control sobre el proceso del trabajo e incrementan los ritmos de productividad de manera muy aguda.

En la Ley Federal del Trabajo (LFT) únicamente se reconocen como enfermedades laborales de las operadoras de teléfonos: neurosis e hipocausia (pérdida de la agudeza auditiva).

La mayoría de estas trabajadoras, concluye Rosario, tiene problemas gastrointestinales, gastritis, colitis, insomnio e hipertensión arterial; sin olvidar los problemas de articulaciones y tendonitis en manos y codos, por las posturas y movimientos repetitivos que tienen que hacer en las terminales.

En opinión de la investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, Ana Alicia Solís, es necesario sacar de la invisibilidad la actividad productiva y transformadora de las mujeres.

Para ella, la política laboral impuesta por el neoliberalismo tiene un carácter sexista basada en conceptos de la productividad y el neocorporativismo, por lo que han hecho más profunda la explotación de la clase trabajadora del país afectando seriamente a las mujeres.

LAS PERFECTAS DEPENDIENTES

Desde este punto de vista, continúa Solís, las mujeres han sido consideradas en el mundo laboral como las perfectas dependientes en lo económico y en lo afectivo; pero con grandes habilidades para el desarrollo de actividades manuales, repetitivas, de cuidado y de atención a los demás.

La actividad laboral de las mujeres, concluye la investigadora, es considerada como una actividad de apoyo y de servicio a los demás, en especial a los hombres: a los jefes o a los patrones. «Una actividad subordinada y secundaria y, por consiguiente menos competitiva, menos conflictiva, más barata e incluso agradable».

Para Guadalupe Amaro, del Colectivo Foro de Salud, el estrés en el trabajo –producido por las demandas de productividad– provoca daños en la salud de las mujeres y aumenta la incidencia de cardiopatías, accidentes vasculares cerebrales, hipertensión arterial y úlcera péptica.

La actual propuesta de reforma a la LFT –continúa– no regula las enfermedades que producen estrés laboral; es más, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) cuenta con subrregistro de enfermedades y accidentes en el trabajo; no obstante, en el seguro de riesgos de trabajo, priva un déficit financiero.

       
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